Alianza Popular vende "salvadores"
A punto ya de que los espa?oles emitan su voto sobre las diferentes opciones pol¨ªticas, la propaganda electoral que han realizado los partidos y fuerzas electorales aparece lastrada por toda una etapa franquista. Despu¨¦s de cuarenta a?os de miedos a las ideolog¨ªas -de izquierdas o de derechas-, los partidos revolucionarios procuran no asustar, mientras que los de derechas se disputan formas civilizadas o ultramontanas de salvar a los espa?oles del desorden, la anarqu¨ªa y el caos.La propaganda electoral -cuyo objetivo primordial es lograr votos- est¨¢ condicionada por estas circunstancias. La izquierda no se puede ofrecer a velas desplegadas como tal, y navega en mares ambiguoso m¨¢s moderados de los que ideol¨®gicamente le corresponden. ?Vota sin miedo?, le ruega el PCE a los espa?oles, a quienes previene contra el rechazo irracional, franquista, de todo lo que huela a comunismo y les propone acabar con el temor a votar con arreglo a la propia opini¨®n, ?sea ¨¦sta cual sea? . Pero en seguida les habla de tranquilidad, seguridad, arrebat¨¢ndole estas motivaciones de voto a la derecha, porque Carrillo no las tiene todas consigo. Carrillo evita levantar el pu?o, aunque lo haga el padre Llanos.
Los propios partidos socialistas, con propaganda m¨¢s en l¨ªnea de izquierdas, se quedan en la idea de cambio (?para que puedas vivir la libertad? -PSOE-; que requiere ?hombres responsables? -PSP), sin avanzar ofertas m¨¢s arriesgadas.
Los votos de Franco
El panorama en la derecha es mucho m¨¢s complejo y pintoresco. La renta de votos que los partidos de derecha heredar¨¢n del franquismo no guarda relaci¨®n con la imagen que los espa?oles conservan de Franco, sino que es consecuencia directa de la indigencia ideol¨®gica en que la mayor¨ªa del pueblo qued¨® tras cuarenta a?os de represi¨®n pol¨ªtica, intelectual, cultural, art¨ªstica, sexual, de todo tipo. Para capitalizar tales votos no es preciso, pues, esgrimir la figura de Franco, que podr¨ªa resultar contraproducente (ese fue el error inicial de Alianza Popular, que los t¨¦cnicos en propaganda electoral le han hecho rectificar aunque Arias insisti¨®, erre que erre).
Para heredar aquellos votos basta con ser una opci¨®n de derechas.
La prueba est¨¢ en que muchos de esos votos, que se repartir¨¢n fundamentalmente entre Alianza Popular y Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, ir¨¢n a esta ¨²ltima fuerza electoral, cuyo ¨²nico motor, Adolfo Su¨¢rez, tiene como principal haza?a en su haber pol¨ªtico, precisamente -por iron¨ªas del destino- la salida del franquismo que le amamant¨®.
El problema de la derecha ha sido como presentarse a unos electores cuya existencia corno tales ha contribuido a impedir mediante su colaboraci¨®n con el franquismo. El centrosu¨¢rez tir¨® por el camino de enmedio y, limpiando sus zapatillas del polvo del r¨¦gimen, present¨® la factura de los intentos reformistas hechos con Franco y de los m¨¢s exitosos realizados por su candidato n¨²mero uno, el presidente del Gobierno. UCD se ofreci¨® como opci¨®n de futuro, con el apoyo de algunas siglas y algunos hombres de oposici¨®n que ha logrado integrar en sus filas.
Esta posici¨®n le permiti¨® uitilizar un lenguaje publicitario) democr¨¢tico, desenfadado, renovador, encarado con el futuro. Pero le oblig¨®, quiz¨¢, tambi¨¦n, a extremar el respeto hacia los electores, a los que se dirige con una cierta distancia administrativa: UCD es el ¨²nico anunciante electoral que habl¨® a los electores de usted. ?Vote centro" es la petici¨®n de UCD, que por otra parte parece querer expiar las culpas colaboracionistas mediante sus constantes apelaciones a la convivencia, las ideolog¨ªas, el di¨¢logo, el futuro, la democracia, Europa. En un supremo esfuerzo de aproximaci¨®n a la realidad y despegue del franquismo, el centrosu¨¢rez emiti¨® algunos de sus anuncios en las lenguas vern¨¢culas.
