Un obispo peruano revela que fue v¨ªctima de abusos en el Sodalicio y acusa a altos cargos del Vaticano de encubrirlos
Kay Schmalhausen publica un testimonio demoledor que describe el grupo religioso como una secta y afirma que la Curia ignor¨® sus denuncias. El Papa apunta a la disoluci¨®n de la organizaci¨®n y apoya a los periodistas que destaparon el caso
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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El esc¨¢ndalo del Sodalicio, grupo religioso ultraconservador de Per¨² con rasgos de secta y presente en otros pa¨ªses, suma un nuevo episodio en los abusos que salen a la luz desde hace a?os y que son investigados por el Vaticano. Tras la expulsi¨®n este a?o de su fundador carism¨¢tico, Luis Fernando Figari, y doce responsables, y las medidas contra su imperio econ¨®mico, todo apunta a que el Papa se inclina hacia su disoluci¨®n. Lo que ha estallado ahora es una bomba desde dentro: quien ha hablado es el peruano Kay Schmalhausen, de 60 a?os, obispo de Ayaviri hasta 2021 y miembro durante 40 a?os de la organizaci¨®n, que abandon¨® en 2018. En un art¨ªculo demoledor narra a?os de abusos, describe el grupo como una secta peligrosa y, sobre todo, acusa con nombres y apellidos a altos cargos de la Curia del Vaticano de no haber hecho nada tras su denuncia. Y eso que se trataba de un obispo. Y no fue hace muchos a?os, sino entre 2015 y 2016.
Schmalhausen se?ala, en un texto publicado por Religi¨®n Digital, al cardenal Sean O¡¯Malley que es un s¨ªmbolo de la lucha contra la pederastia en EE UU y presidente de la Comisi¨®n Pontificia de Tutela de Menores; al secretario de Estado, el n¨²mero dos del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin; y al franciscano espa?ol Jos¨¦ Rodr¨ªguez Carballo, arzobispo desde hace un a?o de M¨¦rida-Badajoz, que en Roma fue secretario de la Congregaci¨®n para los Institutos de Vida Consagrada entre 2013 y 2023. El prelado peruano asegura que con Rodr¨ªguez Carballo sufri¨® ¡°una denigraci¨®n como pocas he padecido¡±.
Rodr¨ªguez Carballo, contactado por este diario, ha replicado a trav¨¦s de una portavoz de la di¨®cesis extreme?a que ¡°no recuerda el caso¡± y asegura que ¡°no conoce personalmente¡± a Schmalhausen. Precisa que, seg¨²n sus recuerdos, el Vaticano nombr¨® a un comisario, el mexicano Guillermo Rodr¨ªguez, para que investigara los abusos, y tambi¨¦n encarg¨® al cardenal estadounidense Joseph William Tobin que indagara en las cuestiones econ¨®micas, que eran ¡°los asuntos m¨¢s espinosos¡±.
La organizaci¨®n ha admitido ya 67 v¨ªctimas de abusos, pero no ha reconocido otras muchas, que se estiman al menos en un centenar. En cuanto a su entramado empresarial, el Vaticano ha actuado porque las pr¨¢cticas de la organizaci¨®n, seg¨²n declar¨®, ¡°ponen en peligro la sana cooperaci¨®n que regula las relaciones entre la Iglesia y el Estado peruano¡±, dado que el Sodalicio se aprovech¨® del concordato de 1980 entre los dos Estados para hacer crecer su imperio econ¨®mico sin pagar impuestos. El actual arzobispo de Lima, el cardenal Carlos Castillo Mattasoglio, pidi¨® la disoluci¨®n del Sodalicio en un art¨ªculo publicado en EL PA?S en octubre.
Schmalhausen narra la misma experiencia de muchas v¨ªctimas: solo ha encontrado frialdad, las denuncias en su pa¨ªs no han servido para nada y cuando ha acudido al Vaticano, tambi¨¦n all¨ª se han empantanado. Tambi¨¦n acusa a la Conferencia Episcopal peruana: ¡°Hemos fallado gravemente en nuestra actuaci¨®n¡±. En cambio, defiende el ¡°trabajo impecable¡± de los enviados del Papa a Per¨² a investigar el Sodalicio, el espa?ol Jordi Bertomeu y el malt¨¦s Charles J. Scicluna, que estos meses han sido objetivo de una campa?a de desprestigio medi¨¢tico y judicial en Per¨². Como la que sufren, desde hace a?os, los periodistas que destaparon el esc¨¢ndalo, Paola Ugaz y Pedro Salinas, entre otros.
El prelado peruano entr¨® en 1980, con 14 a?os, en el Sodalicio de Vida Cristiana, fundado en 1971 por el laico Luis Fernando Figari, inspirado en la Falange espa?ola y muy extendido en las clases altas de Per¨². Afirma que sufri¨® desde el principio ¡°abusos, maltratos, humillaciones, burlas e insultos¡±, que duraron hasta los 25 a?os. Abusos, subraya, ¡°para la mayor¨ªa de las personas, inimaginables¡±. ¡°Lo que quiero decir es que, en el rango de los abusos de los que se acusa al Sodalicio, no qued¨¦ libre de ninguno¡±, concluye.
