Los marginados y la revoluci¨®n
Confieso que comenc¨¦ a leer este libro con una cierta prevenci¨®n. Al leer el ¨ªndice y hojearlo me pareci¨® advertir -lo que, en cierto modo, es verdad- que se trata de la historia, un poco a saltos, de uno o de tres temas vitales en cuanto tratados en literatura o en una especie de psicolog¨ªa, cuasipsicoanal¨ªtica, a trav¨¦s de la literatura. Algo as¨ª como una o tres tesis doctorales sobre las mujeres, los homosexuales y los jud¨ªos en tanto que seres marginados -Aussenseiter en el t¨ªtulo original-, estudiados en la literatura y en la relaci¨®n entre literatura y vida. (?Por qu¨¦ s¨®lo estas tres especies de marginados? ?Por qu¨¦ no, tambi¨¦n, negros, enfermos mentales, subnormales, salvajes, etc¨¦tera? Sin duda, desde el punto de vista de mis prejuicios iniciales, porque sobre ellos hay mucha menos literatura.) En suma, un viaje por esos temas -cr¨ªtica de temas- a trav¨¦s del tiempo, al que habr¨ªa correspondido bien mi modo de leerlo: en un viaje, largo viaje, en el espacio, desde California a Nueva York, con veinticuatro horas de forzada detenci¨®n all¨ª y continuaci¨®n, luego, a Madrid.Y, sin embargo, a poco de empezar a leer, en serio, la obra, advert¨ª, a la vez que el acierto del t¨ªtulo castellano, la funci¨®n que en ella se reconoce a la literatura. La cultura en general y, dentro de ella, la literatura en particular, nos presentan las invenciones de la imaginaci¨®n er¨®tico-machista con respecto a la mujer y al homosexual y las invenciones m¨ªtico-religiosas y m¨ªtico-racistas con respecto al jud¨ªo.
Hans Mayer:
Historia maldita de la literatura. La mujer, el homosexual, el jud¨ªo. Taurus. Madrid, 1977.
Hans Mayer distingue bien entre los marginados intencionales o voluntarios, sonderlings u originales, conforme a una concepci¨®n est¨¦tica de la vida y, cabr¨ªa a?adir, mavericks o disidentes -entre los que, modestamente, me incluyo-, conforme a una concepci¨®n pol¨ªtica de la vida, y los marginados de los que a ¨¦l le interesa hablar. Pero quiz¨¢ no distingue con precisi¨®n entre una marginaci¨®n como la de la mujer -que ser¨ªa, pretendidamen te, una marginaci¨®n natural, fun dada en la presunta superioridad del macho sobre la hembra- o la del homosexual -que se fundarla en el comportamiento sexual contranatural de ¨¦ste- y la margina ci¨®n del jud¨ªo, basada originaria mente en una interpretaci¨®n m¨ªtico-religiosa de la literatura neotes tamentaria. En el primero y segun do caso se apela al concepto de lo natural. En el tercero, al de lo sobrenatural. Evidentemente, ambas marginaciones son culturales, pues tan cultural es el concepto de ?ley natural? como el del orden sobre natural.
Filosof¨ªa de la excepci¨®n
Mas ya es tiempo de que nos refiramos por derecho a los conceptos fundamentales del libro. Por una parte, frente al ideal abstracto de la igualdad, propio de la ilustraci¨®n hist¨®rica del siglo XVIII, se presenta la demanda de una ilustraci¨®n permanente o ilustraci¨®n m¨¢s all¨¢ de la ilustraci¨®n, que convoque a una filosof¨ªa del ser humano concreto y sea, por tanto, filosof¨ªa de la subjetividad siempre ¨²nica, filosof¨ªa de la diferencia y la excepci¨®n. Desde este punto de vista -el de Montaigne para su tiempo, el de Kierkegaard, el de Adorno- la marginaci¨®n -y, en el l¨ªmite, la condici¨®n de monstruose erige en realidad fundamental. No, naturalmente, la marginaci¨®n elegida, a la que antes hemos hecho referencia, sino la marginaci¨®n existencial, como el autor la llama, en la que el marginado, sin buscarlo ni quererlo, se encuentra. Esta marginaci¨®n como destino ser¨ªa el s¨ªmbolo mismo de la existencia en cuanto transgresi¨®n de todos los l¨ªmites. El marginado existencial se nos aparecer¨ªa as¨ª como la situaci¨®n extrema de toda condici¨®n humana. Y su suerte, tambi¨¦n, la que hemos de pensar y vivir como nuestra, en una apropiaci¨®n personal de la filosof¨ªa de la subjetividad.Y todo el recorrido del libro, a trav¨¦s de la obra -y la vida- de mujeres, homosexuales yjud¨ªos, va a desembocar en la triste conclusi¨®n de un doble fracaso, contra el que, sin mucha esperanza, se ha de luchar permanente m ente: el fracaso de la integraci¨®n, el fracaso de laprovocaci¨®n.
