Un mal paso
ES INNEGABLE que la intervenci¨®n del vicepresidente para Asuntos Econ¨®micos, se?or Fuentes Quintana, y la declaraci¨®n program¨¢tica del Gobierno, le¨ªda por el ministro adjunto para Relaciones con las Cortes, se?or Camu?as, hab¨ªan producido honda impresi¨®n en la opini¨®n p¨²blica y recibido una acogida favorablemente expectante en los medios de informaci¨®n. La sinceridad en reconocer la gravedad de la situaci¨®n, la valent¨ªa en indicar que el primer paso consistir¨ªa en una reforma fiscal, la insistencia en asegurar que el Gobierno negociar¨ªa con la Oposici¨®n sus decisiones, todo parec¨ªa augurar que el Gabinete Su¨¢rez iba a contar con un equipo econ¨®mico con ideas claras y dispuesto a actuar de forma coherente.Pero, una vez m¨¢s, las p¨¢ginas del Bolet¨ªn Oficial del Estado han proyectado una gran sombra en tan ilusionada actitud. En efecto, un real decreto del Ministerio de Comercio y Turismo, publicado en el BOE del d¨ªa 19 de julio, ?establece disposiciones complementarias a la normativa vigente en materia de precios?. No se deje enga?ar el lector por tan gris y burocr¨¢tico encabezamiento, pues lo que tras ¨¦l se esconde es una ambiciosa pol¨ªtica a lo rey Canuto dirigida -?nada menos! - a regular los precios.
En un inefable pre¨¢mbulo, el real decreto nos explica que ?el elevado grado de inflaci¨®n que soporta la econom¨ªa espa?ola y el indispensable ajuste realizado en la paridad de nuestra moneda, hace necesaria la adopci¨®n de medidas... que permitan que sus variaciones se sit¨²en dentro de unos justos l¨ªmites y que los empresarios, conociendo las orientaciones de la pol¨ªtica de precios, puedan colaborar, bajo su propia responsabilidad, en el cumplimiento de los objetivos establecidos por el Gobierno?.
Olvidemos las reminiscencias escol¨¢sticas de la referencia al precio justo y al paternalismo impl¨ªcito en que los empresarios sepan lo que quiere el Gobierno; se trata de adoptar un r¨¦gimen transitorio -entre el 12 de julio y el 30 de septiembre- para todos los bienes y servicios no incluidos en un r¨¦gimen de vigilancia especial y precios autorizados. Seg¨²n dicho r¨¦gimen, en esos dos meses y medio los empresarios s¨®lo podr¨¢n repercutir los incrementos que en sus costes de producci¨®n se hayan originado desde el 12 de julio. La inconcreci¨®n de la redacci¨®n deja oscuro si esta situaci¨®n transitoria se aplica s¨®lo a los veintitr¨¦s productos b¨¢sicos establecidos en el real decreto de 26 de noviembre de 1976 o, si como todo induce a pensar, el intento se refiere a iodos los bienes y servicios no incluidos entre los 58 autorizados y los ochenta de vigilancia especial.
Pues bien, dif¨ªcilmente se hallar¨¢n en menos l¨ªneas m¨¢s atentados a la buena l¨®gica econ¨®mica que las del citado pre¨¢mbulo del real decreto de Comercio. Cuando los libros de texto m¨¢s elementales nos dicen que la eficacia de una devaluaci¨®n depende en gran parte de que su efecto se deje sentir ¨ªntegramente en los precios interiores, parece como si nuestras autoridades se empe?aran en intentar lo contrario, para desgracia de la econom¨ªa espa?ola. Se objetar¨¢ que se trata de impedir que bajo pretexto de encarecimientos debidos a la devaluaci¨®n, empresarios poco aprensivos aprovechen para elevar indebidamente sus precios. Pero si uno cree, como el Gobierno manifiesta, en ?un sistema de libertad econ¨®mica y de mercado... y se propone... eliminar las trabas, intervenciones... injustificados...?, el medio m¨¢s apropiado no reside en reforzar la burocracia de los servicios de vigilancia, las inspecciones y los expedientes, sino en dejar jugar al mercado, aun cuando las consecuencias del juego no nos gusten en un principio.
No sabemos muy bien si el Ministerio de Comercio, al que de seguir por ese camino pronto habr¨¢ que calificar de Ministerio de Intervenci¨®n, se habr¨¢ percatado de que, en el futuro, se le podr¨¢ tener por entero responsable de la inflaci¨®n, pues, al menos en teor¨ªa, controla. todos los precios; o si la Vicepresidencia para Asuntos Econ¨®micos reaccionar¨¢ con rapidez a lo que, a ojos de un observador atento, aparece como una ruptura clara del principio de coherencia de planteamientos y unidad de decisi¨®n.
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