Ver al Rey
Cuando el pueblo, al que ahora se llama soberano, desea ver de cerca a sus Reyes, a¨²n en ocasi¨®n tan se?alada como la sesi¨®n inaugural de las nuevas Cortes, se interpone entre pueblo y Reyes una actividad estatal, m¨¢s relacionada al parecer con el llamado orden p¨²blico que con la seguridad de las personas reales, que dificulta con eficacia el deseado contacto, aun visual.Como un madrile?o m¨¢s, desde las once hasta las 11.45 del viernes 22 intent¨¦ encontrar un lugar pr¨®ximo a la escalinata principal de acceso al palacio de las Cortes, y con buena visibilidad sobre ella; vano intento, pues las aceras pr¨®ximas, inmediatas y opuestas, constitu¨ªan zona prohibida; con correcci¨®n y, a veces, paciencia, los agentes de la Polic¨ªa Armada obligaban a circular o imped¨ªan el paso del p¨²blico que se iba congregando.
As¨ª pues, cuando algo despu¨¦s de las doce llegaron los Reyes, fueron entrevistos con dificultad por un p¨²blico no muy numeroso, por falta de espacio inmediato suficiente, pero bastante entusiasta.
?Lo que ten¨ªamos que hacer era no venir m¨¢s a cosas de ¨¦stas, y ya ver¨ªais c¨®mo nos tendr¨ªan que llamar? -se quej¨® ingenuamente a mi lado una anciana, cuando una de las numerosas furgonetas de la Polic¨ªa Armada aparc¨® delante del trozo de acera que ella ocupaba, priv¨¢ndole de visibilidad.
No esper¨¦ al final del acto y abandon¨¦ el lugar pensando que si los ejecutantes materiales del orden p¨²blico est¨¢n experimentando evidentes dificultades para adaptarse con ¨¦xito a nuestra incipiente democracia, esto todav¨ªa debe resultar m¨¢s dif¨ªcil a los directivos y planificadores del mismo, quienes, por razones de orden p¨²blico, imponen in¨²tiles molestias a una poblaci¨®n que acude voluntariamente, deseosa de ver de cerca a sus Reyes, sin que tales molestias aumenten ostensiblemente el margen de seguridad o garanticen la imposibilidad de un magnicidio. Proteger a los Reyes aumentando la distancia f¨ªsica que los separa de su pueblo no parece la medida m¨¢s conveniente.
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