La mujer
En la mujer esto es muy claro. El esc¨¢ndalo de Juna de Arco termin¨® en su santificaci¨®n y asunci¨®n como s¨ªmbolo de Francia, es decir, de una asimilaci¨®n reducida y edulcorada. El conflicto de la novelista inglesa George Eliot, en una escisi¨®n de su personalidad y adopci¨®n de doble vida. La provocaci¨®n de la novelista francesa George Sand, en su reducci¨®n a moral a rebours como burguesa de la inmoralidad e intento de constituci¨®n de un ?esc¨¢ndalo de responsabilidad limitada?. Hay tambi¨¦n, claro, el esc¨¢ndalo simb¨®lico de figuras m¨ªticas, Dalila, Judit, Salom¨¦, pronto convertidas en im¨¢genes l¨²dico-er¨®ticas de la perversi¨®n masculina, m¨¢s o menos masoquista, proyectada asimismo en vampiras, ondinas y femmes fatales o lolitas. La mujer que acepta la marginaci¨®n se da de antemano por derrotada. Pero la que pretende marginarse de la marginaci¨®n recae en un estado que no es ni ¨ªntegraci¨®n ni ruptura, y que termina siempre en manipulaci¨®n y en aceptaci¨®n por la mujer -quiera o no- de su personificaci¨®n de las rebuscadas invenciones del var¨®n. Es verdad que hoy existe un relativamente pujante movimiento de liberaci¨®n de las mujeres. El autor piensa, de acuerdo con su postulado fundamental, que su peligro es la emancipaci¨®n abstracta. Y pese al pansexualismo de Norma Mailer, yo dir¨ªa que est¨¢ de acuerdo con ¨¦l en su visi¨®n -o previsi¨®n- neopuritana del movimiento.
Los homosexuales
Lo mismo les ocurre a los homosexuales, salvo que se pongan la m¨¢scara de la respetabilidad y escindan su existencia en una doble vida -Winckelmann, Andersen- o se encierren herm¨¦ticamente en un mundo s¨®lo de hombres -M?nnerbunde, amor griego y homosexuales nazis, pero tambi¨¦n Andr¨¦ Gide- El autor, para quien Verlaine, clochard y pecador siempre arrepentido, es el mejor ejemplo de pleno fracaso en el esc¨¢ndalo, considera, siguiendo a Sartre, que Jean Genet es quien m¨¢s lejos ha sido capaz de llevar la provocaci¨®n de la marginaci¨®n, y no solamente en el plano homosexual. Tambi¨¦n siguiendo a Sartre y, a la vez, de acuerdo con su idea de una historia (maldita) de la literatura, ve en su obra un intento de liberaci¨®n por la escritura, por la literatura, por el ensayo de ser ¨¦l mismo ante el espejo de su obra. El final de la histona es, con todas las variaciones que se quieran, siempre el mismo: la m¨¢xima de la no integraci¨®n -para hablar al modo de Kant- no puede constituirse en principio de una legalidad homosexual. El ?monstruo?, en cuanto que se acepta como tal, se condena ¨¦l mismo a la soledad de la subjetividad.Estamos hablando de un libro muy importante, que muestra la incidencia de la literatura m¨¢s all¨¢ de lo puramente literario, en su conexi¨®n con los problemas concretos y en su fuerza de presentaci¨®n de la vida real. Libro, adem¨¢s, de publicaci¨®n muy oportuna, en estos momentos de politicismo y vana espqranza de que entre la pol¨ªtica econ¨®mice y la pol¨ªtica tout court nos resolver¨¢n todos los problemas humanos. Las libertades concretas, subjetivas -el autor, citando a Trotski, llega a hablar de un socialismo libertario-, la felicidad, lo que en ¨²ltimo t¨¦rmino da sentido a nuestra vida, no nos lo puede resolver la pol¨ªtica al uso. Se requiere una reforma, ruptura o revoluci¨®n que, sin dejar de ser pol¨ªtica y econ¨®mica, sea tambi¨¦n, y no menos, cultural. Al autor, lo ve¨ªamos, le gusta la expresi¨®n marginaci¨®n existencial, que suena demasiado a existencialismo y, con ¨¦l, a destino inexorable. Sin negar lo que de ¨¦l haya, los marginados que llama existenciales, las mujeres, los homosexuales, los jud¨ªos, y tambi¨¦n los negros, los locos, los presos antes llamados comunes y que hoy, con mejor acuerdo, se empiezan a llamar sociales, las prostitutas y otros grupos menores de gentes sometidas a marginaci¨®n, ?no son m¨¢s bien marginados sociales y culturales? Como tales debemos considerarlos si es que, de verdad, queremos, en la medida de lo posible, redimirlos, redimimos.
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