El "grapo" se entreg¨® sin oponer resistencia
En la madrugada del s¨¢bado, un miembro de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), Luis Torrijos, mantuvo en jaque durante m¨¢s de ocho horas a la polic¨ªa madrile?a y a los habitantes del edificio en la calle de Antonio L¨®pez esquina a la de Mar¨ªa Gayo, al refugiarse, tras huir de un tiroteo con la polic¨ªa, en un inmueble de dicha manzana, y retuvo a siete miembros de una misma familia como rehenes. Tras largas negociaciones, en las que intervinieron la polic¨ªa y el profesor Enrique Tierno Galv¨¢n, el secuestrador accedi¨® a entregarse, pidiendo que un periodista de EL PAIS actuara como testigo.
La polic¨ªa, tras la vasta operaci¨®n montada el pasado viernes, logr¨® detener a seis presuntos miembros de los GRAPO a los que se les imputan numerosos atracos, entre ellos, Fernando Hierro Chom¨®r. presunto participante en los secuestros de Oriol y Villaescusa.A las dos y media de la madrugada del s¨¢bado lleg¨® a la redacci¨®n la confirmaci¨®n de que uno de los j¨®venes que hab¨ªa participado en el tiroteo a las diez de la noche con la polic¨ªa en la calle de Mariblanca se hab¨ªa refugiado en una vivienda de la calle de Matilde Gayo, n¨²mero 2, y manten¨ªa con ¨¦l siete rehenes de una misma familia.
Gu¨ªa telef¨®nica en mano, varios redactores comenzaron a llamar a los inquilinos del inmueble para recabar informaci¨®n sobre la situaci¨®n en la vivienda. Despu¨¦s de tres llamadas infructuosas se localiz¨® el n¨²mero 2 60 68 52, correspondiente a M. Jim¨¦nez. Contest¨® una voz asustada de mujer, quien tras la identilicaci¨®n como periodista de EL PAIS pas¨® el auricular a un joven. Este, con voz nerviosa, se identific¨® desde el primer momento como el ?combatiente de los GRAPO huido de la polic¨ªa?.
El joven, que se identific¨® como Luis Torrijos, relat¨® como se hab¨ªa producido su enfrentamiento con la polic¨ªa: ?Cuando iba con mi compa?ero de los GRAPO Fernando Hierro Chom¨®n en el coche, nos sorprendi¨® la polic¨ªa.
Yo creo que nos ven¨ªan siguiendo, pues por la ma?ana hab¨ªan detenido a otros dos compa?eros nuestros que ven¨ªan de Francia. Nos deb¨ªan seguir la pista desde el jueves, que robamos unas multicopistas en IBM. La polic¨ªa nos ha tiroteado con metralletas. Han herido a mi compa?ero, y yo hu¨ª para no caer bajo las balas.?
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Luis Torrijos sali¨® desarmado junto a Tierno Galv¨¢n
Viene de la primera p¨¢gina
Contestando a mis preguntas afirm¨® que estaba armado y pensaba utilizar sus armas si entraba la polic¨ªa. Me indic¨® que no estaba herido y que la familia se encontraba bien, aunque con mucho susto. ?No pienso hacerles nada. Son gente trabadora y explotada como lo estamos todos. Es buena gente y comprende mi situaci¨®n?. El joven, durante la primera parte de este di¨¢logo se encontraba muy nervioso y hac¨ªa constantes referencias a que de un momento a otro pod¨ªa entrar la polic¨ªa y ?coserme a balazos?. Insisti¨® en que la polic¨ªa ?va a aprovechar el momento sicol¨®gico y moral en que me encuentro?.
?No me voy a dejar matar?
Cuando insist¨ª sobre su estado de ¨¢nimo, el joven con frases entrecortadas con silencios me dijo: ?Temo que la polic¨ªa entre disparando, pero pienso contestarles... No me voy a dejar matar... Ya ha muerto alguno de los nuestros... Y otros est¨¢n siendo torturados. Usted sabe que torturaron a Angel Collazo y a Juan Ram¨ªrez. A este ¨²ltimo le han dejado casi paral¨ªtico... Deben denunciar estas torturas... A m¨ª me van a dejar como a ellos...
Intent¨¦ tranquilizarle, afirmado que la situaci¨®n hab¨ªa cambiado un poco y que ahora era m¨¢s dif¨ªcil la impunidad en ese terreno.
Le pregunt¨¦ qu¨¦ posibilidades hab¨ªa de que dejase en libertad a sus rehenes. ?Ya he hablado con la polic¨ªa contest¨® , pero creo que ¨¦sta s¨®lo intenta ganar tiempo. Le he dicho que quiero que venga un abogado conoc¨ªdo, o Eliseo Bayo, Lidia Falc¨®n, el de ETA, Bandr¨¦s, o Ruiz Gim¨¦nez o Tierno. Quiero que venga el abogado con un notario y testifiquen que mi detenci¨®n se hace de acuerdo con el respeto a los derechos humanos... He pedido que la polic¨ªa me entregue un documento en el que se afirme que no me van a torturar.?
Me confirm¨® despu¨¦s que hab¨ªa hablado ya con el profesor Tierno y que ¨¦ste hab¨ªa aceptado la mediaci¨®n y se compromet¨ªa a ir a la vivienda con un notario. M¨¢s tranquilo, insisti¨® en que ?no quer¨ªa armarla? y que si se cumpl¨ªan sus condiciones, se entregar¨ªa a la polic¨ªa.
