A Camilo
Camilo, macho, muy bueno lo tuyo, y un abrazo por el nombramiento, t¨ªo, que eso se ve¨ªa venir, te lo prometo, cuerpo, se ve¨ªa venir desde que te dejaste las patillas de senador o de lobo de mar. Que me alegro por ti y por los otros escritores y amigos que vais de senadores y que pod¨¦is hacer una democracia ilustrada de lo que fue durante muchos a?os un despotismo iletrado.Anoche felicit¨¦ a Ortega y a Mar¨ªas. Fernando Rey, en una cena, nos ley¨® la lista de senadores borb¨®nicos. La mejor voz de Espa?a para una lista que Tierno ha definido bien, como siempre:
-No es muy representativa del momento sociol¨®gico espa?ol.
Pero vosotros s¨ª que sois representativos, Camilo, maestro, que t¨² representas a los cl¨¢sicos Rivadeneyra y a las meretrices, izas, rabizas y colipoterras de toda Espa?a; Ortega, representa nada menos que a Ortega y Mar¨ªas representa el silencio m¨¢s elocuente y la palabra m¨¢s silente de cuarenta a?os de independencia y dignidad. O V¨ªctor de la Serna, ya ves, V¨ªctor, que guarda aut¨®grafos tuyos y m¨ªos en su casa, y que es un humanista de los vinos y un buen bebedor de todas las culturas. Escritores, escritores, unos cuantos escritores, por fin, en la pol¨ªtica borb¨®nica de Espa?a, y eso que le has dicho anoche a un periodista, Camilo, jefe:
-Yo voy a seguir siendo un cachondo.
Eso es. Hay un cr¨ªtico franc¨¦s que te llama anarquista de derechas, Camilo, pero en el Senado puedes ser un anarquista incluso de izquierdas, porque t¨² diste la Espa?a rural y el Madrid real en dos novelas fundamentales, cuando aqu¨ª s¨®lo se daba la camisa de Isabel la Cat¨®lica, el brazo de Santa Teresa y la Feria de Abril en Jerez por don Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n.
Ya te pedir¨¦ alg¨²n enchufe, alg¨²n chanchullo, alg¨²n carguete, alg¨²n favorcillo, Camilo, hombre, que yo se que un senador tambi¨¦n necesita corromperse un poco por la amistad para ser senador de verdad. T¨², anarquista de derechas o de izquierdas, metiste un poco de cachondeo en la vida espa?ola cuando todo era destino en lo universal y procesi¨®n del Corpus.
Has sido el gamberro quevedesco de la cultura en casi medio siglo de incultura, y yo, ni?o de derechas, gamberro de romper farolas, aprend¨ª de ti, como aprendimos muchos, que el gamberrismo era una forma menor, resignada y desesperada, del rebelde, una manera de no estar de acuerdo con aquello y de mandarles a todos a tomar por retambufa, como dir¨ªas t¨².
Incluso don Eugenio d'Ors, en aquellos lluviosos cuarenta, hizo una glosa al gamberro como rebeld¨ªa frente al pisapapeles estatal, y mi primera novelita corta, que editaste t¨², Camilo, se llamaba Balada de gamberros. El gamberrismo fue la contestaci¨®n de los a?os cuarenta y cincuenta, y t¨², Camilo, macho, has sido el pionero de eso, que entonces lo llamaban tremendismo los cr¨ªticos que se la cog¨ªan y nos la cog¨ªan con papel de fumar marca Jean, que es la fina.
Gamberro a lo divino, cachondo a lo cristiano, hoy coincides con el eslogan de los ¨¢cratas finos y catalanes, Camilo, cuando gritan por las Ramblas eso de Cachondo, ¨²nete, cachondo, ¨²nete. Ya estamos todos los cachondos unidos, Camilo, t¨ªo, t¨ªo Camilo, y los que hemos hecho del cachondeo un g¨¦nero literarlo y un estilo ¨¢ureo que viene de Quevedo, del Arcipreste, de don Diego de Torres Villarroel, de Valle y de la gran tradici¨®n barroca espa?ola. Lo cachondo puede que sea la forma nacional del barroco.
En la noche larga de las elecciones, un periodista franc¨¦s al que me present¨® la hija menor de Areilza, que es la m¨¢s roja, me dec¨ªa que yo soy un escritor muy franc¨¦s porque sintetizo mucho, frente al natural barroquismo de lo espa?ol. Y yo le dije, Camilo:
-Oiga usted, que yo tambi¨¦n s¨¦ hacer eso, que soy m¨¢s barroco y m¨¢s espa?ol que nadie.
En la medianoche del franquismo, que tanto apelaba a la tradici¨®n de purpurina, t¨² salvaste, Camilo, la verdadera tradici¨®n espa?ola del Siglo de Oro y el 98, y salvaste, sobre todo, la triple tradici¨®n barroca, cachonda y gamberra del espa?ol rebelde frente a la Espa?a del salmantino luto, que dijo Neruda. Eso es lo que uno quisiera continuar, con perd¨®n, y por eso esta carta, Camilo, macho, que todo eso entra contigo, hoy, en la C¨¢mara alta o corno rayos lo llamen. Y no oivides nunca, ahora menos que nunca, aquello que me dijiste una vez: Ay, Paco, qu¨¦ alma de puta tengo.
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