Futuro incierto para la isla
La muerte del arzobispo Makarios, uno de los m¨¢s h¨¢biles negociadores y pol¨ªticos del Mediterr¨¢neo -lo que ya es mucho decir-, tanto que el 20 de julio de 1974, en ocasi¨®n de la invasi¨®n turca de Chipre -consigui¨® ?resucitar? cuando los turcos y los coroneles griegos lo hab¨ªan dado ya por enterrado, puede volver a encender la llama del odio, siempre latente, en la infortunada isla, e incluso la de la guerra entre Grecia y Turqu¨ªa.Si bien Makarios ha desaparecido cuando las conversaciones greco-turco-chipriotas arrastraban m¨¢s de tres meses de ?impasse?, lo cierto es que el arzobispo era, probablemente, el ¨²nico chipriota con suficiente autoridad sobre los nacionalistas chipriotas, e incluso sobre los partidarios de la enosis, que pod¨ªa sacarlas del atolladero en que se encuentran, no s¨®lo por su autoridad personal interna sino tambi¨¦n por los v¨ªnculos internacionales que supo restablecer despu¨¦s de su asombrosa ?resurrecci¨®n?: especialmente con el liberalismo griego de Caramanlis, al que lo uni¨® el desprecio por el militarismo de Atenas, que quiso desalojarlo de Nicosia; con algunos sectores del Partido Popular turco de Encevit; con el Congreso norteamericano y con el secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim. Su persona era pues, hasta ahora, el eje imprescindible, y casi ¨²nico, por el que ten¨ªa que pasar cualquier soluci¨®n de conflicto.
El pasado 7 de abril concluy¨® en Viena, con un fracaso, la sexta fase de las negociaciones entre las dos comunidades chipriotas. Las cinco estapas precedentes (28 de abril-3 de mayo, 3-7 de junio, 31 de julio, 2 de agosto y 8-10 de setiembre de 1975 y 17-21 de febrero de 1976) se saldaron con el mismo resultado. Por si fuera poco, el ¨²nico acuerdo, el del 2 de agosto de 1975, por el que se decidi¨® garantizar la seguridad, en la zona de ocupaci¨®n turca, de los 12.000 grecochipriotas que no hab¨ªan huido de los bombardeos del ej¨¦rcito de Ankara, no fue respetado en todos sus t¨¦rminos. Este hecho, unido a los problemas constitucionales y a las diferencias en torno de la distribuci¨®n del territorio entre los grupos ¨¦tnicos griego y turco, condujo en abril ¨²ltimo al desentendimiento de Viena. Un desentendirniento particularmente lamentable porque Makarios estaba dispuesto a aceptar la divisi¨®n de la isla en dos estados federados, con un 20-25% de territorio para los turcos y el resto para los grecochipriotas. Si se considera que Chipre, ocupado hoy en un 40% por las tropas turcas, viven 500.000 greco-chipriotas y s¨®lo 120.000 turco-chipriotas -m¨¢s 50.000 nuevos emigrantes turcos-, el plan de Makarios, que entre enero y fines de marzo mereci¨® hasta la atenci¨®n de Ankara, no resultaba descabellado.
Tras la muerte del arzobispo, Las perspectivas de arreglo no parecen muy alentadoras, en particular para los greco-chipriotas, aunque hoy en Anka¨²a se sugiera que su muerte puede, justamente, facilitar un acuerdo, puesto que del futuro de la isla se ha eliminado el peso de su personalidad. Pero para ello ser¨ªa necesario, quiz¨¢s, que fuese Ecevit y no Demirel, demasiado presionado por los nacionalistas musulmanes, el que tuviera que negociar el porvenir de Chipre.
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