La agon¨ªa de la Universidad
Grupo AFE
El programa del nuevo Gobierno no se ha hecho eco, en su primera declaraci¨®n, de los problemas de la educaci¨®n. Es de esperar que esta cuesti¨®n sea abordada en las pr¨®ximas semanas. No es el menos inquietante de todos ellos la Universidad, cuyo final de curso invita a la reflexi¨®n.
Son muchas las voces que vienen denunciando el deterioro creciente de su misi¨®n y de sus estructuras, y es, en muchos casos, visible la falta de responsabilidad de los estamentos discente y docente. No procede entrar aqu¨ª en el examen de las causas que han originado la situaci¨®n en que nos encontramos. El hecho es que, en el ¨²ltimo bienio, apenas hay facultad que haya cumplido sus programas docentes. Un a?o, huelga de escolares; otro, huelga de PNN. Y nadie puede garantizar que en el pr¨®ximo no se produzca el paro de catedr¨¢ticos y agregados. La incomprensi¨®n del franquismo hacia el quehacer universitario y el integrismo pol¨ªtico e ideol¨®gico de muchos equipos ministeriales, al lado de la improvisaci¨®n educativa de la etapa Villar, provoc¨®, como es sabido, una intensificaci¨®n de los conflictos estudiantiles y acentu¨® la represi¨®n y el dislocamiento de la Universidad. Las consecuencias de todo ello han sido profundamente negativas.
Demagogia y feudalismo en las c¨¢tedras
A fuerza de sufrir una autoridad represiva, los -estamentos -universitarios han tomado partido frente a todo tipo de tutela: los discentes frente a los docentes; ¨¦stos, frente a los decanos y rectores, y todos, crecientemente, frente al Ministerio La herencia de la sociedad anterior, donde la represi¨®n se entremezclaba con claras muestras de demagogia educativa, ha generado en muchos universitarios la convicci¨®n de que nadie puede pedirles cuenta de, su rendimiento y de su trabajo, como ocurre con todo tipo de trabajador. Quien lo hiciera ser¨ªa descalificado inmediatamente, como un residuo m¨¢s de la dictadura. Nadie se atreve, por ello, a se?alar a un estudiante, a un ?penene? o a un numerario que no cumple sus deberes o no desempe?a eficazmente sus funciones, pero todos nos sentimos con derecho a criticar la baja rentabilidad social del ?alma mater?, sin creernos, ni individual ni colectivamente, responsables de esta situaci¨®n.
Ministerio y profesores, todos, han abdicado de las dimensiones leg¨ªtimas de una autoridad educativa basa da en el saber y en el testimonio del magisterio cient¨ªfico y no, por supuesto, en el privilegio de un grupo, de una ideolog¨ªa o de un cuerpo prestigioso. Y esta inhibici¨®n, nacida del temor a asumir la responsabilidades, a perder la imagen o la comodidad, se combina m¨²ltiples veces con formas de autoritarismo propias de una estructura docente de ra¨ªz medieval. No es dif¨ªcil contemplar en nuestra Universidad -clases, claustros y despachos rectorales una curiosa y parad¨®jica exacerbaci¨®n seudo democr¨¢tica con un fuerte rebrote de ancestral feudalismo de importantes sectores de los catedr¨¢ticos. La forma de negociar desde los tribunales de oposiciones, el voto a favor del propio ?vasallo? o del ?vasallo? del colega, exigiendo o prometiendo la correspondiente contraprestaci¨®n para la oposici¨®n siguiente, es una conocida prueba de ello, as¨ª como la resistencia a favor del nombramiento digital de los profesores no numerarios.
La dictadura del penenariado
La masificaci¨®n de las aulas ha poblado de PNN la Universidad. En la de Madrid, esta clase de profesores tiene a su cargo, como es sabido, la mayor parte de las ense?anzas. Su presencia en las clases arroja un balance desigual, donde el activo supera fuertemente al pasivo. Sin ella la Universidad no hubiera sobrevivido los dif¨ªciles ¨²ltimos a?os.
No obstante, en el seno de este estamento docente ha surgido tambi¨¦n la improvisaci¨®n, y no falta, sino abunda, la escasa preparaci¨®n y la irresponsabilidad. Es indudablemente un resultado de la urgencia y el modo de reclutamiento dedocr¨¢tico, practicado hasta ahora con la protesta exterior y la complicidad secreta de muchos PNN. La puesta en marcha del proceso de contrataci¨®n, creado el curso pasado y basado, te¨®ricamente, en un sistema de concurso p¨²blico, no ha funcionado de hecho. En parte -como se ha dicho-, por el caciquismo de los jefes de departamento, y en parte -lo que no se ha se?alado-, por la posici¨®n de los PNN, que en bastantes facultades tomaron el acuerdo de mantener en los puestos docentes a cuantos los ven¨ªan ocupando, por este mero hecho, con independencia de su rendimiento cient¨ªfico. convirtiendo as¨ª en funciones permanentes los contratos administrativos temporales y falseando el sistema que ellos mismos hab¨ªan reivindicado.
