Raci¨®n de pulpo
Ahora que estamos en plena campa?a ecol¨®gica, he aqu¨ª un pulpo gigante que defiende su ?habitat? contra las malas artes de una gran empresa constructora. Sin embargo, este singular protagonista, en vez de dirigirse al concejal correspondiente, pasa a la acci¨®n y se decide a tomar la justicia por su mano, cosa que lleva a efecto en un principio con seres indefensos, como ni?os o marineros impedidos. Una vez iniciada la carrera de sus reivindicaciones, su sed de venganza va en aumento. No le bastan excursionistas o buceadores y acaba destrozando una regata infantil cuyos balandros de colores y sus infantiles tripulantes acabar¨¢n por seguir el camino de sus v¨ªctimas anteriores.Entre tales v¨ªctimas se halla la novia de un domador de orcas, agresivos cet¨¢ceos, asesinos de focas y ballenas, a quienes su due?o, una especie de San Francisco de As¨ªs laico, habla y al que ellas aman, seg¨²n se evidencia luego, aunque demasiado tarde. Tambi¨¦n hay un viejo periodista que interpreta John Huston, demasiado d¨®cil con la censura; un jefe de empresa demasiado comprensivo, en el que reconocemos a Henry Fonda, y una madre exuberante y simp¨¢tica que no es otra que Shelley Winters. Los tres parecen haberse equivocado de pel¨ªcula, hallarse en este filme por casualidad o de vacaciones, tan vac¨ªos y hueros son sus personajes. Los dem¨¢s actores -de alg¨²n modo habr¨ªa que llamarlos-, s¨ª parecen encontrarse a sus anchas entre yates, mares tranquilos y abrazos mortales del pulpo en cuesti¨®n, trucados bastante torpemente.
Tent¨¢culos
Direcci¨®n: Olivier Hellman. Protagonistas: John Huston, Shelley Wintersy Henry Fonda. Color.A venturas. EE. UU., 19 76. Local de estreno: Palacio de la M¨²sicay Novedades.
El relato, el filme entero, como ya se adivina, ha sido perpetrado siguiendo la huella del famoso Tibur¨®n, y como aqu¨¦l y para aqu¨¦llos que gustan de gorilas, tiburones o dinosaurios en el cine, puede tener su mensaje o moraleja ahora que parece obligado ejercer de ex¨¦geta o leer entre l¨ªneas, incluso entre l¨ªneas tan torpes como las de este tipo de pel¨ªculas. As¨ª, la venganza de su viscoso protagonista bien podr¨ªa suponer la respuesta de la Naturaleza a la fementida sociedad de consumo, simbolizada en ese mundo de yates y balandros, de obras bajo el mar, de un mundo en el que las orcas se convierten en payasos. Pero todo ello supondr¨ªa ir demasiado lejos. Lo m¨¢s probable es que s¨®lo se haya intentado segu¨ª! la estela comercial del famoso escualo y nada m¨¢s, con poca imaginaci¨®n y no demasiados medios para este tipo de trucajestal como se evidencia en el duelo final, cuyo dramatismo se f¨ªa, sobre todo, a la banda de sonido, salvando a las empresas constructoras, cargando las culpas de los desastres ecol¨®gicos sobre las espaldas de ejecutivos demasiado celosos, jugando con el viejo truco de hacer saber al p¨²blico lo que los personajes ignoran y sacrificando alg¨²n que otro cefal¨®podo a la vez que tres grandes actores digno de empe?os mayores.
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