Intelectuales de izquierda y organizaci¨®n de la cultura
Miembro del comit¨¦ ejecutivo del PSUC
?La guerra de Espa?a, entre mil cosas grandiosas y mezquinas. habr¨¢ servido al menos para diferenciar y situar los l¨ªmites de la intelligentzia.? Estas palabras de Guillermo de Torre encabezan la edici¨®n facs¨ªmil que se ha hecho de la colecci¨®n de Hora de Espa?a, la revista de los intelectuales republicanos publicada ?al servicio de la causa popular?. Podemos parafrasear a Guillermo de Torre aplicando la consideraci¨®n al per¨ªodo franquista, para concluir que ¨¦ste ?habr¨¢ servido al menos para diferenciar y situar los l¨ªmites de la intelligentzia?. Y si ahora afortunadamente podemos considerar historia tanto la frase original como su prolongaci¨®n parafraseada. no estar¨¢ de m¨¢s recordar, a modo de introducci¨®n, episodios fundamentales que conforman dicha historia. aunque sean suficientemente conocidos.
La lucha contra la censura
Durante cuatro d¨¦cadas(?) un amplio sector de intelectuales de las diversas nacionalidades y regiones de Espa?a hemos dedicado lo mejor de nuestras energ¨ªas a la absurda tarea de luchar contra la censura, contra la represi¨®n cultural. Hemos debido mantener nuestra palabra y nuestra voz en alto para lograr la supervivencia de las culturas nacionales, catalana, vasca, gallega, castellana. Las diversas, variadas y rocambolescas escaramuzas con los sucesivos censores configuran las peores pesadillas de nuestra condici¨®n intelectual. Hemos resistido a la represi¨®n cultural impuesta por el ex ministro de Informaci¨®n y Turismo desde su edificio de lineal estilo fascista, no sin importantes costes humanos y culturales imposibles de valorar, no sin desgastes espirituales abrasadores, a veces, hasta el suicidio. El cap¨ªtulo de la autocensura del escritor constituye uno de los menos visibles, pero de consecuencias incalculables para el futuro de nuestras culturas.
Sabiendo -cuesti¨®n elemental- que la libre circulaci¨®n de las ideas y de las corrientes culturales del mundo contempor¨¢neo era crucial para nuestra existencia hist¨®rica misma, para la identidad de nuestros pueblos. liemos procurado abatir la empalizada que el franquismo hab¨ªa colocado en los Pirineos y en nuestras costas. bajo oropeles tur¨ªsticos. En esa tarea Incluso hemos logrado sacudir la s¨®lida y secular vertebraci¨®n inquisitorial de la Iglesia nacional-cat¨®lica. A la pretensi¨®n aut¨¢rquica del franquismo, hemos contestado con la pasi¨®n universal de la intelligentzia. Y aunque hemos sufrido derrota tras derrota. al llegar el 20 de noviembre de 1975. nuestra decisi¨®n y nuestras convicciones permanec¨ªan... cansadas pero firmes
Nueva etapa
Ahora pasamos ya las ?p¨¢ginas heroicas? para iniciar una nueva etapa. Empezamos a actuar en el contexto de las libertades democr¨¢ticas. Y ante esa perspectiva nos preguntamos, ?qu¨¦ desarrollo seguir¨¢ la pol¨ªtica cultural de la Administraci¨®n y de los partidos, qu¨¦ programas se avecinan, c¨®mo se va a reconstruir nuestra maltrecha herencia cultural? En una palabra, ? C¨®mo se va a organizar la cultura en la nueva etapa? El interrogante es de la mayor importancia. Amplios sectores intelectuales estamos preocupados por esta cuesti¨®n. No sabemos todav¨ªa qu¨¦ orientaciones va a seguir el nuevo Ministerio de Cultura (me olvido de ese irritante, provinciano y consumista, bienestar que se le ha a?adido) una vez liquidada la funcionalidad represiva que se asign¨® al ex ministro. Ni siquiera sabemos con qu¨¦ parte del presupuesto contar¨¢. Por su parte, no parece que los partidos pol¨ªticos de izquierda hayan abordado a fondo, con suficiente decisi¨®n y energ¨ªa, este cap¨ªtulo fundamental de nuestra convivencia plurinacional.