El Vaticano, en sus ¨²ltimos comunicados, ha hablado de abusos sexuales, m¨¦todos sectarios, abuso f¨ªsico, incluso con sadismo y violencia, ¡°abuso en el ejercicio del apostolado del periodismo (difamaci¨®n)¡±, y abuso de autoridad, con episodios de hackeo de comunicaciones. Schmalhausen define el Sodalicio y a los sod¨¢lites, como se conoce a sus miembros, como una ¡°comunidad sectaria¡±, ¡°un sistema pernicioso de manipulaci¨®n y control¡±, ¡°una burbuja¡±, un ¡°mundo paralelo, de manufactura ideol¨®gica y sectaria¡±. ¡°Con el abuso convertido en sistema, con una cultura interna t¨®xica, con comportamientos mafiosos, siempre actuando en la sombra¡±, acusa.
Pero la principal denuncia de Schmalhausen es contra el sistema que ha protegido durante a?os a la organizaci¨®n, despu¨¦s de que comenzaran a surgir las primeras acusaciones en 2000 y, sobre todo, a ra¨ªz del libro Mitad monjes, mitad soldados, de Paola Ugaz y Pedro Salinas, publicado en 2015. Los dos reporteros fueron recibidos la semana pasada por el Papa, que les mostr¨® su apoyo y les asegur¨® que llegar¨¢ hasta el final en esta investigaci¨®n. ¡°Esto va a acabar y va a acabar bien¡±, les dijo, seg¨²n informaron Ugaz y Salinas tras el encuentro.
Este obispo peruano relata que denunci¨® a Figari por abuso sexual en 2013, y para entonces otro alto cargo a quien acusa, Germ¨¢n Doig, ya hab¨ªa fallecido. ¡°Por supuesto, la investigaci¨®n del Sodalicio, en manos de Sandro Moroni y su consejo superior, qued¨® en nada¡±. Entonces decidi¨® acudir a Roma, entre 2015 y 2016, verbalmente y por escrito. ¡°Me entrevist¨¦ con el secretario de Estado, Pietro Parolin: silencio romano. Llev¨¦ mi denuncia personalmente a la entonces Congregaci¨®n para la Vida Religiosa, otro esfuerzo en vano¡±, relata, con su acusaci¨®n a Rodr¨ªguez Carballo. ¡°Un a?o despu¨¦s, ¨¦l mismo me pidi¨® que le enviara mi denuncia por correo electr¨®nico. No sirvi¨® de nada. Advert¨ª, asimismo, con un largo informe escrito, al cardenal Sean O¡¯Malley, cabeza de la Comisi¨®n de Prevenci¨®n de Abuso a Menores: silencio bostoniano¡±. A eso se a?adieron en Per¨², sostiene, campa?as de difamaci¨®n en el Sodalicio y tambi¨¦n entre los obispos de la Conferencia Episcopal. Se fue quedando solo.
El cl¨¦rigo latinoamericano concluye que ¡°toda puerta tocada se convirti¨® para m¨ª, a pesar de ser un obispo de la Iglesia, en puerta cerrada y sellada¡±. Aclara que no menciona los nombres de estos altos cargos vaticanos por ¨¢nimo de venganza, sino el deseo de que ¡°esta cultura eclesi¨¢stica enfermiza de ¡®no se dice, no se sabe¡¯, tenga en alg¨²n momento un punto final¡±.
¡°Me di cuenta de la dimensi¨®n sist¨¦mica del encubrimiento en la Iglesia¡±
Schmalhausen cita tambi¨¦n sus recuerdos de la visita del Papa a Per¨² en 2018, ¡°las miradas y gestos evasivos a mi saludo de los dos cardenales Parolin y O¡¯Malley, parte de la comitiva pontificia¡±. ¡°La indiferencia y frialdad fueron absolutas. Qued¨¦ devastado. Entonces me di cuenta de dos cosas: de la dimensi¨®n institucional ¨Dsist¨¦mica¨D del encubrimiento en la Iglesia y de que probablemente mi ministerio episcopal estaba llegando a su final¡±. Efectivamente, relata que en 2021 el nuncio en Per¨², Nicola Girasoli, le pidi¨® su renuncia ¡°por tel¨¦fono y a gritos¡±. ¡°Bast¨® una simple carta y una excusa de corte diplom¨¢tico: ¡®Mons. Kay deb¨ªa atender a su madre muy anciana¡¯¡±.
Este exsod¨¢lite tambi¨¦n da testimonio de las actividades econ¨®micas irregulares del Sodalicio, que lo han convertido en un influyente imperio empresarial. Lo describe como ¡°un pulpo con tent¨¢culos en todos los ¨¢mbitos de poder: eclesi¨¢sticos, financieros y civiles¡±. ¡°Si hablamos de los posibles mil millones de d¨®lares en cuentas offshore y a nombre de testaferros (da pena decirlo de una instituci¨®n religiosa), el dinero significa poder, y el poder es capaz de comprar conciencias y decisiones sobre personas e instituciones¡±. Asegura haber conocido de primera mano su modo de hacer negocios: ¡°Los vi coordinar y organizar a escondidas, con absoluta impunidad, decisiones y acciones delictivas¡±.
Schmalhausen concluye con una llamada de atenci¨®n a toda la Iglesia: ¡°Los tiempos han cambiado. Mientras como pastores de la Iglesia no entendamos que nuestra actuaci¨®n no deber¨ªa circunscribirse a meros tr¨¢mites burocr¨¢ticos ni mucho menos estar motivada por intereses, bander¨ªas y agendas de uno u otro tipo, ser¨¢ dif¨ªcil que demos la talla a los desaf¨ªos de la Iglesia en el Per¨² y el mundo. Son tiempos en que pr¨¢cticamente todo se llega a saber. La impunidad y omert¨¢ en la Iglesia, hoy por hoy, parece no resistir por mucho tiempo¡±.
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