San Isidro 77, una feria de transici¨®n
Si por algo ha de pasar a la historia la feria de San Isidro recientemente celebrada ser¨¢ por la consagraci¨®n de Juan Moura como rejoneador de ¨¦poca. Lo m¨¢s torero, en cualquier sentido, que se vio en el ruedo de Las Ventas durante los diecinueve festejos que integraron el abono lo hizo este jovenc¨ªsimo rejoneador portugu¨¦s, con su tarde cumbre, en que lidi¨® al manso de El Campillo, y con la sensacional suerte del par¨®n a un toro de Torrestrella.
Por lo dem¨¢s, la feria ha dado muy poco de s¨ª. Ha sido una feria de transici¨®n, con un plantel de toreros -m¨¢s bien de figuras- sin renovar, hechos a la fama con el torito descastado, sin trap¨ªo ni empuje, de los a?os sesenta, y un p¨²blico que exige el retorno a la fiesta aut¨¦ntica, su puesta al d¨ªa con el toro cuatre?o, bien presentado y agresivo.No siempre empresa, veterinarios y autoridad fueron consecuentes con estas exigencias del p¨²blico (con m¨¢s propiedad podr¨ªamos decir a los aficionados) y pudo advertirse en ellos una cierta condencendencia hacia los espadas en aquellas corridas en cuyos carteles participaban figuras o toreros bien apoyados desde su administraci¨®n. Los toros m¨¢s evidentemente romos o escobillados (a todas luces antirreglamentarios) pasaron sin problemas los reconocimientos y saltaron a la arena precisamente en tales ocasiones.
Pero en esta feria, por primera vez, las m¨¢s importantes figuras le vieron la cara al toro, y as¨ª les fue. El caso de Camino y El Viti, con fama de maestros, es el m¨¢s llamativo. Toda su maestr¨ªa se desmoron¨® la tarde de los victorinos, y no precisamente porque no hicieran faenas brillantes, sino porque se les vio asustados y sin saber, literalmente, qu¨¦ lidia deb¨ªan dar a aquellas reses de casta, con edad y bien presentadas.
Este es el ejemplo m¨¢s relevante de la feria, pero no el ¨²nico, pues el bloque de toreros que han perdido cartel despu¨¦s de actuar en la misma es muy numeroso. La lecci¨®n que queda, al finalizar el ciclo,: es que, ahora m¨¢s que nunca, hace falta renovar el escalaf¨®n de matadores, si definitivamente el cuatre?o seguir¨¢ saliendo por los chiqueros, y que el relevo lo hagan toreros con oficio, con un aprendizaje b¨¢sico -todas las suertes, todos los recursos, conocimiento de los distintos estados y condiciones de los toros, sus terrenos, sus querencias, etc¨¦tera- Aprendizaje que, por supuesto, es muy dif¨ªcil, puesto que no hay maestros, s¨®lo figuras, y ¨¦stas s¨®lo saben pegar pases (m¨¢s finos, menos finos) y adem¨¢s, como queda dicho, con el toro de los a?os sesenta, que no era toro.
Los matadores
Toreros que ganan cartel. Con este g¨¦nero, al concluir la feria han revalorizado el cartel que ten¨ªan antes de ella Andr¨¦s V¨¢zquez, autor de las dos mejores faenas de todo el serial, variado en quites, gran int¨¦rprete de los lances a la ver¨®nica; el muy ?mimado? Manzanares, principalmente por su triunfo en el sexto toro de Ib¨¢n, al que instrument¨® un muleteo de gran belleza; Curro Romero, decidido como nunca, artista insuperable en el ¨²ltimo tercio; Roberto Dom¨ªnguez, con verdadera mala suerte, que super¨® a base de entereza y torer¨ªa. Y en cuanto a los rejoneadores, el ya mencionado Moura y Vidri¨¦.
Lo mantienen. Mantienen su cartel D¨¢maso G¨®mez, f¨¢cil y maduro lidiador con los miuras; Ruiz Miguel, que cuaj¨® otra de las mejores faenas de la feria precisamente a un miura con el comportamiento caracter¨ªstico de la divisa; Julio Robles, quien apunt¨® toreo de arte, y por ello sigue siendo una esperanza; El Puno, valent¨ªsimo la tarde de los garc¨ªarromeros; Antonio Guerra, en la misma l¨ªnea ante dos dif¨ªciles moleros; Teruel pulcro como siempre, pero como siempre sin arrebatar; Currillo, tambi¨¦n con m¨¢rgenes para la esperanza, a¨²n; Galloso, autor de la mejor estocada de la feria; Tin¨ªn, que cort¨® una discutida oreja, y Gabriel Puerta, valeroso ante los veletos cobaledas.
Pierden cartel. Camino y El Viti han perdido el cr¨¦dito que tenian de maestros; Curro Rivera se dej¨® ir el alonsomoreno, que figura entre. los m¨¢s nobles toros de abono; una vez m¨¢s, Ra¨²l Aranda estuvo por debajo de las condiciones que siempre. apunt¨®; Alcalde no interesa ya en ning¨²n tercio; Lorenzo Manuel Villalta, que lleg¨® con sus cr¨¦ditos de novillero puntero triunfador en Madrid, dej¨® la sensaci¨®n de que a¨²n est¨¢ verde; El Regio se encar¨® con la andanada cuando toreaba, un toro noble pero inv¨¢lido, y permaneci¨® ajeno a la lidia cuando le sali¨® el manso y dif¨ªcil; Rafael de Paula aburri¨®: mala cosa para quien ciment¨® en el duende su fama; Espl¨¢ dio la sensaci¨®n de que es una figurita prefabricada; D¨¢maso Gonz¨¢lez sigue cuesta abajo; El Calatrave?o se afligi¨® ante el peligro de los garc¨ªarromeros; ?qui¨¦n lo dir¨ªa, en el bravo manchego!; M¨¢rquez tambi¨¦n est¨¢ de vuelta y prefiri¨® no exponer; el fracaso con el noble pablorromero hundi¨® a Gal¨¢n; Antonio Rojas estuvo desva¨ªdo en la corrida concurso, y Jos¨¦ Fuentes, que sali¨® a cumplir, apenas si cumpli¨®.
Novilleros
La novillada de Antonio Arribas fue una de las ganader¨ªas de mayor clase de toda la feria, mientras la del conde de la Maza result¨® de las m¨¢s dif¨ªciles. Estas pautas marcan los triunfos de los cuatro espadas que torearon aquellas reses -Moro, Chinito, Palomar y Ramos- y los sufrimientos de quienes se tuvieron que medir con ¨¦stas -Somolinos, S¨¢nchez Puerto y Lozano. Pero, a¨²n as¨ª, el p¨²blico sac¨® consecuencias y vio en Chinito, Palomar -gran estoqueador aquella tarde-, Moro y S¨¢nchez Puerto materia para que el relevo de que habl¨¢bamos pueda producirse en un plazo no lejano.
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