El programa nuclear y la pol¨ªtica exterior
El Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN), publicado a principios de 1975 previ¨® acelerar un programa nuclear cuya estructuraci¨®n hab¨ªa comenzado con anterioridad a la llamada crisis del petr¨®leo; con ¨¦l se esperaba tener instalados en 1985 unos 22.000 MW de potencia el¨¦ctrica nuclear.El optimismo que rodeaba por aquel entonces el desarrollo de esa energ¨ªa era general. Prueba de ello es, por ejemplo, el famoso informe de la OCDE titulado ?Perspectivas energ¨¦ticas al a?o 1985?, realizado y publicado al mismo tiempo que el PEN. Los resultados previstos en el citado informe para el conjunto de los pa¨ªses de la OCDE ven¨ªan de alguna forma a respaldar la opci¨®n que presentaba el Plan espa?ol, pues compaginaba seguridad en los suministros y coste ?razonable?.
A finales de 1974 se firm¨® el Tratado del Programa Internacional de la Energ¨ªa (PIE), uno de cuyos fines era la promoci¨®n de los usos pac¨ªficos de la energ¨ªa nuclear. Espa?a firm¨® ese Tratado y se convirti¨® en miembro de pleno derecho de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (AIE), organismo encargado de la ejecuci¨®n del PIE.
Desde entonces, muchas cosas han pasado y casi todas han contribuido a enfriar aquel optimismo inicial. Un segundo informe de la OCDE (?Perspectivas energ¨¦ticas mundiales?) publicado en Par¨ªs en enero de este a?o, rebaja considerablemente las previsiones de la contribuci¨®n nuclear al abastecimiento energ¨¦tico de los pa¨ªses industrializados en 1985.
Ha habido, por un lado, una marcada oposici¨®n de ciertos sectores de la opini¨®n p¨²blica que se ha traducido en mayores plazos de construcci¨®n y mayores costes de capital. Ser¨ªa interesante observar la evoluci¨®n del coste esperado por KW instalado en centrales t¨¦rmicas nucleares desde 1974 y comparado con la evoluci¨®n de un ¨ªndice significativo de incremento de precios de la energ¨ªa primaria.
Por otra parte, serios cambios en la pol¨ªtica nuclear de algunos de los m¨¢s importantes productores de mineral de uranio y de equipos obliga a cuestionar el nivel de seguridad de los suministros de energ¨ªa nuclear. El PEN consideraba, en l¨ªnea con la CEE, que toda la energ¨ªa nuclear era ?nacional? y, por ello, de suministro asegurado. Desde enero pasado tres factores nuevos han puesto en entredicho esa clasificaci¨®n.
1. La nueva pol¨ªtica de exportaciones canadienses reserva al Gobierno las decisiones de pol¨ªtica nuclear y, condiciona por tanto las adquisiciones de cualquier pa¨ªs que importe mineral de uranio o equipos nucleares canadienses. Tal sometimiento es especialmente importante en las exportaciones de tecnolog¨ªa nuclear que el pa¨ªs importador pueda a su vez desarrollaren el futuro.
2. El giro radical de la pol¨ªtica nuclear estadounidense, que pretende dejar abierto el ciclo del combustible, evitando con ello el desarrollo de la segunda generaci¨®n de centrales. Con ello se ejercer¨¢n nuevas presiones sobre los mercados de mineral y servicios de enriquecimiento, lo que ha de traducirse necesariamente en aumento de los costes de combustible a medio plazo, en un sector con conocidas tendencias a la cartelizaci¨®n.
3. La publicaci¨®n del informe Fox en Australia que sugiere el embargo de mineral a todos aquellos pa¨ªses que no hayan ratificado el Tratado de ?No Proliferaci¨®n? de Armas Nucleares (TNP).
El PEN de 1975, contemplaba la construcci¨®n de una planta de reprocesamiento del combustible irradiado en la segunda mitad de los a?os 80. A la vista de la oposici¨®n norteamericana tales planes aparecen como dudosos.
Se ha insistido con frecuencia en. la necesidad de coordinaci¨®n entre la pol¨ªtica energ¨¦tica y la pol¨ªtica, econ¨®mica a medio plazo, de la que es elemento esencial. De lo que no se habla tanto es de articular la pol¨ªtica energ¨¦tica con la pol¨ªtica exterior. Cabr¨ªa preguntarse, por ejemplo, cual ha sido, o cu¨¢l va a ser la respuesta diplom¨¢tica a las nuevas condiciones se?aladas m¨¢s arriba; hasta qu¨¦ punto se ha utilizado el foro de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa, para poner de manifiesto la contradicci¨®n entre las nuevas l¨ªneas de actuaci¨®n y el Tratado del PIE, del que Canad¨¢ y EEUU son signatarios. ?C¨®mo se inscriben las dificultades posibles de suministros nucleares a Espa?a en el Tratado de Cooperaci¨®n firmado el pasado a?o?
La pol¨ªtica nuclear norteamericana parece no estar totalmente definida y ahora es el momento de actuar. Sin entrar en los m¨¦ritos o dem¨¦ritos ecol¨®gicos de la energ¨ªa nuclear, lo que parece evidente es la necesidad de reforzar nuestra actividad diplom¨¢tica en la nueva situaci¨®n internacional. Durante cuarenta a?os el Gobierno espa?ol ha realizado una pol¨ªtica exterior de ?gibraltares?. ?reservas espirituales? y ?balones fuera?. La situaci¨®n no puede continuar as¨ª. Es cierto que una ?soberan¨ªa total? puede parecer inalcanzable, pero no es menos cierto que una pol¨ªtica exterior mas vigorosa puede ampliar los m¨¢rgenes estrechos de nuestra pol¨ªtica energ¨¦tica.
Los partidos pol¨ªticos deben, a su vez, definir su actitud ante el problema nuclear. Hace unos d¨ªas un alto representante del sector el¨¦ctrico afirmaba que los partidos no se opon¨ªan a las centrales nucleares. Quiz¨¢ la afirmaci¨®n necesite ciertas aclaraciones. Muy pocos partidos se han planteado problemas de detalles en sus programas electorales, necesariamente globales. Obviamente AP est¨¢ a favor, UCD ha seguido su pol¨ªtica energ¨¦tica con m¨¢s detalle que otros grupos pero el ¨¦nfasis de su programa se pone en el sector de hidrocarburos. Probablemente sus directrices quedar¨¢n reflejadas en la revisi¨®n del Plan, de pr¨®xima aparici¨®n (esperarnos), y del cual van a ser pol¨ªticamente responsables.
A la Izquierda la situaci¨®n es m¨¢s confusa. El PCE no parece oponerse a los programas nucleares aunque la nueva escena internacional puede inducirle a modificar en parte su actitud. Por el lado del PSOE no hay Indicaciones claras. Las referencias a pol¨ªtica energ¨¦tica en su Programa de Transici¨®n no son (no pod¨ªan ser) sino marginales. Ha habido, sin embargo, alg¨²n art¨ªculo sobre el tema en su ¨®rgano oficial que toca el tema con excesiva ligereza.
Se espera la publicaci¨®n de la revisi¨®n del PEN. Su an¨¢lisis permitir¨¢ observar como se traduce su coste a las nuevas circunstancias del mercado nuclear. Esperemos, adem¨¢s, que el debate necesariamente ha de producirnos ayuda a fijar las posiciones de todos los partidos de las nuevas Cortes con respecto a los programas nucleares.
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