La cultura
Contaba Ortega de un profesor de Derecho Romano que empezaba as¨ª su lecci¨®n:-El Imperio Romano comenz¨® por no existir.
La frase del profesor s¨®lo es comparable a la de cierto alumno:
-Los Reyes Cat¨®licos constan de dos: Isabel y Fernando.
Bueno, pues es lo que me dec¨ªa la otra ma?ana Rafael Ans¨®n, mientras se tomaba el mel¨®n con jam¨®n del almuerzo:
-Naturalmente, un Ministerio de Cultura tendr¨ªa que empezar por no existir. Pero ya que existe...
La cultura no necesita Ministerios, del mismo modo que dec¨ªa Camus que si existiese Dios no ser¨ªan necesarios los curas. Pero ya que tenemos un Ministerio de Cultura y Bienestar, supongo que don P¨ªo Cabanillas har¨¢ lo m¨¢s inteligente que se puede hacer al respecto: procurar que el Ministerio y la cultura se ignoren rec¨ªprocamente. Porque yo creo que la cultura no necesita ni siquiera "Protecci¨®n. Lo que menos necesita. la cultura es protecci¨®n. Proteccion es lo contrario de libertad y lo ¨²nico que necesita la cultura es libertad. Bueno, lo he dicho mal: la cultura no es sino la forma apol¨ªnea de la libertad. Luego, la libertad tiene otras formas menos apol¨ªneas.
-Un suponer -me apremia el conde de Lavern (ap¨®crifo), que ha estado de vacaciones en Italia y los turistas yanquis le tomaban por un gondolieri.-Pues un suponer, las formas salvajes de la libertad, las formas libres de la libertad, que son las que encarnan en un preso de Carabanchelo en Susana Estrada.
-Ah¨ª entro yo -salta Amilibia desembaraz¨¢ndose de su whisky- Susana Estrada y otras famosuelas han decidido poner de moda el afeitado general del cuerpo femenino. Ya no quieren ni la natural vestimenta capilar.
Dicen que eso es lo ¨²ltimo, o sea lo moderno de ahora: la mujer rasurada de la cabeza a los pies, pasando por eso que el poeta llamaba el tri¨¢ngulo hirsuto.
Bueno, las gog¨®s de Rains¨¦s, en el alto Nilo y el bajo Egipto, ya hab¨ªan descubierto el rasurado general como forma de insinuaci¨®n, el estrip-tease capilar y el videoset de Susana Estrada. Hay que dejar que crezcan las formas salvajes de la libertad, se?or Cabanillas, aunque tengo entendido que en estos d¨ªas se ha dado instrucciones a editoriales y revistas para que paren o moderen la-ola-de-erotismo-que-nos-in-vade.
Demasiado tarde, porque el desnudo ya no vende. Digo que hay que permitir que proliferen las formas naturales y salvajes de la libertad, porque en seguida se agotan en s¨ª mismas o se transforman en un fen¨®meno superior: a este proceso es a lo que llamamos cultura.
-Una coartada cultural para justificar el rasurado de SusanaEstrada -masculla el parado.
La cultura, alguien lo ha dicho, es la gran Celestina, pero dejemos, se?or ministro, que la cultura celestinee al hombre, a la mujer, al artista, que al final siempre sale algo: el David de Donatello o un arlequ¨ªn de Picasso.
-No olvidemos que la televisi¨®n la ven las familias, los ni?os -me objeta Rafael Ans¨®n, que tiene ya pr¨¢cticamente ganada la batalla contra el mel¨®n con jam¨®n.
-Eso me recuerda -le digo- lo que me dijo Todorenko, responsable de la cultura en Rusia o algo as¨ª: que censuraba Cien a?os de soledad por respeto al pueblo.
Lo que pasa es que la cultura nunca ha sido respetuosa, sino insolente. No se hace cultura ni arte a partir de la urbanidad, sino a partir de la osad¨ªa. Esto es lo que no suele entrarles en la cabeza a los pol¨ªticos y dirigentes de la cultura de-uno-u-otro-signo. Esperemos del nuevo ministro de Cultura y Bienestar que empiece por entender que no hay bienestar en la cultura, porque la cultura es fundamentalmente un malestar, como ya avizor¨® Freud, que las ve¨ªa venir, aunque ni ¨¦l hubiera visto venir el rasurado general de Susana Estrada, anticipado por Linda Lovelace en el europorno. La cultura y Susana Estrada, como el Imperio Romano, empezaron por no existir. Dej¨¦moslas, se?or ministro, que vivan su vida.
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