S¨ª, en defensa de la identidad de Navarra
Intento puntualizar con estas l¨ªneas una serie de afirmaciones incluidas en el art¨ªculo ?En defensa de la identidad de Navarra? que, bajo la firma de Jaime Ignacio del Burgo, senador de UCD por Navarra, apareci¨® en su peri¨®dico el martes 2 de agosto, p¨¢gina 12.Comienza su autor lamentando la presencia de los tres parlamentarios navarros del PSOE y del Frente Auton¨®mico entre sus hermanos vascos. Conste que no comulgo con el tratamiento que ¨¦stos est¨¢n dando al problema de la autonom¨ªa que, a mi entender, pasa primero por la Constituci¨®n, a trav¨¦s de la negociaci¨®n con Madrid, de un poder pol¨ªtico vasco en Alava, Vizcaya y Guip¨²zcoa para, desde ah¨ª, afrontar la cuesti¨®n de Navarra, que habr¨¢ trabajado el tema en su propia Asamblea parlamentaria. Pero estimo muy normal esa toma de postura, puesto que: 1.?, se comprometieron a ello antes de las elecciones; 2.?, la acci¨®n por la consecuci¨®n de la autonom¨ªa para Euskadi fue uno de los puntos clave de su campa?a; 3.?, cuando esos tres parlamentarios navarros dan este paso, lo dan -exhume el autor del art¨ªculo cualquier diccionario, de griego para, que aprenda la etimolog¨ªa de ?democracia?- porque para eso, entre otras cosas, los votaron miles de navarros.
Tildo, adem¨¢s, de poco noble y de notablemente confusionista el c¨®ctel que el senador nos ofrece a base de ingredientes como ETA, partidos nacionalistas democr¨¢ticos y orgullos de pertenecer a la naci¨®n espa?ola. Ag¨ªtese y a?¨¢dasele la guinda de que en Euskadi ?la manifestaci¨®n externa de lo que llaman "espa?olismo" puede significar un riesgo para la integridad f¨ªsica?, y se habr¨¢ logrado un inspirado acompa?amiento a la arm¨®nica campa?a antivasca magn¨ªficamente orquestada, desde arriba, durante a?os a lo largo y ancho del Estado espa?ol (uno puede dar fe de ello por lo que le ocurri¨® un 4 de enero de 1972 en la Colegiata de Jerez de la Frontera). Por otra parte, ?no cree el se?or Del Burgo que acaso sean los ?vasquistas? quienes m¨¢s puedan hablar del delicad¨ªsimo tema de las integridades f¨ªsicas? Y piense tambi¨¦n que la defensa de una integraci¨®n oficial de Navarra en Euskadi no significa tirar por la borda a Espa?a. La creencia contraria despide un tufillo proveniente de las cuevas de la derecha eterna espa?ola, tan apasionada por los m¨¢s bullangueros pleistocenos.
Pero -mira por d¨®nde- al se?or Del Burgo le falta tiempo para declararse fervientemente autonomista. Y uno temblar¨ªa al verlo enfilar el senderillo de la m¨¢s aberrante de las heterodoxias, mas no lo hace porque no cree en el contenido de esa afirmaci¨®n. Y no creo porque no han caminado en ese sentido ni su historial universitario ni sus actuaciones desde las esferas navarras en que se ha movido durante la dictadura. S¨ª creer¨ªa en el caso de que, como otros, las hubiera pasado moradas por su pueblo en su despacho, en las soleadas y h¨²medas calles de nuestras tierras o en otros lugares de cuyo nombre, como el Manco, no quiero acordarme. ?Ah, San Ferm¨ªn, qu¨¦ m¨¦ritos he hecho yo para contemplar, en plena juventud, tantas y tan milagrosas metamorfosis!
En fin, no sufra demasiado este militante de UCD al pensar que, si un d¨ªa nuestra amada Navarra se integra en Euskadi, el pueblo navarro desaparecer¨¢ de la faz de la tierra, porque: 1.?, quien lo desee puede leer en la ?Declaraci¨®n preliminar?, art¨ªculo 1.?, del Estatuto General del Estado Vasco, aprobado en la Magna Asamblea de Municipios Vascos celebrada en Estella (Lizarra) el d¨ªa 14 de junio, de 1931: ?Cada una de las referidas provincias -Navarra, Alava, Vizcaya, Guip¨²zcoa- se constituir¨¢ y regir¨¢... auton¨®micamente, dentro de la unidad del Pa¨ªs Vasco?; y 2.?, se ha intentado dinamitar, sin conseguirlo, durante tantos a?os la personalidad del pueblo navarro, -con el consentimiento de los ahora transformados en sus fervientes defensores- y la de los dem¨¢s pueblos integrados al Estado espa?ol, que yo los creo, tras esa dur¨ªsima prueba, indestructibles. Ello nos da pie para pensar, esperanzadamente, que tanto el pueblo de Euskadi, como los dem¨¢s, camina ya dejando a un lado ciertas fervientes demagogias.
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