La imposible autarqu¨ªa inform¨¢tica
Antes de cinco a?os, las empresas y entidades espa?olas pueden verse forzadas a consumir un elevado porcentaje de determinados productos inform¨¢ticos con licencia de fabricaci¨®n nacional, si entra en vigor un proyecto elaborado por el anterior equipo ministerial, algunas de cuyas disposiciones se encuentran ya en plena vigencia. La protecci¨®n a la firma espa?ola Secoinsa -en la que participa la japonesa Fujitsu- y la autorizaci¨®n a algunas multinacionales para instalar factor¨ªas en Espa?a, se revelan como los nudos gordianos de lo que puede acontecer.El plan ideado por el Ministerio de Industria consiste en gravar sucesivamente -hasta un 200%- todo producto inform¨¢tico vendido en Espa?a, que no gozara del correspondiente certificado de fabricaci¨®n nacional. Esta calificaci¨®n se conceder¨ªa, adem¨¢s de a los productos fabricados por Secoinsa, a los procedentes, s¨®lo o en parte, de las factor¨ªas instaladas en Espa?a, pertenecientes a multinacionales.
El proyecto ha alarmado notablemente a las empresas que operan comercialmente en el mercado espa?ol, por cuanto estiman que podr¨ªa generar numerosos casos de importaci¨®n encubierta que cercenar¨ªan definitivamente sus posibilidades de supervivencia en Espa?a; ya complejas por las numerosas irregularidades que suelen detectarse en los concursos abiertos para dotar de instalaciones cibern¨¦ticas a organismos oficiales y empresas p¨²blicas, principales consumido res de material inform¨¢tico.
En sus razonamientos numerosos expertos consultados por EL PAIS destacan las dificultades que podr¨ªan presentarse a la hora de intentar delimitar la procedencia nacional de los componentes de cualquier ordenador o terminal, derivadas de la complejidad estructural y t¨¦cnica de los productos inform¨¢ticos. Esto, se considera igualmente v¨¢lido para los productos de Sec61nsa, ya que nadie parece conceder credibilidad a las grandilocuentes declaraciones de sus dirigentes.
La historia de "Secoinsa"Aunque los prop¨®sitos de constituir en Espa?a una empresa inform¨¢tica aut¨®ctona datan de m¨¢s de una, d¨¦cada, hasta marzo de
1975 no se constituye oficialmente la Sociedad Espa?ola de Comunicaciones e Inform¨¢tica, Secoinsa, con participaci¨®n mayoritaria de la Fujitsu, cuyo representante en Espa?a, Jos¨¦ Sol¨ªs -reiteradamente ministro de Franco-, es su actual presidente. Por parte espa?ola, aportan capital a la empresa el INI, Telef¨®nica y algunos bancos. Posteriormente, absorbe a Telesincro, otra empresa del sector radicada en Barcelona, especializada en la fabricaci¨®n de terminales y con un aceptable nivel tecnol¨®gico, en la que participaban la propia Telef¨®nica y entidades catalanas.
Durante sus primeros dos a?os de existencia, Secoinsa no ha contado siquiera con instalaciones industriales propias, ya que las de la sociedad catalana no han sido jam¨¢s utilizadas. Jos¨¦ Sol¨ªs, su presidente, empe?¨® su palabra en que la factor¨ªa se instalar¨ªa al sur de Despe?aperros, en un momento en que la crisis de mano de obra de la zona santanderina de Corrales de Buelna, causada por el cierre de Authi, aconsejaba ubicar la planta industrial de la inform¨¢tica en aquella comarca. La posterior vuelta al Gobiemo de Jos¨¦ Sol¨ªs acelera los tr¨¢mites y, a principios de este a?o, se aprob¨® la adquisici¨®n de unos terrenos en un pol¨ªgono industrial en construcci¨®n, junto a M¨¢laga, cuyo anterior propietario no ha sido desvelado. Aunque su presidente asegur¨® que la cadena de producci¨®n arrancar¨ªa en mayo o junio, todav¨ªa no se tiene noticia de actividad alguna.
Seg¨²n los t¨¦cnicos, la entrada de Fujitsu en la sociedad espa?ola fue un aut¨¦ntico disparate, ya que su tecnolog¨ªa padece un notable retraso con respecto a la de las empresas punteras norteamericanas.
Las multinacionales
Al tiempo que el desarrollo espa?ol alcanza cotas m¨¢s estima bles, las multinacionales de la in form¨¢tica van intentando penetrar en el mercado, en cerrada y no siempre transparente competen cia. En los ¨²ltimos meses, y posiblemente ante las perspectivas del plan de Industria, los esfuerzos de algunas multiriacionales se encaminan a obtener la autorizaci¨®n del Gobierno para instalar una factor¨ªa en territorio nacional. Hasta ahora, s¨®lo dos han logrado hacerse con la autorizaci¨®n que puede otorgarles la llave de ser consideradas fabricante nacional: IBM, cuya factor¨ªa en Valencia ya funciona plenamente y va a ser. ampliada,y Univac, cuya ubica ci¨®n todav¨ªa se desconoce. Aunque por el momento ambas empresas se ven obligadas a exportar un elevado porcentaje de sus producciones, existe la posibilidad de que, a partir de 1980, estos cupos se vean notablemente reducidos.
La utop¨ªa
El apego a los triunfalismos y ciertas reminiscencias aut¨¢rquicas de otras ¨¦pocas han motivado que se atribuya a Secoinsa una gama de fabricaci¨®n imposible de producir, a¨²n en el supuesto de que contara con una envidiable tecnolog¨ªa. De acuerdo con las previsiones de los dirigentes de la. empresa, en la factor¨ªa de M¨¢laga deber¨¢n fabricarse cerca de una decena de diferentes tipos de terminales, miniordenadores U 100 y U 300, modems, y otros equipos de inform¨¢tica y auxiliares de comunicaciones, que no s¨®lo ser¨ªan suficientes para cubrir la demanda interior, sino que podr¨ªan destinarse en parte a la exportaci¨®n.
Parece que la ¨²nica posibilidad razonable ser¨ªa acometer la fabricaci¨®n de una reducida gama con una etapa de rodaje tecnol¨®gico previo
Demasiada confusi¨®nEn general, los distribuidores de empresas inform¨¢ticas se quejan de las numerosas irregularidades existentes a nivel administrativo y de la escasa informaci¨®n que se proporciona. Prueba de ello -se?alan- son los intentos de centralizaci¨®n de las comunicaciones inform¨¢ticas en la Telef¨®nica -de alguna manera juez y parte por sus intereses en Secoinsa-, las deficiencias e irregularidades en la convocatoria y adjudicaci¨®n de concursos, as¨ª como el desconocimiento t¨¦cnico de la mayor¨ªa de potenciales clientes, que facilita notablemente las pr¨¢cticas irregulares en el ¨¢mbito comercial. El parque de ordenadores espa?ol es todav¨ªa muy reducido, pero en muchos casos se mantiene en una total infrautilizaci¨®n. Faltan estudios y estad¨ªsticas sobre los rendimientos de las instalaciones, a pesar del considerable costo que entra?an. Son muchos los organismos y empresas -especialmente en sectores de la Administraci¨®n- que renuevan o ampl¨ªan sus equipos inform¨¢ticos sin efectuar previamente un an¨¢lisis de sus necesidades reales.
Lo cierto es que, en el mercado inform¨¢tico espa?ol se mueven no pocos intereses e importantes cantidades de dinero, y no precisamente por los elevados precios de los productos, sino tambi¨¦n por numerosos suplementos, siempre dif¨ªciles de contabilizar.
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