Jaime Salinas (en EL PAIS) y Carlos Barral (en Cuadernos para el Di¨¢logo) se hicieron eco de la inquietud y revuelo que provoc¨® en algunos sectores intelectuales una encuesta hecha por la revista Rese?a a los partidos sobre pol¨ªtica cultural. La ?intolerable pobreza imaginativa? (Jaime Salinas) que reflejaban las respuestas produjo desaliento. El hecho puede explicarse sabiendo que los partido concentran hoy sus energ¨ªas en la elaboraci¨®n y consiguiente implantaci¨®n de una Constituci¨®n que permita orientarnos hacia una democracia avanzada. Tal Constituci¨®n ser¨¢ sin duda condici¨®n necesaria, imprescindible, para poder ejercer las libertades democr¨¢ticas, entre ellas, la de expresi¨®n. Pero la sustancia misma de la democracia se halla en muchos aspectos en la pol¨ªtica cultural que la configure.
La prolongada y peculiar re presi¨®n cultural franquista a que nos hemos referido ha ido acompa?ada. parad¨®jicamente, de una notable proliferaci¨®n de iniciativas culturales creadoras, aut¨®nomas e independientes, no mercantilizadas y ajenas a la gran industria cultural: editoriales, revistas te¨®rico-pol¨ªticas, revistas locales o de barrio, sellos discogr¨¢ficos, nueva canci¨®n, etc¨¦tera... de diverso g¨¦nero y calidad. Se trata de una inmensa riqueza ?en la base? que ha surgido y vive gracias a corrientes profundas de pueblos, que han desarrollado en diversas fases de su historia formas inesperadas de ingenio creador y de pertinaz voluntad cultural. El policentrismo cultural es hoy una nota destacada de la realidad presente.
La lucha por la cultura en Catalu?a
La mayor¨ªa de estas iniciativas se han mantenido en condiciones complejas y precarias, gracias al apoyo de amplios sectores sociales que han visto en la existencia de estas modestas empresas privadas la posibilidad misma de unos m¨ªnimos de producci¨®n cultural. En Catalunya, concretamente, las editoriales y revistas de este g¨¦nero se hallan insertas en el tejido social, como algo propio crecido al calor de la lucha por la cultura nacional.
Superada la guillotina cotidiana del gran censor, ahora hay que preservar esas iniciativas de nuevos peligros propios del per¨ªodo en que nos adentramos. De una parte, estas iniciativas, m¨¢s o menos consolidadas, deben liberarse de la dependencia directa o indirecta, a que puede someterlas la gran industria cultural para la que pensamiento y cultura son mercanc¨ªas a su antojo. Hay que salvar la cultura amenazada. incluso gravemente herida ya, por la sociedad del consumo, esa productora de basura impresa. De otro, esas peque?as empresas deber¨¢n mantenerse independientes respecto a intereses partidistas, posiblemente justos y hasta funcionales en el plano propio de la pol¨ªtica, pero que pueden hacer de la cultura esclava de los avatares inciertos de luchas coyunturales, ajenas a su propia identidad que ha de ser en todo momento libre, cr¨ªtica, creadora.
Junto a las tareas culturales que desarrollan los partidos -imprescindibles- para la comunicaci¨®n social y pol¨ªtica, dimensi¨®n al - mismo tiempo de la vida cultural misma- la existencia de las iniciativas culturales aut¨®nomas a que nos referimos, enriqueceran el debate ideol¨®gico y el desarrollo de una cultura viva y plural.
Al Ministerio de Cultura corresponden hoy graves responsabilidades. Sus dirigentes deben dejar atr¨¢s todo tic represivo, por supuesto. Pero adem¨¢s tiene por delante la inmensa tarea de facilitar el desarrollo de esta multiplicidad de iniciativas aut¨®nomas e independientes. La Administraci¨®n deber¨¢ evitar todo sesgo de la pol¨ªtica cultural que pueda escorarla hacia una pretendida ?ideolog¨ªa de Estado? en ¨®smosis con el partido mayoritario. Cuando el aparato de Estado -a los niveles que sea- se confunde con el de un partido determinado, se pierde la sustaricia democr¨¢tica del sistema parlamentario. V¨¦ase, por ejemplo, el caso de Italia, donde la identificaci¨®n ?aparato de Estado-Democracia Cristiana? ha conducido la vida nacional hasta la inestabilidad democr¨¢tica bordada de corrupci¨®n.