AP, como en 1966
?Y Alianza Popular, con las conocidas biografilas pol¨ªticas de sus ?magn¨ªficos?, con qu¨¦ cara se presenta a los electores? ?Qu¨¦ puede ofrecerles, c¨®mo pedirles el voto? En unas elecciones en que se votar¨¢ a las personas, ?c¨®mo utilizar en los anuncios los ?rostros p¨¢lidos? de sus l¨ªderes? En definitiva, AP, ?qu¨¦ puede vender?
La identificaci¨®n de AP con el pasado franquista, el talante nacional-autoritario de sus dirigentes, la desconexi¨®n con las nuevas generaciones (el voto a los dieciocho a?os habr¨ªa mermado considerablemente los resultados de Alianza) y la impopularidad -ah¨ª est¨¢n los sondeos- de sus l¨ªderes pon¨ªa realmente dif¨ªcil la cuesti¨®n a los aliancistas. Pero no se han arredrado. La er¨®tica del poder o lo que sea les ha estimulado a realizar una de las campa?as electorales m¨¢s intensas y extensas y mejor montadas. Solamente el lenguaje publicitario les ha traicionado. El aroma general de la primera parte de la campa?a -con el estribillo de ?Espa?a, lo ¨²nico importante?- tra¨ªa ya recuerdos de aquella gran convocatoria a las urnas, en diciembre de 1966, para aprobar la ley Org¨¢nica del Estado, y en la que Fraga logr¨® el progreso apelando a la seguridad, el progreso, el bienestar.
Ahora, once a?os despu¨¦s, todav¨ªa los hombres de AP, invocan el nombre de Espa?a y apelan simult¨¢neamente al bolsillo: ?Para salvar la econom¨ªa de la naci¨®n y la tuya, vota AP?. Monopolizadores del patriotismo, hasta en las esquelas mortuorias hacen patria: la muerte reciente de uno de sus afines inclina a Alianza Popular a a?adir en las esquelas, donde se comunica que el fallecimiento se produjo por accidente de tr¨¢fico, aquello de ?al servicio de Espa?a?.
Uno busca con curiosidad qu¨¦ dicen ofrecer a una Espa?a nueva hombres como L¨®pez Rod¨®, Fraga, Silva Mu?oz, Licinio de la Fuente, Mart¨ªnez Esteruelas, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora, L¨®pez Bravo, Carlos Arias, represores, antidem¨®cratas, demagogos, tecn¨®cratas mediocres, ide¨®logos antediluvianos y, en todo caso, quemados por y para el franquismo.
Una ojeada a su propaganda electoral nos permite observar que la t¨®nica general es la denuncia del momento actual y el ofrecimiento como ?salvadores?.Quienes reprimieron con dureza, dibujan hoy una Espa?a ?en desorden?, ?con robos y terrorismo?,- ?en paro y huelgas?,y ofrecen ?seguridad-?, ?tranquilidad ?, ?paz?. ?Dios nos libre!.
Alianza Popular demanda los votos del comerciante, del industrial, del empresario, a cambio de ?prosperidad para tu negocio?, ?progreso?, reactivaci¨®n. Al trabajador -?qu¨¦ podr¨ªa AP ofrecer al trabajador?- le ofrece ?trabajar en paz?. Es una sinceridad digna de agradecer, porque peor es cuando estos hombres, con esas vidas, ofrecen ?igualdad de derechos? a la mujer; ?una m¨¢s justa distribuci¨®n de la riqueza nacional?; "acabar con la corrupci¨®n?, o cuando prometen ?la total comprensi¨®n y realizaci¨®n de la pluralidad regional?.
En pol¨ªtica internacional llevaron al aislamiento pol¨ªtico del pa¨ªs, pero ahora se atreven a denunciar: ?Espa?a, hoy, fuera de Europa?.
Hay un toque de paternalismo hasta en los reclamos m¨¢s demag¨®gicos: ?Vamos a trabajar por nuestros mayores?; ?nuestra gente del mar pide justicia?; ?tranquilidad para tu digna vejez?; ?padre de familia: seguridad para ti y los tuyos?. Y una final afirmaci¨®n: ?Vota Fraga, Fraga conviene?. Como ya se ha encargado de advertir Forges, nadie debe alarmarse: no es que Fraga viene, sino s¨®lo que -dice AP- conviene.
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