Don Juan Carlos y Tarradellas conversaron durante 45 minutos

En la ma?ana de ayer, el Rey recibi¨® durante 45 minutos al presidente de la Generalidad de Catalu?a, Josep Tarradellas, quien iba acompa?ado de Carlos Sent¨ªs, diputado de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico por Barcelona. Seg¨²n inform¨® Frederic Rahola, colaborador directo de Tarradellas, el Rey y el presidente de la Generalidad sostuvieron una conversaci¨®n animada ?ellos dos solos? durante toda la entrevista.

La fuente mencionada afirm¨® que el di¨¢logo entre Tarradellas y el Rey hab¨ªa sido ?perfecto sobre puntos neur¨¢lgicos?. A?adi¨® que ?son probables decisiones r¨¢pidas sobre Catalu?a, posiblemente por v¨ªa de decreto-ley?.Frederic Rahola manifest¨® que, seg¨²n Tarradellas, ?el Rey estaba muy bien enterado de las cuestiones catalanas, lo cual motiv¨® que la conversaci¨®n se centrara r¨¢pidamente en los temas de fondo?.

Respecto a estos temas de fondo no hubo posibilidad de obtener ninguna precisi¨®n. No obstante, el criterio dominante ayer en todos los medios pol¨ªticos catalanes era que Tarradellas pretend¨ªa obtener el reconocimiento legal de la Generalidad como ¨®rgano del autogobierno de Catalu?a por v¨ªa de decreto-ley, a promulgar antes de que se constituyeran las nuevas Cortes.

En efecto, tanto ahora como en 1931, en Catalu?a se sabe perfectamente que el poder legislativo espa?ol matizar¨¢ hasta lo indecible -sea cual sea la correlaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas- en reconocimiento del poder auton¨®mico catal¨¢n. De ah¨ª el inter¨¦s en obtener resultados concretos en una negociaci¨®n directa y previa con el poder ejecutivo y, en definitivo, con el propio jefe del Estado, es decir, el Rey.

Una vez m¨¢s, la similitud hist¨®rica con los a?os treinta es obvia. Se tratar¨ªa ahora, como antes, de obtener el reconocimiento previo de la instituci¨®n m¨¢xima del autogobierno de Catalu?a, la Generalidad, para luego proceder a enmarcar el contenido de sus poderes definitivos mediante la elaboraci¨®n de un estatuto de autonom¨ªa. En el per¨ªodo de transici¨®n, los poderes de la Generalidad ser¨ªan los propios de las actuales cuatro diputaciones catalanas.

Cuesti¨®n de tiempo

El futuro estatuto de autonom¨ªa seria elaborado por una comisi¨®n probablemente establecida por los parlamentarios catalanes, para ser posteriormente plebiscitado por el pueblo catal¨¢n y finalmente discutido y aprobado en las Cortes. Para este proceso es impensable un per¨ªodo inferior a un a?o. En los a?os treinta el mismo proceso dur¨® diecisiete meses y, desde luego, cost¨® innumerables esfuerzos -particularmente a Manuel Aza?a- pese a que aquellas Cortes Constituyentes se situaban marcadamente a la izquierda de las que est¨¢n en ciernes.

Por todo ello, lo que m¨¢s se teme en estos momentos en Catalu?a es, simplemente, la remisi¨®n del tema de la autonom¨ªa a las Cortes. Dado el grado de euforia y el optimismo reinantes ahora en Catalu?a, una decisi¨®n de este tipo sin antes obtener una institucionalizaci¨®n de Catalu?a podr¨ªa iniciar un movimiento popular de car¨¢cter autonomista y de alcance desestabilizador imprevisible, no s¨®lo a nivel catal¨¢n, sino a nivel de toda Espa?a.

La negociaci¨®n ahora en curso y protagonizada por Josep Tarradellas ser¨ªa, pues, de car¨¢cter ?institucional?. Por parte catalana se limitar¨ªa a requerir el reconocimiento legal de la Generalidad de Catalu?a y el beneficio obtenido por parte gubernamental ser¨ªa evitar que los problemas estructurales de Catalu?a pusieran en cuesti¨®n la estabilidad de la Monarqu¨ªa.