Recuperaci¨®n bibliogr¨¢fica
El Ministerio de Cultura deber¨ªa, con urgencia, crear bibliotecas o fomentar las ya existentes en ciudades, barrios, comarcas..., facilitando fondos de libros que sean expresi¨®n de la cultura contempor¨¢nea, sin ning¨²n tipo de discriminaci¨®n ideol¨®gica. Deber¨¢ atender al fomento de museos, del patrimonio art¨ªstico tan mal parado en estos ¨²ltimos tiempos, salv¨¢ndolo de hurtos, por supuesto, pero tambi¨¦n de la barbarie a que lo ha sometido la especulaci¨®n inmobiliaria. Deber¨ªa apoyar con gran atenci¨®n las iniciativas culturales surgidas de la base, las que impulsan los sindicatos, las organizaciones de barrio, asociaciones de vecinos, etc¨¦tera, en forma de ateneos populares, casas de cultura, casas del pueblo.
En esta perspectiva el Ministerio de Cultura deber¨ªa devolver a todas las bibliotecas las obras de nuestra intelligentzia republicana, exiliada o muerta en la tragedia, obras enviadas en su d¨ªa a la hoguera purificadora de los r¨¦probos por el farenheit franquista. Muchos de esos autores son todav¨ªa inencontrables y lo ser¨¢n hasta que sean editados en el interior y su obra recuperada con normalidad de publicaci¨®n. Deber¨ªa buscarse una forma p¨²blica de reconocimiento expl¨ªcito (?de reparaci¨®n?) de la labor de aquella intelligentzia marginada de nuestra vida cultural durante m¨¢s de cuarenta a?os. Ser¨ªa algo m¨¢s que un s¨ªmbolo. Ser¨ªa como aplicar la reconciliaci¨®n nac¨ªnal al campo de la cultura,borrar los injustos ?antecedentes penales? asignados en forma de ausencia de la vida cultural interior, acompa?ada de la sistem¨¢tica denostaci¨®n en los mass media oficiales. Ser¨ªa un acto culturalmente pacificador. Con ello se contribuir¨ªa a recuperar la memoria perdida (hist¨®rica, cultural, etc¨¦tera) para todo el pueblo, si acaso es todav¨ªa posible. He ah¨ª una gran tarea de reconstrucci¨®n nacional a desarrollar, al mismo tiempo que se sientan las bases materiales de la convivencia. He ah¨ª una propuesta.
Evitar privilegios ideol¨®gicos
El papel de la Administraci¨®n en el campo cultural deber¨ªa, pues, consistir como cuesti¨®n previa, en reconocer todas las ra¨ªces de las culturas peninsulares; inmediata mente, en velar por el cumplimiento de unas reglas del juego que m¨¢s all¨¢ de normas mediatiza doras, evite limitaciones o privilegios ideol¨®gicos de modo que la correcci¨®n, veracidad o car¨¢cter cient¨ªfico de las diversas corrientes de pensamiento, pasadas o presentes, se verifique en un libre y leal debate de ideas en el que nadie juegue con ventajas o valimientos.
Por nuestra parte, los intelectuales de izquierdas que hemos venido luchando contra la represi¨®n cultural durante ¨¦stos a?os, adem¨¢s de situarnos en primera l¨ªnea de defensa de la libertad de expresi¨®n en todo momento o situaci¨®n, debemos disponernos a colaborar en la actual tarea de resurgimiento cultural, en esta labor de configuraci¨®n de la identidad de nuestros pueblos que exige debate libre y pluralidad de energ¨ªas.
Entre todos, pues, hemos de impulsar el desarrollo de nuestras culturas, la salvaci¨®n de la palabra. Para ello precisamos con urgencia una nueva pol¨ªtica cultural que facilite la coordinaci¨®n de energ¨ªas, un nuevo estilo de relaciones entre la Administraci¨®n y quienes nos hallamos dispuestos, desde nuestra tradici¨®n cultural progresista, a contribuir con nuestro esfuerzo a la b¨²squeda de una alternativa al agotado y embrutecedor modelo de civilizaci¨®n capitalista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Bibliotecas especializadas
- Artistas
- MCYB
- UCD
- Opini¨®n
- I Legislatura Espa?a
- Censura
- Gobierno de Espa?a
- Libertad expresi¨®n
- Presidencia Gobierno
- Intelectuales
- Ministerios
- Bibliotecas
- Legislaturas pol¨ªticas
- Catalu?a
- Comunidades aut¨®nomas
- Libros
- Servicios informaci¨®n
- Partidos pol¨ªticos
- Gente
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Gobierno
- Medios comunicaci¨®n
- Cultura
- Administraci¨®n Estado