La agenda de la negociaci¨®n
La coincidencia de la crisis econ¨®mica espa?ola con el proceso de salida de la dictadura, o, dicho de otro modo, con el proceso de democratizaci¨®n de la vida pol¨ªtica, del pa¨ªs, condiciona en buena medida el posible contenido de una eventual negociaci¨®n entre el Gobierno, los sindicatos obreros y las organizaciones empresariales.La congelaci¨®n salarial establecida en el programa econ¨®mico del Gobierno Su¨¢rez es el alto precio que la clase trabajadora va a pagar para salvar la econom¨ªa del pa¨ªs. A cambio de este sacrificio, obviamente involuntario, los trabajadores no van a ver mejoradas ni sus condiciones de trabajo, ni las prestaciones de la Seguridad Social, ni la calidad de su vida, salvo que el anuncio del ?paquete laboral? hecho por el ministro de Trabajo vaya en serio, que no lo parece, pues si el Gobierno hubiera pensado en democratizar las relaciones laborales o la Seguridad Social, as¨ª lo habr¨ªa dicho, y no hubiera dejado su anuncio, confuso por otra parte, para un acto pol¨ªticamente subalterno, corno es el de toma de posesi¨®n de los altos cargos de un Ministerio, en este caso el de Trabajo.
La congelaci¨®n salarial, a poca vista que hubiera tenido el Gobierno Su¨¢rez, exigir¨ªa que ¨¦ste hubiera, adoptado simult¨¢neamente una aut¨¦ntica bater¨ªa de medidas laborales y de seguridad social que, a modo de contrapartida, hubieran permitido a los trabajadores sentirse no s¨®lo destinatarios pasivos de unas medidas del Gobierno, sino tambi¨¦n protagonistas activos de las relaciones laborales y de la gesti¨®n de la Seguridad Social. El Gobierno Su¨¢rez, sin embargo, se ha limitado a congelar los salarios.
Pero es que, adem¨¢s, el proceso de democratizaci¨®n pol¨ªtica en que el pa¨ªs est¨¢ empe?ado exigir¨ªa, tambi¨¦n por s¨ª solo (es decir, aunque no hubiera crisis econ¨®mica), la democratizaci¨®n paralela de las relaciones de trabajo (individuales y colectivas), y de la financiaci¨®n y gesti¨®n de la Seguridad Social.
El Gobierno, por el contrario, ni en su declaraci¨®n program¨¢tica, ni en su programa econ¨®mico, ha aludido, ni directa ni indirectamente, al necesario cambio de la subsistente legislaci¨®n laboral del franquismo y de la gironiana Seguridad Social. Ello, unido a que las palabras del ministro de Trabajo fueron una mera declaraci¨®n de intenciones, deja pendiente un conjunto de cuestiones que son, sin duda, temas a incluir en la apretada agenda de la eventual negociaci¨®n tripartita entre el Gobierno, los trabajadores y los empresarios.
Entre esos temas hay algunos que, corno la amnist¨ªa laboral, la amnist¨ªa de la Seguridad Social para quienes perdieron sus pensiones o las vieron sensiblemente reducidas por despidos pol¨ªticos y sindicales, o el establecimiento (pero en serio) de la figura del delitosocial, tienen car¨¢cter de sem¨¢foros iniciales de tal negociaci¨®n tripartita.
El primer gran bloque tem¨¢tico de la negociaci¨®n ser¨ªa el estrictamente laboral, en el que habr¨ªa que incluir cuestiones tales corno la derogaci¨®n del decreto-ley de Relaciones Laborales de marzo de 1977, el control obrero del Fondo de Garant¨ªa Salarial, la fijaci¨®n de un salario m¨ªnimo realista y, por tanto, suficiente, y el establecimiento de las bases de la ordenaci¨®n del derecho de huelga y la negociaci¨®n colectiva, entre otros.
La Seguridad Social, con el establecimiento de un calendario concreto y detallado, que con car¨¢cter de compromiso expresar¨¢ la progresiva participaci¨®n de los Presupuestos del Estado en su financiaci¨®n, con el establecimiento de un plan de actualizaci¨®n autom¨¢tico de las pensiones, y con el pacto de un proceso democr¨¢tico de participaci¨®n obrera en su gesti¨®n, ser¨ªa el segundo gran bloque de temas de la agenda de la negociaci¨®n que se postula.
La tercera l¨ªnea de di¨¢logo vendr¨ªa dada por un conjunto de temas que, como la participaci¨®n sindical en el Consejo del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (para controlar los ¨ªndices de precios al consumo), en las cajas de ahorro (para controlar la rentabilidad social del ahorro popular), o en las oficinas de colocaci¨®n (como ejemplos meramente enunciativos que no excluyen a otros), dar¨ªa una clara densidad democr¨¢tica a las relaciones laborales y a la calidad de vida de las clases trabajadoras. Todos estos temas son negociables, y el Gobierno Su¨¢rez debe tornar conciencia de que no es ni l¨ªcito ni inteligente exigir sacrificios sin contrapartida.
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