Evaporaci¨®n del 18 de Julio
Un 18 de julio, el primero, estaba yo de estudiante en el extranjero. ?C¨®mo describir mi emoci¨®n, al leer en los grandes titulares de un peri¨®dico que el ej¨¦rcito de Marruecos se hab¨ªa sublevado y que estaban cortadas las noticias de Madrid? Como una inmensa mayor¨ªa de espa?oles, no estaba yo templado para la guerra civil. Pasar¨ªan d¨ªas y me decidir¨ªa, sin embargo, por uno de los bandos en lucha. El asesinato del jefe de la oposici¨®n, Calvo Sotelo, por el que yo no ten¨ªa la menor simpat¨ªa, a manos de la polic¨ªa misma, era un suceso tan atroz que hac¨ªa olvidar el estallido de la insurrecci¨®n; era fruto de una larga conspiraci¨®n apoyada por potencias extranjeras.Pero no es que tenga importancia p¨²blica ahora lo que yo entonces hice; es que no es la primera vez que escribo con ocasi¨®n de esta fecha. Durante algunos a?os me dej¨¦ llevar de mi impulso inicial, y all¨¢ iba mi pluma al servicio de la fecha. Han pasado a?os, muchos m¨¢s, en que yo ya no la he celebrado sino con preguntas hechas a solas, y ahora, al abrirse la quinta d¨¦cada despu¨¦s del 18 dejulio primero, puedo, en alta voz, decir algo sobre el sentido de este d¨ªa. Y no tendr¨ªa valor lo que pueda decir si no lo encuadrara en el recuerdo de lo que dijo y de lo que he pensado ahora.
Hay reg¨ªmenes pol¨ªticos, los basados en una revoluci¨®n, que tienen fecha fundacional. As¨ª es el 14 de julio en Francia, o el D¨ªa de la Independencia en los Estados Unidos o en otros pa¨ªses de Am¨¦rica. Pero tambi¨¦n hay pa¨ªses que no sienten basada su subsistencia en una revoluci¨®n, que tienen una idea como inmemorial de su historia, que acaso prefieren olvidar contiendas pasadas y despolitizan, si la tienen, una fiesta comunal, nacional, de todos los ciudadanos.
La fecha nacional puede consistir en una afirmaci¨®n pol¨ªtica, casi una declaraci¨®n de guerra, como seguramente lo es la conmemoraci¨®n de la revoluci¨®n de octubre en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y como lo eran las fechas de la marcha sobre. Roma o de la que llamaban Toma del Poder en la Alemania nazi. Es posibl¨¦ que el 14 de julio la toma de la Bastilla, tuviera inicialmente ese sentido, pero los ideales de la Igualdad ante la ley y del gobierno representativo se han hecho tan indiscutibles, que ahora ya no es una fiesta pol¨¦mica.
El 18 de julio, en cambio, es una fiesta pol¨¦mica. Su disfraz de Fiesta del Trabajo que le impusimos algunos falangistas que cre¨ªamos en las posibilidades demag¨®gicas del sindicalismo no pudo ocultar nunca lo que representaba de agresi¨®n desesperada, de ¨²ltimo acto de u na creciente serie de atentados y violencias por ambas partes.
En las primitivas conmemorac¨ªones del 18 dejulio fue un componente importante la combinaci¨®n de lo que se llamaba ?nacional? con lo ?social?. La demagogia fascista, los tonos delirantes de unas ?reivindicaciones? imposibles, y ya inactuales, coloreaban los primeros aniversarios del estallido de la guerra.
Pero, alrededor de Espa?a aislada, los acontecimientos hist¨®ricos se precipitaban y el cerco desesperado en que se debat¨ªan Hitler y Mussolini orient¨® pronto de otra manera el 18 de julio. Me acuerdo que el ¨²nico 18 de julio que acud¨ªa la fiesta de La Granja fue en compa?¨ªa del entonces ministro Gabriel Arias Salgado. La guerra ya estaba decidida, y tanto ¨¦l como su director de prensa, Juan Aparicio, dedicaron, en la fiesta todas sus atenciones al agregado de la Embajada de los Estados Unidos. Discutimos despu¨¦s, porque yo consideraba que, mientras fu¨¦ramos falangistas (e ¨ªbamos vestidos de camisa azul), no pod¨ªamos dignamente pasarnos a quien naturalmente nos despreciar¨ªa.
Mas no import¨® ir cambiando matices, y en el 18 de julio se acentu¨®, a partir de entonces, lo que ten¨ªa de cruzada y de desaf¨ªo al comunismo internacional y de vuelta a la eterna cat¨®lica Espa?a. Es probable que los a?os de retirada de embajadores y de repudio por vencedores en Potsdam volvieran a acentuar moderadamente los tonos fascistas. Pero la inconsistencia ideol¨®gica del r¨¦gimen priv¨® de contenido al 18 de julio. Era cada vez m¨¢s una fiesta cansada, ya ¨²nicamente consagrada al poder personal del general Franco y de los que le apoyaban porque les apoyaba. Todos, los antiguos combatientes (no ex combatientes de profesi¨®n) y los que con m¨¢s o menos convencimiento hab¨ªan estado en un lado de la. trinchera, sent¨ªan aquello ajeno, fr¨ªo, ritual y sin inter¨¦s. Y no digamos los que estuvieron, por ideas o por geograf¨ªa, en el otro bando.
No, no lleg¨® nunca el 18 de julio a ser fiesta nacional. Ni fiesta fundada en una ideolog¨ªa, fiesta desafiante, pero acaso vuelta al porvenir y a la esperanza -aunque sea s¨®lo de un partido dominante-, ni fiesta ya diluida y popular en la que no hay ni vencedores ni vencidos. Como la guerra civil misma, la fecha fue personalizada, y las personas desaparecen de este mundo, evapor¨¢ndose todo lo que no era m¨¢s que su aureola.
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