La paga del pecado
El 18 de julio ha sido una fecha feliz para unos, indiferente para otros, y siniestra para los que perdimos la guerra. Para aquellos que perdimos, para nada, amigos, familiares, nuestro peque?o patrimonio, e incluso nuestro empleo. Porque a los que sin haber siquiera militado en ning¨²n partido nos desped¨ªan de nuestro trabajo seg¨²n sanci¨®n de un Tribunal de Depuraci¨®n (as¨ª lo llamaban), completamente arbitrario.?Y cu¨¢l ha sido mi pecado? Pues, sencillamente, que he puesto la mano a la famosa ?paga del 18 de julio?. Esa paga que a costa de los bolsillos de las empresas fue tan f¨¢cil decretarla; esa paga que en todos los casos ha sido como una propina de soborno al pueblo, por todo lo que se ve¨ªa obligado a consentir. Esa paga que a modo de generosa d¨¢diva, cre¨® la pasada autocracia con todo tipo de poderes arbitrarios, absolutismo, avasallamientos y represiones a todos los derechos humanos.
Esa paga la he aceptado yo, haci¨¦ndome con ello solidario de la injusticia, olvidando ego¨ªstamente a los mutilados que lucharon tambi¨¦n por Espa?a, y que a¨²n hoy contin¨²an sin percibir sus pensiones, y que los muchos que han muerto ya no las cobrar¨¢n jam¨¢s. Y yo he aceptado esa paga en mi propio beneficio sin pensar lo que hoy pienso -ya tarde- de que ven¨ªa a ser algo as¨ª como el precio de mi libertad. Monedas que yo cog¨ªa, mientras otros purgaban penas de c¨¢rcel o eran torturados, todo porque pensaban de distinta manera que los vencedores.
He pecado, s¨ª, y ya s¨®lo me queda el derecho de arrepentirme pidiendo p¨²blicamente perd¨®n a quienes no he sido leal benefici¨¢ndome de aquella maldita paga.
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