La retirada de Urtain
Urtain era algo as¨ª como un altorrelieve musculado de la mitolog¨ªa del tardofranquismo. Urt¨¢in era el David de Donatello del franquismo, pero sin ese cosito de plexigl¨¢s que le ponen ahora en la virilidad al David de Donatello, los cient¨ªficos americanos, para reparar desfallecimientos de la virilidad unidimensional y marcusiana.Urtain se retira. Me lo dijo Manuel Leguineche, paisano y bi¨®grafo del boxeador. Manuel Leguineche est¨¢ entre Oriana Fallaci, Hermingway y Urt¨¢in, pero en extrema izquierda y escribiendo sus cosas directamente al t¨¦lex:
-Que Urtain se retira.
-Pues te has quedado sin musa, macho.
Es como si a m¨ª se me retira Pitita, un suponer. Y no es que se me retire, pero me la quieren incautar, que ha ido a verla mi querido Rafael Lafuente, el futur¨®logo, y le ha dicho que si la puede sacar en sus art¨ªculos. Y ella, muy espa?ola:
-Yo estoy en exclusiva con Umbral.
No hay como las nacionales para esto. Urtain, muy nacional, ha estado durante unos a?os como estamos todos, Pitita, Rafael Lafuente, B¨¢rbara Rey, yo mismo: aguantando la piedra del ¨¦xito, aguantando el tipo, que se dec¨ªa antes. Aguantando la imagen, que se dice ahora. Pero, de pronto, Jos¨¦ Manuel Ibar, Urtain, se ha cansado de aguantar, ha tirado la piedra y, sin esconder la mano, dice que se va a montar unos negocios en Benidorm.
Urtain, S¨ªsifo en camiseta, S¨ªsifo con chapela, al que en lugar de Camus ha glosado Leguineche, con no menos m¨¦rito, sub¨ªa y bajaba la piedra para nada, que es lo que hacemos todos: empu?ar el propio destino, el propio ¨¦xito la propia biograf¨ªa, la propia imagen y mantenernos en alto para nada, descansando un poco cuando C¨¦sar Lucas o los fot¨®grafos de Europa Press miran para otro lado.
Yo un suponer. Esta semana habla de m¨ª Andr¨¦s Amor¨®s, cr¨ªtico de lo fino, en La Estafeta Literaria, y D¨¢maso Santos, el entra?able D¨¢maso, en Pueblo, y el Institut Libre Marie-Haps, de la Universidad de Lovaina, me remite la traducci¨®n y tesis de Claude Denagtergal sobre un libro m¨ªo. Se ve que en la Universidad de Lovaina todav¨ªa no me han calado de fr¨ªvolo, como en la Complutense el se?or Elvira. Bueno, pues todas estas pijadas ayudan a sostenerla piedra.
Urtain, el hombre, como nadie hac¨ªa tesis sobre ¨¦l en Lovaina, ha tirado la piedra y ha hecho bien. He escrito en alg¨²n sitio que ha tenido la ¨²ltima valent¨ªa: la valent¨ªa de huir. El tardofranquismo iba generando arquetipos franquistas a gran velocidad: Lola Flores, el Cordob¨¦s, Urtain. S¨ªsifos de la inutilidad de vivir org¨¢nicamente, que es lo que ¨¦ramos todos y lo que era el R¨¦gimen mismo, muerto la otra ma?ana en las Cortes y autopsiado por mi querido Manuel Vicent (bienvenido) en este peri¨®dico. El R¨¦gimen, como Urtain, se manten¨ªa en vilo a s¨ª mismo, en un ejercicio circense-filos¨®fico ante Dios y ante la Historia, o sea a teatro vac¨ªo.
Urtain, como el R¨¦gimen, ha sido fuerza pura para nada. Gran muchacho y gran deportista, a pesar de mi querido Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, Urtain se hab¨ªa convertido involuntariamente en el coloso de Rodas del franquismo, y ahora que inuere el franquismo muere el coloso, porque de Urtain hubiera dicho Ortega lo que dijo de El Escorial y de la obra de Proust:
-Es el esfuerzo puro homenaje¨¢ndose a s¨ª mismo.
M¨¢s o menos. Ten¨ªa mayor grandeza, Urtain, que si hubiese sido un gran boxeador, porque lo suyo era potencia exenta, no dirigida, una cosa que no ba a ninguna parte ni conduc¨ªa a nada, como la democracia org¨¢nica. La democracia org¨¢nica ha dejado caer la piedra con estruendo y tardanza. Les ha costado, a los t¨ªos. Urta¨ªn, en cambio, suelta su piedra vasca de aizcolari elegantemente y se va a Benidorm de forzudo particular. Urtain-S¨ªsifo hemos sido todos durante cuarenta a?os, sosteniendo en alto para nada una gran roca que, como ya nos advirtiera G¨®ngora, ?ha tantos siglos que se viene abajo?. Y se vino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.