Contra el divorcio
En el editorial de EL PAIS ?Por una ley del Divorcio? aprecio una serie de argumentos con los que no estoy de acuerdo:-Quiebran la leg¨ªtima conexi¨®n entre el orden jur¨ªdico y el orden moral.
-Se desprende de su texto que la indisolubilidad del matrimonio proviene s¨®lo del sacramento y que s¨®lo afecta, por tanto, a los fieles cat¨®licos. Cuando el divorcio no s¨®lo atenta al matrimonio como sacramento, sino tambi¨¦n al mismo matrimonio, tal como fue querido por Dios como instituci¨®n natural, antes de ser elevado por Cristo a la dignidad de sacramento.
-La indisolubilidad no se debe desprender de la confesionalidad religiosa del Estado, sino de las exigencias de derecho natural. Por tanto, la ley humana debe reconocerla como algo exigido por el bien com¨²n temporal, ¨²nico criterio al que debe acudir, en cualquier caso, el legislador civil. Desde el punto de vista legislativo, la indisolubilidad deber¨¢ ser mantenida o negada tan s¨®lo en cuanto se considere conveniente o no, conforme o contraria al bien com¨²n.
-A la intimidad del v¨ªnculo matrimonial corresponde su enorme trascendencia social, enlazando otra vez con el bien com¨²n. El eje matrimonio- familia-sociedad se rompe en su primer punto y deriva sus graves consecuencias en los dos siguientes.
-La visi¨®n del divorcio como un derecho; cuando los pa¨ªses divorcistas lo permiten con restricciones; cuando no existe un ?derecho al divorcio? catalogable entre los otros derechos fundamentales de la persona humana, que no admiten restricciones; cuando no existe'el derecho al divorcio en la Declaraci¨®n de las Naciones Unidas, de 1948.
-Una especie de ?complejo de infenoridad? ante Europa que nos obliga a imitarla. Cuando es competencia. de cada Estado regular sus instituciones civiles, m¨¢s a¨²n cuando se trata del derecho defamilia, que m¨¢s que ning¨²n otro responde a principios tradicionales. a normas morales y sociales propias de cada pa¨ªs, y no necesariamente compartidas por los dem¨¢s.
- Ver al divorcio, ?en cierta medida, como un bien social?. Habr¨¢ que considerar que el divorcio engendra divorcio; que la simple existencia del divorcio narcotiza los esfuerzos hacia la deseable reconciliaci¨®n entre los c¨®nyuges, acabando por convertir en ?intolerable? el matrimonio, precisamente, por la posibilidad de disolverlo; finalmente, que los hijos de los divorciados, seg¨²n el Anuario Dernocr¨¢ficio de la ONU, 1957 y 1963, poseen ¨ªndices mayores de criminalidad juvenil, consumo de estupefacientes, a la vez que aparecen trastornos o perturbaciones s¨ªquicas y aumentan los porcentajes de hijos ileg¨ªtimos
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