Pierre Fournier, un maestro del violoncello
La obertura que para el estreno barcelon¨¦s del Barbero de Rossini escribiera Ram¨®n Carnicer, evoca en los programas, de tarde en tarde, la interesante figura de nuestro parvo romanticismo musical. M¨²sico y liberal, constitucionalista de C¨¢diz, miliciano nacional y exiliado, Carnicer ha tenido la atenci¨®n de algunos music¨®grafos -como Salas Viu, Sope?a y Salazar- pero no cuenta con la biograf¨ªa que se merece y que resultar¨ªa, por la fuerza de los hechos, bastante amena. ?Tendr¨ªa viabilidad la reposici¨®n de alguna ¨®pera de Carnicer? Se?aladas por todos como italianizantes -y no podr¨ªa ser de otra forma-, Fetis, sin embargo, encuentra en ellas demasiados ecos de la m¨²sica popular. Definitivos son los que resuenan en las tonadillas (La caramba, El presidiario... ) cuya resurrecci¨®n ser¨¢ siempre m¨¢s accesible. Lo cierto es que en la obertura para Rossini, el compositor catal¨¢n denota gran dominio de la escritura y evidente garbo, todo lo cual fue subrayado por Garc¨ªa Asensio al frente de la Sinf¨®nica de RTVE, como comienzo de un concierto absolutamente feliz en los planteamientos y en las realizaciones.Ligereza, flexibilidad, riqueza de matices, continuidad y, convenientemente dosificados los componentes l¨ªricos, ir¨®nicos o heroicos, la Quinta sinfon¨ªa del sovi¨¦tico Dimitri Shostakovitch qued¨® exaltada en sus m¨¦ritos y disimulada en los pasajes m¨¢s febles. O sea, en sus soluciones m¨¢s conformistas, adoptadas -?es seguro?- por quien no quer¨ªa rapapolvos de los definidores oficiales del arte comunista.
Siempre pens¨¦ que Shostakovitch, sin cuarentenas o sin premios Lenin, habr¨ªa sido, m¨¢s o menos, como fue. Las posibilidades pol¨ªticas de una m¨²sica sin texto son tan relativas como ha opinado, muy recientemente, Jean Paul Sartre, y una obra como la Quinta sinfon¨ªa ya est¨¢ lo suficientemente lejos de la an¨¦cdota inicial, de su entorno provisional, como para que la escuchemos con o¨ªdos distintos a los que reclama cualquier m¨²sica. Prolongador de cierto mahlerismo -m¨¢s acusado en los perfiles grotescos-, emparentada con Proikofiev, reformadora y asumidora de la gran tradici¨®n tschaikowskiana, la Sinfon¨ªa en re menor es, acaso con la primera y la sexta, la m¨¢s lograda de su autor. Bien expuesta, como lo hizo Garc¨ªa Asensio, dominada y cuidada en la l¨ªnea general y en el conjunto de detalles, acusa una indudable fuerza vital. El p¨²blico de la Porticada acogi¨® la versi¨®n con grandes ovaciones y, como el d¨ªa anterior, se sinti¨® un poco desilusionado ante la falta del esperado encore.
Pierre Fournier, concierto y recital
Por calidad t¨¦cnica y por riguroso pensamiento musical, el parisiense Pierre Fournier figura entre los grandes violoncellistas de nuestro tiempo, entre esa pl¨¦yade rara de int¨¦rpretes que no s¨®lo ganan el triunfo del virtuoso sino la consideraci¨®n de maestros. El Concierto de Dvorak, una de las m¨¢s brillantes y expresivas p¨¢ginas de la literatura violoncellistica con orquesta, encontr¨® en Fournier, una vez m¨¢s, el dif¨ªcil secreto de una elocuencia estilizada. En cierto modo, Fournier en Dvorak se comporta muy distintamente a Casals y los int¨¦rpretes de su l¨ªnea. Lirismo elegante, bien cantado y poetizado pero prohibici¨®n de ¨¦xtasis, algo as¨ª como la racionalizaci¨®n del sentimiento expresivo. El encanto proviene, sobre todo, de la calidad sonora tan bella como la que m¨¢s puede serlo. La colaboraci¨®n de Garc¨ªa Asensio fue ideal por cuanto, sin dem¨¦rito de la parte orquestal, permiti¨® la c¨®moda exposici¨®n del solista.
Al d¨ªa siguiente, en el resonante claustro de la catedral y acompa?ado por su hijo -que adopta el nombre art¨ªstico de Jean Fonda- Fournier dio muy hondas lecciones de interpretativa a trav¨¦s de un itinerario que toc¨® los emocionantes ?puertos? de la sonata arpeggione, de Schubert, la en re mayor -transcripci¨®n realizada por el mismo Brahms de su sonata para viol¨ªn en sol mayor-, la op. 65, de Benjam¨ªn Britten y la Introducci¨®n y polonesa, op. 3, de Chopin. El di¨¢logo entre cello y piano qued¨® establecido al servicio de la mejor continuidad de pensamiento.
El maestro Fournier y Jean Fonda pusieron en primer plano la m¨²sica de modo que el veh¨ªculo, la suma de los dos contrastados instrumentos, se confundiese e identificase con la idea, el mensaje con el medio. Gran recital que figurar¨ªa por derecho propio en una hipot¨¦tica antolog¨ªa de las noches agoste?as de Santander.
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