"Han cambiado nuestra religi¨®n", dice en Roma el obispo rebelde
?Han cambiado nuestra religi¨®n?, dijo ayer tarde el obispo rebelde Marcel Lef¨¨bvre ante un p¨²blico de unas mil personas en la Sala del Trono del palacio Rospigliosi. El palacio patricio de la princesa Elvina Pallavicini, que se mueve con una silla de ruedas a causa de una grave arterioescierosis, surge en la colina de El Quirinal, ante el palacio que durante siglos fue residencia oficial del Papa antes de la unificaci¨®n de Roma al resto de Italia. El sal¨®n del trono estaba reservado a las visitas del Papa.
Ayer tarde en ese secular trono se sent¨® Lef¨¨bvre. D¨ªas antes el vicario del Papa para la di¨®cesis de Roma hab¨ªa publicado un art¨ªculo en el Observatore Romano, titulada Un episodio que hay que olvidar, denominando el desaf¨ªo de Lef¨¨bvre ?como un acto presuntuoso que demuestra tal falta de buen gusto y de educaci¨®n que ruboriza a quienes todav¨ªa quisieran conservar sentimientos de veneraci¨®n por este eclesi¨¢stico?.Horas antes de la conferencia se esperaba que el obispo rebelde desistiera de su iniciativa. El obispo, sin embargo, suspendido a divinis, expuso impasible y seguro de s¨ª, su doctrina sobre la iglesia tradicional, provocando una escisi¨®n en la nobleza romana tradicionalmente fiel al Papa y una crisis de conciencia en muchos, que no pod¨ªa quedar latente.El obispo de Econe (Suiza) ha criticado, en especial, las conclusiones del Concilio Vaticano II. Los cambios lit¨²rgicos y ecum¨¦nicos provocan la deserci¨®n de vocaciones religiosas, dejando desiertos los seminarios. Despu¨¦s de Juan XXIII, la Iglesia ha apoyado al comunismo concediendo audiencias a jefes comunistas, no condenando el comunismo, tratando de modo diverso a los obispos contrarios al comunismo. (Lef¨¨bvre cree, refiri¨¦ndose a la jerarquia espa?ola, que por eso Taranc¨®n hizo m¨¢s carrera que Morcillo). Para Lef¨¦bvre, la declaraci¨®n de los derechos del hombre en lugar de los diez mandamientos es contraria a la ense?anza de los papas.
En el palacio Rospigliosi se dio cita ayer casi toda la aristocracia tradicionalista y reaccionaria de Europa. Acudi¨® una delegaci¨®n de gentiles damas, guiada por la condesa Elisabeth Gerstner, de Francia, bajo el l¨ªder de los lefebvrianos franceses, el abate H. Ducaud-Bourget.
En los muros de algunas iglesias romanas se pod¨ªa leer Viva la misa en lat¨ªn.
Entre la aristocracia romana muchos nobles han criticado duramente la iniciativa de la princesa Pallavicini. El rey Umberto de Saboya telefone¨® incluso, a Falcone Lucifero, que lo representa en Italia, para que disociara a la nobleza real de la rebeld¨ªa de Lef¨¨bvre. El pr¨ªncipe Massimo Lancelotti, en representaci¨®n del Santo Sepulcro, ha testimoniado tambi¨¦n su fidelidad a Pablo VI. La orden de Malta intervino d¨ªas pasados disuadiendo a sus 150 miembros a asistir. Entre el p¨²blico, sin embargo, que ha acudido a escuchar a Lef¨¨bvre figuraban el duque Carlo Colonna, los pr¨ªncipes de Merode, de Lippe, la princesa Urraca de Borb¨®n, el marqu¨¦s Aquiles Afan de Rivera, Lucia de Saboya... la realidad es que en torno al obispo rebelde que camina lenta, pero seguramente hacia el cisma se est¨¢ coagulando en Europa una derecha.
Con raz¨®n el director de Corriere de la Sera escrib¨ªa ayer: ?Nunca una tragedia de la Iglesia, nunca una aventura del catolicismo han dejado indemnes a las conciencias laicas y a la vida civil y, por tanto, a la pol¨ªtica. Del fondo del nacionalismo franc¨¦s viene un peligro. ? En conclusi¨®n, se puede afirmar que una rebeli¨®n pol¨ªtico-lit¨²rgica se dio cita ayer en Roma con una revuelta pol¨ªtico-mundana de una nost¨¢lgica y resentida aristocracia.
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