Arespacochaga
Despu¨¦s de haber inaugurado una cosa tan monumental y tan souffl¨¦ como la nueva plaza del Descubrimiento, Arespachochaga ha conocido el dolor de que los barrios de Madrid -los madriles- pidan su dimisi¨®n.-Bueno, tambi¨¦n a Churchill lo cesaron despu¨¦s de ganar la guerra -dice el abrecoches.
Eso es, se?or alcalde, piense usted que lo suyo es como lo de Churchill, y encima el puro, que un d¨ªa le vi a usted parar el auto en Cibeles y darle un puro por la ventanilla al guardia. Siguen ustedes haciendo paternalismo a golpe de puro y de bando municipal, como cuando Franco ten¨ªa un coraz¨®n de teniente, que dir¨ªa mi admirado Pedro Rodr¨ªguez.
Anoche ha habido una cena con m¨¢s de mil personas, por Cuatro Caminos, en la que se ha producido la delicada conjunci¨®n de los liberales de Larroque con los ¨¢cratas de Constantino Blanco. En este Madrid eurofranquista ya puede pasar todo, se?or Arespacochaga, y ustedes siguen creyendo que las moles imperiales de Vaquero Turcios, en Col¨®n, son las almenas de la ciudadela ultra de Alianza Popular.
Me preguntan de la televisi¨®n alemana qu¨¦ ha cambiado en Espa?a despu¨¦s de las elecciones" y digo que mientras no le cambien a usted, alcalde, no ha cambiado nada. Ahogado el prestigio pol¨ªtico de Fraga en los r¨ªos trucheros de Le¨®n, ahogado Arias en el r¨ªo truchero de su propio llanto, la continuidad franquista es usted, se?or Arespacochaga, y yo creo que no debe usted irse, aunque lo pida el pueblo, porque usted es ya como do?a Pilar Careaga, pero en m¨¢s hombre.
Lo ¨²nico el Viaducto, don Juan, que no le van a dar tiempo de cargarse el Viaducto. Aqu¨ª cada alcalde de Madrid se convierte en el monstruo de su laberinto municipal y se inventa un enemigo o una v¨ªctima. Que yo recuerde, Mayalde ten¨ªa la fijaci¨®n de los bulevares, hasta que los convirti¨® en autopista. Arias Navarro iba flechado a por la Casa de la Moneda. Garc¨ªa Lomas vol¨® la plaza de Olavide, que ayer he pasado por all¨ª y sigue el agujero inmenso, rodeado de tablas, porque el caso era volar la plaza, y ahora no saben qu¨¦ hacer con el hueco. A usted, en fin, lo que le motiva es el Viaducto.
La lucha del alcalde franquista contra la ciudad ha sido siempre una lucha tant¨¢lica, hom¨¦rica y pel¨®pida. Cada alcalde de Madrid ve Madrid como una gruta con sem¨¢foros que alberga al monstruo, al drag¨®n carolino que hay que destruir, y usted, San Jorge con puro, ha encontrado su drag¨®n carlotereista en el Viaducto, que efectivamente tiene algo de diplodocus con su inmensa y esbelta chepa de vac¨ªo. Si usted no se carga el Viaducto, usted es un frustrado, don Juan, y no le habr¨¢ servido de nada llegar donde ha llegado -a barrendero de honor, que recuerdo cuando le dieron la placa-, -ni siquiera le servir¨¢ haber inaugurado la plaza del Descubrimiento, con su tarta en porciones, su queso imperial en porciones y su franquismo en porciones.
Ya s¨¦ que la plaza es bonita y, usted est¨¢ orgulloso de ella, pero usted lo que quer¨ªa es tirar el Viaducto, porque usted ha nacido para eso y le educaron para eso, sic forj¨® rudamente para eso, bajo la espada de Franco, como Kafka para entrar en el castillo, y ahora resulta que quieren enga?arle a usted con una plaza como con un postre, con una plaza que es un postre, pero no le dejan tirar el Viaducto.
Un alcalde de la dictadura hab¨ªa cumplido su misi¨®n, y se hab¨ªa realizado cuando derrotaba al monstruo plateresco o neomud¨¦jar, porque la alcald¨ªa era como unasjustas del nuevo Imperio y al elegido se le designaba un enemigo urban¨ªstico e hist¨®rico con el que ten¨ªa que acabar, que as¨ª es como han acabado con Madrid. Pero usted, alca Ide de transici¨®n, quieren que se vaya sin cargarse nada. A usted, minotauro municipal en el laberinto madrile?o, va a sobrevivirle el Viaducto racional y funcional. Comprendo que le echen, porque ha venido la democrac¨ªa, pero que le dejen tirar antes el Viaducto.
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