"Fidelio", en el ciento cincuenta aniversario de Beethoven
Cuando pensamos en la relaci¨®n Beethoven- Espa?a apenas debe contar Fidelio. No s¨®lo porque en sus pentagramas no aparezca sombra de alusi¨®n espa?ola, sino por que la misma localizaci¨®n del drama en Sevilla, 1770, es pura an¨¦cdota ya que la pieza original de Jean Nicolas Boully no deb¨ªa situarse en nuestra patria. Anterior a la ¨®pera beethoveniana es la Leonora, de Gaveaux, estrenada en Par¨ªs el a?o 1798, que no era, en rigor, una ¨®pera, sino un ?drama hist¨®rico? en prosa con intervenciones musicales. Pair estrena en Dresde (1805) su ¨®pera sobre el mismo terna, cantada en italiano. Un a?o antes, Sonnleithner traduce al alem¨¢n, para Beethoven, el libreto de Boully. Con el t¨ªtulo de Leonora obtiene una acogida muy fr¨ªa en la ?premiere? del teatro An der Wien, a finales de noviembre de 1805. Beethoven vuelve sobre la que ser¨ªa su ¨²nica ¨®pera a partir de las modificaciones introducidas en el libreto por Jorge Federico Treitschke y, al fin, bajo la denominaci¨®n de Fidelio se representa en el teatro vien¨¦s de Puerta Carintia, en la primavera de 1814.No fue, durante mucho tiempo, pieza favorita del gran p¨²blico y todav¨ªa, en los a?os 50, cuando Von Westerman publica su Knaurs Opernf¨¹hrer, anota que, fuera de Alemania, apenas se representa. Nuestro Teatro Real la dio a conocer en 1893 y, despu¨¦s de dos representaciones, no volvi¨® a incluirla en programa hasta su cierre, en 1925. El Liceo de Barcelona la estrena en 1921, con notable retraso, pero en cambio la mantiene desde entonces en el repertorio con cierta regularidad.
Teatro de la Zarzuela
Fidelio, de Beethoven.Directores: O. Alonso y F. Gerhards. Protagonistas: Napier, Remedios, Lagger, Bailey, Falkmann, Cid, Mekler. Orquesta C. de Barcelona. Coro RTVE.
La situaci¨®n de Fidelio es hoy distinta, tr¨¢tese de ¨¦ste u otro pa¨ªs. Si es cierto que el libreto -y el mismo argumento- es tan mediocre como el de tantas otras partituras del teatro musical, no es menos verdad que Beethoven despleg¨® su genio dram¨¢tico, que informa pr¨¢cticamente toda su obra instrumental, o hasta, conseguir resultados de plena belleza, m¨¢s sorprendentes por cuanto, en ocasiones, la m¨²sica de Fidelio se banaliza y ajusta a esquemas un tanto grangui?olescos. P¨¢ginas como las diversas oberturas, la introducci¨®n al segundo acto, el cuarteto can¨®nico del primero, el admirable aria de Leonora, el coro de prisioneros, son antecedente de la m¨¢s apretada construcci¨®n unitaria del segundo acto, cuyo primer ?climax? se alcanza en el aria de Florest¨¢n y cuyos efectos m¨¢s teatrales se imponen con el anuncio de la llegada del ministro D. Fernando. Sin olvidar el ambiente de todo el acto o la explosi¨®n liberadora del final, tan emparentada con la Oda a la Alegr¨ªa de la sinfon¨ªa con coros.
Lo m¨¢s interesante, desde el punto de vista dram¨¢tico, es la actitud de Beethoven, que orilla casi por completo lo descriptivo, la, ?m¨²sica de acci¨®n?, para penetrar en las significaciones fundamentales que no son otras sino las que animan gran parte de su legado: humanismo combativo contra un destino adverso que niega la libertad. El orden de las ideas beethovenianas en Fidelio queda muy expl¨ªcito en la Leonora n.? 3, que suele tocarse antes de la segunda parte de la representaci¨®n. ??Qui¨¦n escuchar¨¢ este trozo de m¨²sica -escribe Wagner- sin convencerse de que encierra, en s¨ª mismo-, el drama m¨¢s perfecto??
Fidelio, m¨¢s que cantar ?el amor conyugal?, como pens¨® Boully, canta la libertad frente a la tiran¨ªa. ?El amor conyugal -analiza Jean Orpustan en su estudio sobre la ¨®pera- es s¨®lo el resorte humano que permite la victoria de esa libertad? y, de paso, ?la exaltaci¨®n del papel de la mujer en el orden moral, social y pol¨ªtico?. (Sobre el tema recomiendo el libro de Jean y Brigitte Massin.)
Obra de gran dificultad, Fidelio nos ha llegado ahora en una versi¨®n brillante y plena de vitalidad. Od¨®n Alonso se hizo cargo de la direcci¨®n, hace muy pocos d¨ªas, por enfermedad del maestro contratado. Contando con su notable esfuerzo, la entrega y capacidad de la Orquesta Ciudad de Barcelona y la calidad de un reparto muy completo, los resultados se merecen no s¨®lo el aplauso que tuvieron, sino la estimaci¨®n de todos. Marita Napier hace y canta una Leonora rica de matices, poderosa y encendida; el Florest¨¢n del tenor Alberto Remedios es atractivo por musicafidad, siempre en lucha con las tradicionales ?alturas? beethovenianas; magistral el Rocco, de Peter Lagger, y a igual nivel el D. Pizarro, de Norman Balley, La Mekler, el espa?ol Manuel Cid y Karl Johan Falkmann, encarnaron a Marcelina, Joaqu¨ªn y el ministro. El coro de RTVE luci¨® en sus importantes intervenciones por encima de cualquier titubeo accidental. Los escenarios de Schwenke, la ?regie? de Gerhards y los trajes guardaron la t¨®nica de buen espect¨¢culo Musical y teatral. Por las razones apuntadas, mereci¨® el aplauso de honor el titular de la Sinf¨®nica de RTVE, Od¨®n Alonso.
Babelia
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