El derecho de retenci¨®n, monstruosidad jur¨ªdica
El derecho de retenci¨®n, norma que liga a los futbolistas de por vida a sus clubs, es una monstruosidad jur¨ªdica que, sin embargo, sigue en vigor. Sin duda, ha de ser el primer objetivo de los jugadores el d¨ªa que se decidan a luchar por sus derechos. A?o tras a?o muchos de ellos se ven afectados por esta norma, por lo que supone de avasallamiento de sus intereses.
Cuando se cumple la fecha de vencimiento del contrato que liga a un jugador con su club, ¨¦ste no es libre de marcharse a buscar un nuevo destino, como podr¨ªa creerse. Al t¨¦rmino de su contrato, un jugador s¨®lo puede marcharse si el club decide tal cosa. Si, por contra, el club desea que el jugador se quede, puede prorrogarle forzosamente el contrato por un a?o m¨¢s, con la ¨²nica condici¨®n de aumentarle la ficha en un 10%.Esta norma, monstruosidad jur¨ªdica en la legislaci¨®n laboral actual, es lo que se conoce como derecho de retenci¨®n o pr¨®rroga forzosa de contrato, y es posiblemente el aspecto m¨¢s urgente de modificar en la normativa que rige el f¨²tbol. Lo m¨¢s grave del derecho de retenci¨®n es que los clubs pueden ejercerlo tantas temporadas consecutivas como deseen con un mismo jugador, sin que ¨¦ste quede nunca en libertad para buscar un destino que le sea m¨¢s apetecible, y sin que la reglamentaci¨®n obligue al club a elevarle en cada retenci¨®n la cuant¨ªa del contrato m¨¢s que el 10%, mucho menos de lo que aumenta anualmente el ¨ªndice de la vida. Significa esto, pues, que un jugador que llega a un club y firma un contrato temporal, queda ligado al mismo hasta el t¨¦rmino de su carrera profesional. Nunca podr¨¢ marcharse a otro club a menos que los propietarios de su ficha decidan darle la libertad o reciban, en concepto de traspaso, una cantidad que les satisfaga.
Temporada tras temporada, son varios los casos de jugadores que pretenden marcharse de su equipo por alguna raz¨®n, pero quedan retenidos. El m¨¢s comentado ¨²ltimamente ha sido el caso del gijon¨¦s Quini, un goleador que hubiera podido desenvolver su carrera profesional a niveles deportivos y econ¨®micos m¨¢s elevados que los que le ofrece el Sporting de Gij¨®n, su club de origen. Sin embargo, Quini tiene ahora veintiocho a?os y a¨²n no ha podido salir del Gij¨®n, a pesar de qu¨¦ han sido varios los clubs interesados en su concurso y de que el Barcelona ha llegado a ofrecer sesenta millones por su libertad.
M¨¢s triste a¨²n son los casos de hombres que no juegan en su equipo, que no son titulares habitualmente y que no resultan, por tanto, necesarios, pero que tambi¨¦n son retenidos porque los clubs especulan con ellos a fin de obtener cantidades por su traspaso. Salcedo, jugador del Atl¨¦tico, lleva a?os sin haber conseguido nunca ser un hombre fijo en las alineaciones. Esta temporada ha planteado su deseo de marcharse; Luis, entrenador, ha manifestado que no cuenta con ¨¦l, y no le ha llevado a la gira por Suram¨¦rica. El Atl¨¦tico, sin embargo, lo mantiene retenido, a la espera, posiblemente, de alg¨²n buen comprador. Salcedo no es ahora un jugador para la plantilla, pero el Atl¨¦tico tiene derecho a convertirlo en un pu?ado de millones para su econom¨ªa, y hacer lo contrario ser¨ªa, seg¨²n los criterios imperantes en el f¨²tbol, un derroche. En otras ocasiones se ha dado el caso de que un club haya mantenido en su plantilla a un suplente de lujo por miedo a que, caso de dejarle marchar, alcanzara un ¨¦xito poco deseable. Manol¨ªn Bueno, extremo izquierdo a quien Gento tap¨® el paso en el Madrid, fue objetivo codiciado por el Barcelona durante a?os, pero tuvo que permanecer en el Madrid doce temporadas hasta que, ya mayor, fue traspasado al Sevilla.
En general, cabe decir que una gran mayor¨ªa de los profesionales del f¨²tbol se ven perjudicados por el derecho de retenci¨®n, aunque nunca haya sido aplicado directamente sobre ellos. Los clubs no siempre tienen necesidad de hacer uso pr¨¢ctico de la retenci¨®n, pero siempre tienen ante el jugador, a la hora de negociar, el inmenso poder que les confiere ese derecho ?feudal?. Unicamente los extranjeros quedan fuera del alcance del derecho de retenci¨®n, y eso les da una especial fuerza a la hora de las renovaciones. Si el Barcelona no hubiera aceptado las condiciones de Cruyff, ¨¦ste hubiera podido marcharse libremente a cualquier club del mundo, excepto a un espa?ol (la Federaci¨®n no admite que un jugador extranjero cambie de club dentro de Espa?a).
El derecho de retenci¨®n s¨®lo puede ser justificado en un aspecto: se supone que es una protecci¨®n de los clubs modestos. Sin derecho de retenci¨®n, los buenos jugadores j¨®venes que surgieran en el seno de los clubs modestos se marchar¨ªan pronto a los equipos poderosos, que podr¨ªan ofrecerles sueldos fuera del alcance del club en que se formaron. En cierta medida, el derecho de retenci¨®n favorece el equilibrio entre los clubs, pero no cabe duda de que para lograr este fin convendr¨ªa echar mano de procedimientos menos medievales. El derecho de retenci¨®n debe ser el primer objetivo de losjugadores el d¨ªa que, por fin, se decidan a luchar por sus derechos.
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