El celibato de los sacerdotes, se mantendr¨¢
?Proponemos que para que el presbiterio pueda plantearse el problema de su identidad personal, el celibato debe ser una opci¨®n libre y no impuesta como condici¨®n sine qua non?, se?alaban en sus conclusiones un centenar de sacerdotes de la di¨®cesis de Albacete reunidos en asamblea y, bajo la presidencia de su obispo, monse?or Irineo Garc¨ªa Alonso, celebrada en el pasado mes de mayo.La asamblea de sacerdotes de Albacete no hac¨ªa sino recoger uno de los temas m¨¢s debatidos en el seno de la Iglesia, y cuya publicidad surge con periodicidad y constancia. La ineludible condici¨®n de c¨¦libe del sacerdote cat¨®lico es tema que tiene, ineludublemente, una repercusi¨®n y proyecci¨®n social, pues es de com¨²n creencia el que una ausencia total de relaciones sexuales en el individuo puede desequilibrar la siquis del mismo. En funci¨®n de estos interrogatorios complementados con criterios personales e hist¨®ricos en el ¨¢mbito de la pr¨¢ctica del sacerdocio, se ha intentado llegar a una conclusi¨®n clara y uniforme. No ha sido posible porque quiz¨¢ el propio tema exija una gama de matizaciones particulares para cada caso, que hacen in¨²tiles las generalizaciones.
Criterios flexibles
Para el doctor en siquiatr¨ªa Carlos Castilla del Pino, ?no se debe establecer una correlaci¨®n directa entre celibato y disturbios siqu¨ªcos en sentido amplio. Las variables son muchas y han de ser valoradas en cada caso. Por ejemplo: no puede ser igual un celibato asumido plenamente que otro que se vive como impuesto -a partir de la etapa que sea tampoco el que se acepta en el plano social. pero se transgrede en el privado: y en el que la transgresi¨®n privada sea vivida tanto como culpa como sin ella cosa, esta ¨²ltima, frecuente hoy para sacerdotes para quienes la obediencia estricta en este respecto estiman relativa?.En este sentido, cabe a?adir que la historia cotidiana de las sociedades en las que la religi¨®n cat¨®lica tiene un peso importante en su entramado pol¨ªtico- institucional ha dado muestras m¨¢s que suficientes de criterios enormemente flexibles sobre el cumplimiento o no del mencionado celibato. En estos momentos, en numerosas salas cinematogr¨¢ficas espa?olas se exhibe un filme adaptaci¨®n de los cuentos de Bocaccio, en el que se muestra un peculiar concepto de c¨¦libe en lo que a religiosos se refiere. Alargar la enumeraci¨®n de casos conocidos hist¨®ricamente, ser¨ªa excesivamente fatigoso para el lector. Valga el se?alar, como despu¨¦s se comprobar¨¢, que las propias directrices eclesi¨¢sticas no han sido uniformes en este sentido a lo largo de sus veinte siglos de existencia.
?M¨¢s importante me parece el hecho de que el celibato, aun cuando pueda producir alg¨²n conflicto neur¨®tico y estructuras patol¨®gicas de car¨¢cter, constituya por s¨ª mismo un s¨ªntoma. Este es el caso del que elige el celibato como forma de encubrir y seudosolucionar un conflicto a¨²n m¨¢s grave, por ejemplo, una impotencia o una homosexualidad no asumida. En todo caso no se puede hacer un planteamiento simplista del problema sin caer en la trivialidad?, concluy¨® el doctor Castilla del Pino a las preguntas formuladas por EL PAIS. No hay que olvidar, sin embargo, que el vigente c¨®digo can¨®nico establece la exclusi¨®n tajante de ordenaciones sacerdotales cuando se d¨¦ alg¨²n s¨ªntoma de impotencia u homosexualidad.
Enrique Miret Magdalena, experto en temas eclesi¨¢sticos, sit¨²a el problema en sus coordenadas hist¨®ricas en el seno de la Iglesia: ?Durante el Concilio Vaticano II, terminado hace ahora doce a?os, surgi¨® la cuesti¨®n del celibato, pero la Santa Sede prohibi¨® discutir este problema. Algunos obispos occidentales (sobre todo latinoamericanos) pensaron que no hab¨ªa ninguna dificultad, sino muchas ventajas en permitir la Iglesia -seg¨²n la costumbre de veinte siglos de oriente cristiano- que se ordenasen como sacerdotes varones casados. As¨ª se eliminar¨ªa el problema de la soledad. se conseguir¨ªa una m¨¢s completa maduraci¨®n afectiva de la sicolog¨ªa del var¨®n y se resolver¨ªa la escasez de vocaciones en muchos lugares del Tercer Mundo, porque el celibato va contra la realidad sociol¨®gica de estos pa¨ªses.?
