La obstinaci¨®n de Hermann Hesse
Con motivo de su centenario, se ha comprobado el eco que tienen las obras de Hesse en amplios y variados sectores del p¨²blico. Esto, sin embargo, no deja de parecerme extra?o, pues la actitud de Hermann Hesse, pese a lo que se diga, no tiene nada en com¨²n con las actitudes predominantes en la actualidad.Durante siglos la humanidad ha estado angustiosamente encarcelada en una particular visi¨®n del mundo, con una inquisici¨®n encargada de velar por que nadie se escapase de la jaula. El lenguaje moderno podr¨ªa hacer creer que nos encontramos en una ¨¦poca liberadora. Pero s¨®lo se trata de un lenguaje; en realidad, salimos de una c¨¢rcel para meternos en otra; destruimos una inquisici¨®n para entregarnos a otra. Por eso dice Camus, decepcionado, en El hombre rebelde que ?la verdadera pasi¨®n de nuestra ¨¦poca es la servidumbre?.
Obstinaci¨®n
Hermann Hesse.Alianza Editorial. Madrid, 1977.
Hesse no se entrega maniatado a lo tradicional, pero tampoco se entrega maniatado a lo moderno, no es un militante de la visi¨®n del mundo moderno. Acepta de la tradici¨®n lo que considera de valor, por ejemplo la religi¨®n. En una palabra, Hesse es fiel, como ¨¦l dice, a su sentido propio (eso significa literalmente en alem¨¢n la palabra obstinaci¨®n), a su prop la ley, y no acepta ninguna ley externa. A eso le llama obstinaci¨®n. Pero no veo por qu¨¦ han de identificarse con ¨¦l los hombres actuales, pues ¨¦stos, en lugar de seguir m¨²ltiples y diversificadas sendas como ¨¦l propugnaba, se entregan en masa a una ideolog¨ªa cuyo nombre est¨¢ en la mente de todos; si ¨¦l era individualista, antigregario, hoy se propugna el gregarismo y se denigra al individuo, si ¨¦l se rebelaba contra toda autoridad, hoy se propugna un nuevo autoritarismo.
Adhesiones t¨¢cticas
Por eso creo que convendr¨ªa dejarse de adhesiones hip¨®critas o ciegas o t¨¢cticas, y poner las cosas en su sitio. Los hombres actuales deber¨ªan leer con los ojos bien abiertos un libro como Obstinaci¨®n, recopilaci¨®n de escritos autobiogr¨¢ficos (breves autobiograf¨ªas, cartas, art¨ªculos, fragmentos de diarios), donde lo dicho aparece de la manera m¨¢s expl¨ªcita. Entonces comprobar¨ªan que este hombre escrib¨ªa ya a sus padres a los quince anos en el tono de Rimbaud: ?Emplear¨¦ mis ¨²ltimas fuerzas para demostrar que no soy la m¨¢quina a la que no hay m¨¢s que dar cuerda.?
Leer¨ªan que ?todas las cosas, del universo, hasta la m¨¢s peque?a, tienen su sentido propio, llevan dentro de s¨ª su propia ley y la siguen absolutamente seguras e imperturbables. S¨®lo el hombre y el animal domesticado est¨¢n condenados a no seguir la voz de la vida y del crecimiento y a someterse a unas leyes establecidas por el hombre, arbitrarias?. Pero ¨¦l no acepta eso, quiere convertir su car¨¢cter (su pensamiento propio) en su obstinaci¨®n (su manera de actuar propia), es decir, ser aut¨¦ntico. Para ello renuncia a autoamordazarse con una teor¨ªa o sistema cerrado (es imposible, aunque se haya dicho lo contrario, extraer de sus obras un conjunto te¨®rico coherente) y rechaza la pedagog¨ªa (antigua y moderna, de un signo o de otro), que no es sino una manipulaci¨®n ramplona de las mentes.
No le importa aceptar el caos: ?Yo me exijo a m¨ª mismo retroceder m¨¢s all¨¢ de las antinomias, aceptar el caos. Debemos, al menos una vez, prescindir de todos los juicios de valor y contemplarnos tal como somos.? Pues ?toda virtud desarrollada significa una especializaci¨®n a costa de tendencias vitales reprimidas y empobrecidas?; y ¨¦l quiere abarcarlo todo. Y se forma a s¨ª mismo, libremente, sin convenciones, sin l¨ªmites. Ello le permite, conseguida esa libertad radical, apreciar el mundo en toda su riqueza, su magia (?las historias universales y naturales me parec¨ªan encantadoras f¨¢bulas?; ?entre m¨ª y el mundo entero parec¨ªa establecerse una nueva relaci¨®n, parec¨ªa nacer un nuevo sentido?), su infinitud (?es magn¨ªfico que ex¨ªstan muchas razas y pueblos, muchas lenguas, muchas variedades de mentalidad y muchas filosof¨ªas?).
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