Escepticismo fiscal
EL MINISTRO de Hacienda presenta hoy en el Congreso el proyecto del Gobierno sobre reforma fiscal. El se?or Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, que, seg¨²n propias declaraciones, ha tenido que pedir un cr¨¦dito para cumplir este a?o con sus obligaciones fiscales -y le creemos- va a encontrar en su camino legislativo m¨¢s problemas de credibilidad popular que de pol¨ªtica parlamentaria.Durante d¨¦cadas, sobreviviendo a Gobiernos y reg¨ªmenes, la reforma agraria fue el convidado de piedra de los regeneradores de este pa¨ªs. Ahora, sin duda alguna, lo es la reforma fiscal. El problema reside en que tantas veces se ha especulado con tan importante proyecto pol¨ªtico que ya pocos creen en su viabilidad.
Mucho se habla y se escribe sobre el ranking alcanzado por Espa?a entre los pa¨ªses industrializados, pero poco o nada sobre que entre esos pa¨ªses somos los que menos impuestos pagamos o -si se quiere- el pa¨ªs de alto nivel de industrializaci¨®n con m¨¢s elevado porcentaje de evasi¨®n de impuestos.
Todo aqu¨ª parece organizado hacia la evasi¨®n fiscal. No existen inspectores fiscales en n¨²mero siquiera m¨ªnimo para llevar una tarea de investigaci¨®n siquiera b¨¢sica, Aqu¨ª el pa¨ªs no tiene noticia de que nadie haya ingresado en prisi¨®n por no pagar sus impuestos. Sea cierto o falso, la conciencia social del Estado se aferra a la idea -no precisamente descabellada- de que quienes m¨¢s poseen m¨¢s defraudan, en tanto quienes menos tienen carecen de escapatorias fiscales.
En Espa?a -?para qu¨¦ nos vamos a enga?ar?- defraudan todos los contribuyentes. Los ¨²nicos que cumplen son los obligados por la fiscalidad salarial o por los impuestos indirectos. La falta de ejemplaridad fiscal se autodenuncia en la ausencia de publicidad de lo que los espa?oles contribuyen. Si la Administraci¨®n no procede urgentemente a ofrecer a los espa?oles casos ejemplares, la mejor reforma fiscal naufragar¨¢ en el escepticismo popular.
Es necesario que el pa¨ªs comprenda que el pago de los impuestos sirve para algo, y que ese desembolso redunda en beneficio de sus compatriotas e incluso de s¨ª mismo. Es necesario que los. espa?oles entiendan que pagar los impuestos equivale al aporte mensual del salario a sus respectivas casas. Es preciso que los espa?oles adviertan un relajamiento en las injusticias de los. impuestos indirectos -que todav¨ªa pesan sobre productos de primera necesidad- y una severidad p¨²blica sobre el fraude fiscal directo.
La ausencia de credibilidad sobre nuestros reformadores fiscales acaso exija cierta dureza. Los contribuyentes espa?oles -en suma- comenzar¨¢n a creer en la justicia fiscal cuando adviertan que los grandes defraudadores son detenidos y juzgados. Los medios de comunicaci¨®n occidentales nos han dado ejemplos de c¨®mo funciona la justicia fiscal en sus pa¨ªses. Los c¨®digos penales estadounidenses nada pudieron contra Al Capone, pero los inspectores fiscales de Washington lograron recluirle en Alcatraz. Y, ahora mismo, todos sabemos de los terrores de grandes artistas europeos y americanos que modifican sus residencias o nacionalidad para escapar de la presi¨®n fiscal, de las fundaciones m¨¢s o menos ben¨¦ficas de las grandes fortunas y, en definitiva. de la eficacia de la polic¨ªa fiscal en numerosas naciones occidentales.
Tal como est¨¢n las osas, nuestros jacobinos fiscales no deben perder su impulso, pero deben buscar el ejemplarizar a la naci¨®n. Si el proletariado o las clases medias se ven atornilladas por el rigor fiscal mientras las grandes fortunas contin¨²an con tan escandalosas declaraciones de renta, en este pa¨ªs se puede producir una curiosa e in¨¦dita huelga: una huelga fiscal. A la postre una declaraci¨®n subversiva y p¨²blica de lo que se ha venido haciendo hasta ahora. Bajo el slogan de que o pagamos todos los impuestos con equidad y justicia distributiva, o no los pagamos ninguno.
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