El cambio.
UN SONDEO no es un pron¨®stico, ni una predicci¨®n: es una fotograf¨ªa, una ?instant¨¢nea? de las intenciones del electorado en un momento determinado. El sondeo que hoy publica EL PAIS debe ser tomado por lo que es: constata un 10% de abstencionistas y un 35 % de indecisos; adem¨¢s, se trata de la respuesta a la encuesta planteada a 16.000 electores en toda la geograf¨ªa nacional, los d¨ªas 6, 7 y 8 del presente mes. No se olvide que el escrutinio tendr¨¢ lugar el 15, y con el citado margen de indecisos nada est¨¢ seguro, todo es posible. De aqu¨ª al mi¨¦rcoles pueden pasar muchas cosas: las jornadas de hoy y ma?ana y la noche electoral televisada del lunes pueden ser fundamentales para confirmar o cambiar tendencias. Nadie puede, por tanto -si no es por motivos propagand¨ªsticos-, ni cantar victoria, ni rasgarse las vestiduras. Un sondeo no es una elecci¨®n.Algo m¨¢s: ¨¦stas son las primeras elecciones que Espa?a conoce desde hace cuarenta y un a?os. Las habituales t¨¦cnicas de encuesta y sondeos no est¨¢n por tanto, debidamente verificadas y contrastadas en el caso espa?ol. La opini¨®n p¨²blica no est¨¢ suficientemente formada, y hasta es posible que existan en su seno sectores ?deformados? -por exceso o por defecto- con relaci¨®n al entendimiento y comprensi¨®n de la democracia. El ?mercado?, por tanto, es mucho m¨¢s dif¨ªcil de conocer, de penetrar, por las t¨¦cnicas habituales de Investigaci¨®n. El ?marketing? pol¨ªtico en Espa?a carece de reglas, de f¨®rmulas, de t¨¦cnicas. Se est¨¢ haciendo sobre la marcha y, precisamente en estos meses.
Existe asimismo, el fen¨®meno llamado del ?voto oculto?: aquel que se niega a ser conocido. Los encuestados, en ocasiones, saben perfectamente a qui¨¦n van a votar, pero silencian su respuesta por temores o desconfianzas originados por cuatro d¨¦cadas de pr¨¢cticas antidemocr¨¢ticas y represi¨®n de la libre expresion. Este voto que no se declara permanecer¨¢ encerrado hasta el ¨²ltimo d¨ªa en la mente de quien lo emita.
Tras todas estas precauciones, el sondeo que aparece en estas mismas p¨¢ginas apunta un giro espectacular en la pol¨ªtica espa?ola. El gran avance que registran los partidos de la izquierda muestra a las claras que la tendencia del electorado espa?ol es el cambio. Espa?a pide el cambio, rechaza cualquier forma de continuismo. Este es el ¨²nico dato que deber¨¢ ser tenido en cuenta por los pol¨ªticos espa?oles. Este sondeo no muestra tanto una tendencia pol¨ªtica concreta -o la aparici¨®n de l¨ªneas de comportamiento militante- como un deseo amplio y generalizado de romper con el pasado. Por otra parte, tampoco debe impresionar el porcentaje de las intenciones de votos que se vencen a babor: Espa?a es un pa¨ªs europeo, la d¨¦cima potencia industrial del mundo, y es normal que su electorado siga los mismos caminos que recorren los de otros pa¨ªses con los que aspiramos a ser comparables. En Italia y Francia, la izquierda representa aproximadamente el 50% del pa¨ªs; en Gran Breta?a y Alemania el socialismo -aunque moderado- gobierna, por ser la principal fuerza del pa¨ªs. No tiene, por tanto, nada de extra?o que en Espa?a la tendencia hacia la izquierda pueda representar un 40% del total del electorado.
No faltar¨¢ quien intente apoyarse en estas cifras para enarbolar el espantajo del miedo, o hasta para utilizar medios violentos que atenten contra el proceso democr¨¢tico en curso, a punto de culminar. Todav¨ªa hay un secuestrado, un. reh¨¦n pol¨ªtico -el se?or De Ybarra- en manos de estas fuerzas ocultas. Hay que decir con claridad que nada podr¨¢ perturbar la elecci¨®n del d¨ªa 15. Y que la moderaci¨®n expresada por nuestros grandes partidos, la serenidad y la calma -pese a las peque?as, aunque significativas, excepciones- que han rodeado la campa?a electoral dicen mucho en favor del pueblo espa?ol, de su serenidad y buen sentido. Espa?a est¨¢ pasando con ¨¦xito la prueba de la democracia, y debe -y puede- pasarla hasta el final.
En caso de confirmarse, el crecimiento electoral de la izquierda cerrar¨ªa al presidente Su¨¢rez -cuyo Gobierno, aunque no lo diga la ley de Reforma Pol¨ªtica-, deber¨¢ ser responsable ante el Parlamento, y no otro sentido tiene su presentaci¨®n personal a la elecci¨®n- la posibilidad de un Gobierno en solitario, o en coalici¨®n con la derecha, o con unos hipot¨¦ticos restos de centroizquierda. Todos los sondeos muestran que el PSOE es el primer partido de Espa?a, pues la UCD no es m¨¢s que una coalici¨®n elect¨®ral. Pero hasta ahora, ni Su¨¢rez ni Felipe Gonz¨¢lez han aclarado ante el electorado s¨ª est¨¢n dispuestos a gobernar juntos. La posibilidad no es absurda. ?No colaboraron socialistas y democristianos en Alemania e ltalia? ?O los comunistas con De Gaulle en Francia -y De Gasperi en Italia- a la Liberaci¨®n? Para muchos indecisos, una clara toma de posici¨®n del se?or Su¨¢rez y del se?or Gonz¨¢lez sobre este crucial problema ser¨ªa decisiva para formar su opini¨®n. No vaya a ser que Espa?a, tras el voto oculto, inaugure la tradici¨®n del voto ciego.
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