Tras esta conversaci¨®n, llam¨¦ al profesor Tierno, quien me confirm¨® su mediaci¨®n y sus intentos por localizar un notario. Afirm¨® que no hab¨ªa podido localizar a ninguno.
Tampoco EL PAIS pudo localizar a ning¨²n notario y, ya muy avanzada la madrugada, volvimos a hablar con el profesor Tierno, tras un par de llamadas a Luis Torrijos en las que pudimos observar su creciente impaciencia. Enrique Tierno me indic¨® entonces que iba a proponerle al joven GRAPO que ya que no se encontraba un notario. un periodista pod¨ªa dar fe del acto de su detenci¨®n y me pidi¨® mi colaboraci¨®n. Acced¨ª y, quedamos en que comunicar¨ªa a Torrijos esta decisi¨®n.
?Que venga la periodista de EL PAIS?
Pocos minutos despu¨¦s volv¨ªa a telefonearme el profesor Tierno para informarme que el joven secuestrador hab¨ªa aceptado que fuera yo. Seg¨²n el profesor. Torrijos afirm¨®: ?Que venga la periodista de EL PAIS con la que he estado hablando y que traiga una m¨¢quina de fotos para que pueda verse en el peri¨®dico ma?ana c¨®mo ha sido mi detenci¨®n?. Dado que el joven secuestrador hab¨ªa pedido una declaraci¨®n de la polic¨ªa en la que constase que no le iban a torturar, el profesor Tierno me cit¨® en la Direcci¨®n General de Seguridad.
Cerca de las cinco de la madrugada llegu¨¦ a la DGS. donde el profesor Tierno al que acompa?aba su hijo y yo fuimos recibidos por el subdirector general de Seguridad, Jos¨¦ Sainz. All¨ª se redact¨® un documento en el que el se?or Sainz declaraba que Torrijos y, los dem¨¢s detenidos con ¨¦l ser¨ªan tratados con las garant¨ªas que exige la ley y con absoluto respeto a los derechos humanos. Tambi¨¦n se garantizaba que el detenido podr¨ªa ser visitado por su abogado defensor.
Poco tiempo despu¨¦s, salimos en direcci¨®n a la casa donde se encontraba el secuestrador y sus rehenes. La polic¨ªa que acordonaba el edificio, se retir¨® a instancias del profesor Tierno.
Subimos al piso cuarto, el profesor y yo solos. Al llegar ante la puerta a de la vivienda, el se?or Tierno llam¨® al timbre y con los nudillos y se identific¨®, a?adiendo que ten¨ªa en su poder el documento solicitado.
Al otro lado de la puerta se oy¨® la misma voz del tel¨¦fono interrogando si estaba s¨®lo o hab¨ªa polic¨ªa. Le contest¨¦ que tan solo est¨¢bamos all¨ª el profesor Tierno y yo. Tras un silencio, abri¨® la puerta, s¨®lo una rendija, ya que hab¨ªa un mueble interceptando el paso. Entr¨¦ en primer lugar. tras mostrar mi carnet del peri¨®dico y seguidaniente lo hizo el profesor.
Ante nosotros, en penumbra, un joven alto, muy delgado, muy nervioso, vestido correctamente y, con una pistola en la mano. En principio nos apunt¨® con el arma, pero tras las primeras palabras tranquilizadoras de Enrique Tierno, baj¨® la mano y nos invit¨® a pasar al final de la vivienda. Atravesamos un pasillo oscuro, con escombros -estaban haciendo obras en la cocina y, llegamos a un dormitorio con dos camas. En una esquina, agrupados, se encontraban los siete miembros de la familia. Sus caras denotaban terror y ansiedad. La ni?a y una de las mujeres rompieron a llorar al vernos entrar.
Tierno le mostr¨® a Torrijos el documento, y tras un breve di¨¢logo en el que el secuestrador dud¨® de la validez del mismo, ¨¦ste afirm¨® que confiaba en nosotros y que esperaba salir vivo. Su actitud, sus gestos, sus palabras, reflejaban las ocho horas vividas en tensi¨®n y el derrumbe final. Parec¨ªa resignado, y en todo momento se mostr¨® amable con nosotros. El profesor le indic¨® que dejara el arma, cosa que hizo, no sin descargarla antes. Afirm¨® que no llevaba m¨¢s armas encima y que ya nos pod¨ªamos ir.
Se despidi¨® de sus rehenes, besando y abrazando a las mujeres y los ni?os, mientras ¨¦stos dec¨ªan entre l¨¢grimas: ?Es un buen chico.? Abandonamos el piso. Torrijos iba como ido, tranquilo. En el portal le recibi¨® el se?or Sainz, quien le alarg¨® la mano ante el adem¨¢n de Torrijos, al verle, de levantar los brazos en se?al de rendici¨®n. Le acompa?amos al furg¨®n y nos trasladamos con ¨¦l a la Direcci¨®n General de Seguridad. En el trayecto se mantuvo callado y tan s¨®lo pregunt¨® por su mujer, que se encuentra embarazada. Una vez en la DGS se le tom¨® la afiliaci¨®n, bebi¨® un vaso de agua y se despidi¨® del profesor y de m¨ª, antes de salir esposado junto a dos polic¨ªas armados, por un largo pasillo, en direcci¨®n a los calabozos.
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