Arte y t¨¦cnica en el toreo de capa de Julio Robles
?Donde est¨¢ el toreo de capa? pregunt¨¢bamos d¨ªas atr¨¢s, y en la feria de Bilbao apenas hubo respuesta; si acaso, un apunte de Rafael de Paula, tres o cuatro lances, en versi¨®n regia de Paquirri o Ruiz Miguel.La respuesta habr¨ªa de venir, sin embargo, en el ¨²ltimo momento. Ha tenido que transcurrir toda la feria de Bilbao para que pudi¨¦ramos ver, precisamente, en la ¨²ltima corrida y en la ¨²ltima res, ese toreo de capa, ejecutado a ley y con arte, que ya cre¨ªamos perdido del todo.
A lo mejor Julio Robles ha dejado escapar en Bilbao, la oportunidad de subirse al carro de los triunfadores," porque se le fueron de las manos, dos pablosrromeros nobles, a los que hizo faenas aseadas cuando debieron ser de arrebato. Mas poco importa porque, a cambio, ejecut¨® unos memorables lances de capa, como nadie entre todo el escalaf¨®n de toreros en activo sabe hacer, ni siquiera por remota alucinaci¨®n. Alguien sacar¨¢ a relucir que el arte que-no-se-pu¨¦-aguant¨¢, del Curro o del Paula, para confrontaci¨®n con el toreo de Robles, y est¨¢ bien; ojal¨¢ fueran ellos mismos los que lo sacaran a relucir entre los ruedos, para que vuelva la perdida competencia en quites. Pero aquel arte, que admite, parang¨®n con el de Robles, no: lleva aparejada la t¨¦cnica que atesora este diestro, aut¨¦ntico privilegiado en esta modalidad de su oficio. Dio una larga cambiada de rodillas, di¨® ver¨®nicas de temple, mando y finura, ganando terreno; dio faroles, gaoneras, revoleras, y medias ver¨®nicas. Pero de cu¨¢nto vimos en el primer tercio, yo me quedar¨ªa con aquellos dos lances arqueando la pierna y echando el capote abajo -dos nada m¨¢s- que pararon al toro, lo dejaron fijo, y a lo mejor lo dejaron tambi¨¦n turulato.
Plaza de Bilbao
Novena y ¨²ltima, corrida de Feria. Toros de Pablo Romero, desiguales de presentaci¨®n; tres inv¨¢lidos; con peligro el cuarto y el resto manejables. Y un sobrero (primero) de Juan Mari P¨¦rez Tabernero, manso y borrego.Ruiz Miguel: Estocada corta (silencio). Estocada corta, ca¨ªda y dos descabellos (silencio). D¨¢maso Gonz¨¢lez: Estocada trasera (oreja). Estocada corta baja (oreja y vuelta al ruedo clamorosa). Julio Robles: Dos pinchazos, estocada atravesada y siete descabellos (silencio). Estocada atravesada que asoma y tres descabellos (aplausos). Y un toro de rejones para Antonio Ignacio Vargas, que mat¨® pie a tierra de un gran volapi¨¦ (oreja).
Bueno, la verdad es que turulatos salieron casi todos los pablosrromeros. El primero estaba lisiado y Ruiz Miguel hubo de limitarse a rematarle. El segundo tambi¨¦n y lo que sali¨® en su lugar fue un borrero de Juan Mari P¨¦rez, al que D¨¢maso Gonz¨¢lez hizo las diabluras de su especialidad: circulares y espaldinas inveros¨ªmiles. El tercero, aunque manso, fue noble y no se cay¨®. El cuarto, de trap¨ªo impresionante, cornal¨®n, desarroll¨® sentido y puso en serios apuros a Ruiz Miguel. El quinto, un tanque de setecientos kilos, y sin clase, reserv¨®n, tom¨® a rega?adientes la muleta de D¨¢maso Gonz¨¢lez, el cual se jug¨® la piel, sufri¨® una voltereta en un desplante y cuaj¨® faena, lo que parec¨ªa imposible. El sexto, de gran clase, era sin embargo un inv¨¢lido.
Se abri¨® la corrida con la actuaci¨®n de Antonio Ignacio Vargas a caballo, aseada y nada m¨¢s. Pero fue eficaz y torera pie a tierra, y la coron¨® con un volapi¨¦ extraordinario. El rejoneador -lo que son las cosas- mat¨® por el hoyo de las agujas y consum¨® la estocada de la tarde. Si hici¨¦ramos abstracci¨®n de las de Paquirri o Ruiz Miguel. Porque las ver¨®nicas que dio El Viti, aunque ovacionadas, eran tambi¨¦n tropezadas, y as¨ª no valen. Otras figuras del toreo corr¨ªan m¨¢s que toreaban con el capote.
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