La tradici¨®n de la Iglesia latina
? Pero el Papa y sus colaboradores de la Curia Romana -a?ade M¨ªret Nitagdalena- no aceptaron el matrirnonio de los futuros sacerdotes, en Occidente, a diferencia de lo que permiten en Oriente. Se olvidaron de la larga tradici¨®n de la Iglesia latina, que permiti¨®, o toler¨®, el matrimonio en los sacerdotes durante muchos siglos. El historiador Eusebio dec¨ªa en los primeros siglos: ?No se debe prescribir a los hermanos (sacerdotes) la pesada carga del celibato. Hay que pensar en la flaqueza de los m¨¢s. Y las prescripciones can¨®nicas del siglo IV prohib¨ªan el celibato de los cl¨¦rigos si se hac¨ªa por desprecio al matrimonio y a las cosas de esta vida, porque se dice en estas ordenanzas eclesi¨¢sticas que todo esto es muy bueno.???Cu¨¢l es la raz¨®n del celibato? -a?ade Miret- Un cierto tab¨² en el culto que identifica pureza sexual y culto religioso. En el hombre primitivo la procreaci¨®n es un acto m¨¢gico y hay, por eso, que exorcizar a los demonios que pululan en torno a este tab¨². Y de ah¨ª lo de que "los encuentros sexuales acarreaban incapacidad para el culto", como recuerda el te¨®logo cat¨®lico J. B. Batier, cosa que pasaba en el mundo griego y romano. y que despu¨¦s, poco a poco comenz¨® a pasar tambi¨¦n en el cristianismo, por la influencia cada vez m¨¢s fuerte que tuvo en sus costumbres religiosas el paganismo. ?
?El colmo de esta actitud -se?ala el soci¨®logo cat¨®lico- se encuentra en el moralista cristiano Tertuliano, que asegura que en el cielo "no habr¨¢ mujeres, ni partos, ni placer". Hoy volvemos a plantear los cat¨®licos latinos -los orientales no tienen ese problema pues, han admitido siempre el matrimonio del clero- una mayor libertad para el matrimonio en los cl¨¦rigos, como exist¨ªa en el primitivismo cristiano. Y se debe hacer por las tres razones apuntadas al principio. Son portavoces principales de esta postura algunos obispos latinoamericanos y del Tercer Mundo, as¨ª como recientemente en Francia monse?or Riob¨¦, que dijo: "?Por qu¨¦ se reh¨²sa ordenar como sacerdotes a hombres casados, sino s¨®lo porque tenemos todav¨ªa una concepci¨®n falsa de lo que es la sexualidad?" Al final el buen sentido tendr¨¢ que imponerse en la Iglesia contra todas estas reacciones inconscientes que desconocen la sexualidad sana y espont¨¢nea; reacciones que todav¨ªa perduran en el mundo clerical, sobre todo en el de la Curia Romana. ?
En favor del celibato
Recientemente el obispo de Ibiza, monse?or Jos¨¦ Gea Escolano, public¨® una extensa carta pastoral en la que defiende a ultranza el celibato: ? Dej¨¦monos de utop¨ªas -escrib¨ªa el prelado el pasado 15 de agosto- El modelo de sacerdote que la Iglesia de hoy, como la de siempre, necesita es el encarnado por un sacerdote,que viva con tal fuerza su fe, que sea capaz de vivir ¨²nica y exclusivamente pendiente de su misi¨®n: hacer presente a Cristo ante todos los hombres. Y desde luego, estoy cada vez m¨¢s convencido de que un sacerdocio bien llevado tiende hacia el celibato, a no ser que el sacerdote sea considerado como un funcionario sacramental.? Sin embargo, las razones que argumenta el prelado para ratificar su exposici¨®n te¨®rica se enmarcan m¨¢s en consideraciones personales -naturalmente respetables- que en razonamientos tenl¨®gicos o cient¨ªficos: ? La conveniencia del celibato del sacerdote -a?ade monse?or Gea Escolano- creo que tambi¨¦n puede fundarse en lo que tantas veces decimos: que los responsables deben ir adelante. Una actitud de fe celibetaria permite al sacerdote ir por delante de toda la comunidad, formada por c¨¦libes y no c¨¦libes, est¨¢ en la primera fila.?
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