Nadie oculta las dificultades que plantea la solicitud espa?ola

La prensa europea acoge, en general, con bastante moderaci¨®n la candidatura de Espa?a a las Comunidades Europeas. La mayor¨ªa de los comentaristas destacan la ?importancia hist¨®rica? y el ?significado pol¨ªtico?, pero ninguno oculta ?los m¨²ltiples problemas de orden institucional, econ¨®mico y agr¨ªcola?.

Es evidente que el peso de la solicitud espa?ola crea una dimensi¨®n totalmente nueva a la ampliaci¨®n del Mercado Com¨²n. A pesar de que todos los Gobiernos esperaban dicho paso por parte del Gobierno espa?ol, nadie oculta que las negociaciones ser¨¢n largas, complejas y llenas de escollos.Las reacciones oficiales en las capitales de la CEE son parecidas a las de los comentarios de prensa. Var¨ªan, sin embargo, en funci¨®n de la situaci¨®n interna, pol¨ªtica y econ¨®mica, de cada uno de los nueve Estados de la CEE.

Inquietud francesa

Par¨ªs no puede ocultar su ?preocupaci¨®n? real y electoral. La agricultura se utiliza como ?caballo de Troya?, pero los franceses no ocultan sus temores a la competencia industrial. Tampoco a la p¨¦rdida de influencia pol¨ªtica de su querida ?pol¨ªtica mediterr¨¢nea?.Londres, con m¨¢s problemas internos que externos, por el momento, en lo que se refiere a su propia pertenencia al Mercado Com¨²n, apoya el gesto hist¨®rico del Gobierno de Madrid. Gran Breta?a no tiene miedo a la competencia agr¨ªcola. Su tradici¨®n librecambista, sobre todo en productos agrarios, la coloca en buena posici¨®n. Sus reservas pueden nacer en el momento de negociar el estatuto de Gibraltar. Con una Espa?a miembro del Mercado Com¨²n, el estatuto del Pe?¨®n ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil, si no imposible, de sostener por Londres.

Roma, con m¨¢s habilidad que Par¨ªs, se prepara para dar la ?batalla agr¨ªcola?, lo que no le impide que se declare defensora de la idea de la ampliaci¨®n.

Pragmatismo alem¨¢n

Bonn, con su tradicional pragmatismo, no expresa totalmente sus sentimientos. Calcula el coste de la operaci¨®n. Espera ganar la partida a Par¨ªs y, sin declaraciones triunfalistas de ?padrinazgo?, acina su ofensiva para aumentar su prestigio e influencia pol¨ªtica y econ¨®mica en los tres pa¨ªses candidatos.Bruselas, La Haya y Luxemburgo est¨¢n particularmente inquietos por el aspecto institucional de la ampliaci¨®n de la CEE. Temen que se vaya hacia un ?directorio? de los grandes de la CEE, con p¨¦rdida de influencia para los peque?os, sobre todo si en la Comisi¨®n Europea y en los Consejos de Ministros se va, como parece inevitable, hacia la regla del voto por mayor¨ªa en las decisiones comunitarias.

Dubl¨ªn y Copenhague ven el futuro de la extensi¨®n con ¨®pticas diferentes. Los daneses lo observan a cierta distancia, desde su cruce de caminos entre una EE en la que s¨®lo creen a medias y una comunidad n¨®rdica, a la que se encuentran tambi¨¦n vinculados. Los irlandeses temen que con nuevas ?bolsas de subdesarrollo? en la Europa comunitaria el reparto de ayudas del fondo social y la pol¨ªtica regional sean menos generoso para Irlanda.

En todo caso, los nueve no pueden decir ?no? a la candidatura de Espa?a, pero har¨¢n todo lo posible por atemperar el entusiasmo y corregir distorsiones internas (agr¨ªcolas, econ¨®micas, regionales y sociales) antes de abrir totalmente las puertas a Espa?a, Grecia y Portugal en las Comunidades Europeas.