No es, por ello, extra?o que existan, en el seno de un departamento, profesores, repetidamente suspendidos en su etapa de alumnos, en asignaturas que forman parte del mismo. Ni tampoco que tengan a su cargo disciplinas quienes son incapaces de ense?arlas con m¨ªnimo rigor y dignidad. L¨®gica consecuencia, por lo dem¨¢s, de la penuria con que son contempladas estas plazas de PNN por el presupuesto universitario, que est¨¢ provocando, cada vez con mayor intensidad, la deserci¨®n de muchos buenos profesionales de la carrera docente.
La situaci¨®n trata de superarse la utop¨ªa de que todos los profesores son iguales. Bajo el ?fuera oposiciones y tesis doctorales? subyace una firme hostilidad a todo tipo de control del acceso a los niveles docentes y la oculta esperanza de perpetuar el cargo alcanzado por la v¨ªa del amistoso privilegio.
Desorganizaci¨®n y corruptelas
No puede esperarse que, hoy por hoy, la soluci¨®n de estos problemas provenga del aparato burocr¨¢tico de la Universidad. Su incapacidad y desorganizaci¨®n para hacerlos frente son, desde hace a?os, suficientemente notorias. Quien por razones profesionales haya de entrar en contacto con los resortes administrativos de la Complutense sabe hasta qu¨¦ punto cuanto escribo es una realidad. Dif¨ªcilmente puede encontrarse un ente estatal m¨¢s lento e inoperante. La existencia de una Junta de Gobierno que mantiene una fuerte lucha por las dotaciones y la distribuci¨®n del presupuesto, objetivos fundamentales de ciertos decanos, parece olvidar que sus aulas han permanecido durante el curso vac¨ªas, y no se han impartido en muchas disciplinas la docencia necesaria, es una buena prueba de ello. Un ¨®rgano de Gobierno que se ha mostrado claramente incapaz de resolver el conflicto y la huelga del PNN y casi de hacerse cuesti¨®n de ella, debiera haber presentado su dimisi¨®n. Sin embargo. permanece y tolera, como en otras etapas, las corruptelas caracter¨ªsticas de la vida universitaria.
Tambi¨¦n en la Universidad anida la inmoralidad bajo esta forma. A fuerza de padecerla, contemplarla y hacer su cr¨ªtica, ha acabado por dejarse impregnar de ella, si es que no ha sido, en todos estos a?os, una de sus fuentes m¨¢s vergonzantes. Se incumplen las dedicaciones e incluso las exclusivas se hacen compatibles con altos puestos en la Administraci¨®n central o institucional, lo que prohibe la ley. Se abandonan las clases. Se propician las huelgas. Se sugieren aprobados generales. Se magnifican peque?os trabajos como tesis. Se nombran profesores a los hijos de los amigos o a los graduados que garantizan un nuevo perfil pol¨ªtico a quien tiene un pasado que ocultar.
Con tales antecedentes no es f¨¢cil un buen funcionamiento de la Instituci¨®n Universitaria. La escasez de efectivos resulta as¨ª un resultado de las corruptelas m¨¢s que un hecho real. Cuando decanos y rectores reclaman mayor n¨²mero de ense?antes, ?han intentado previamente una redistribuci¨®n de los recursos humanos de que disponen? ?Por qu¨¦ no publican el n¨²mero de profesores con sus dedicaciones que tiene cada Universidad o facultad y las asignaturas a las que corresponden. para que se conozca realmente la relaci¨®n profesor alumno oficial, medida en horas de docencia?
Una Universidad democr¨¢tica tendr¨¢ que reordenar estas cosas y planear el mejor aprovechamiento de sus recursos humanos y materiales. Una Universidad democr¨¢tica tendr¨¢ que exigir a sus alumnos el rendimiento imprescindible. Y habr¨¢ de replantearse si el gasto en muchos profesores ineficaces y en muchos alumnos que no se hacen acreedores a la ayuda p¨²blica recibida, puede justificarse en un pa¨ªs con un sector p¨²blico tan insuficiente para satisfacer las verdaderas necesidades educativas de la sociedad. ?Una Universidad democr¨¢tica puede comportarse de igual modo que la Universidad del franquismo?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.