Siquiatras de todo el mundo enfrentan sus ideas sobre la locura
?Qu¨¦ es estar loco? ?Qu¨¦ es ser un enfermo mental? ?Qu¨¦ pueden hacer los diversos grupos humanos -familia, empresa, instituciones...- ante la aparici¨®n del loco, del enfermo mental? ?Cu¨¢l debe ser el objetivo de las diversas terapias a emplear: reintegrar al loco en su sociedad, eliminar su angustia para hacerle m¨¢s feliz, comprender en profundidad el conflicto del hombre enfermo con su medio, apoyarse en ¨¦l para hacer la revoluci¨®n ... ? Estos son los grandes temas de fondo que laten en los diversos modos de afrontar la enfermedad mental y su mundo.Las tensiones que se desarrollar¨¢n en el congreso mundial de siquiatr¨ªa no son otras sino las que derivan de las diversas concepciones y escuelas que luchan en el mundo por imponerse en el campo del tratamiento de las enfermedades mentales.
Dos actitudes enfrentadas
En la siquiatr¨ªa mundial coexisten actualmente muchas concepciones de los trastornos mentales y, por consiguiente, tambi¨¦n rnuchas actitudes terap¨¦uticas ante esos contlictos. B¨¢sicamente, y simplificando inucho el problenia, est¨¢ teniendo lugar un enfrentamiento entre dos irandes concepciones: una que considera el conflicto como el resultado de trastornos biol¨®gicos, endocrinol¨®gicos. neurol¨®gicos, etc¨¦tera. La otra, por el contrario, cree que el problema mental surge de las relaciones afectivas e interpersonales.
Para la siquiatr¨ªa tradicional, prefreudiana desarrollada en nuestro tiempo gracias al gran avance de la bioqu¨ªmica todo lo que sucede en el cerebro humano es el mero resultado de reacciones qu¨ªmicas que tienen lugar en el cuerpo. Es la filosof¨ªa m¨¦dica que se expresa en el dicho ?el cerebro segrega el pensamiento?, como si esta segregaci¨®n fuese similar a la producci¨®n de jugos g¨¢stricos por el est¨®mago o la elaboraci¨®n de hormonas por ciertas gl¨¢ndulas. Desde una actitud cl¨ªnica de este tipo, es claro que si bioqu¨ªmico es el origen de todos los conflictos, bioqu¨ªmica debe ser la respuesta terap¨¦utica. Si todos los problemas que aquejan a los individuos- depresiones, cambios en el comportamiento sexual, accesos de agresividad, situaciones de est¨ªmulo vital, dependencias y adiciones, etc¨¦tera- tienen su origen en la mayor o menor producci¨®n por parte del organismo de ciertas sustancias qu¨ªmicas, ser¨¢ una mera ingesti¨®n o eliminaci¨®n de esas sustancias lo ¨²nico que -podr¨¢ resolver el conflicto.
Nace y se desarrolla de este modo toda una terapia farmacol¨®gica que se encarna en una larga tradici¨®n milenar¨ªa siqui¨¢trica apoyada en la ingesti¨®n de brebajes. Las diferencias actuales entre la medicina espa?ola de L¨®pez Ibor y las terapias empleadas en la Uni¨®n Sovi¨¦tica frente a hombres angustiados o demasiado cr¨ªticos no son tan distintas corno pareciera a simple vista . Ambas se basan en el principio com¨²n de considerar que el que sufre es porque anda mal por dentro. Principio que se desarrolla creando y multiplicando las instituciones siqui¨¢tricas en el pasado, el presente y el futuro, desde la URSS a la Argentina, o desde Ciempozuelos a Puerta de Hierro.Frente a aquella actitud ante los trastornos mentales y coexistiendo con ella en algunas ocasiones, incluso en el mismo pa¨ªs y centro hospitalario existe otra postura que ve el conflicto mental como la expresi¨®n a nivel de s¨ªntomas y trastornos de comportamiento de problemas y tensiones familiares, social¨¦s, etc¨¦tera. Esta otra postura, tambi¨¦n de tradici¨®n milenaria, entronca con el mundo de los hechiceros y sicoterapeutas de las culturas antiguas para desembocar en nuevas escuelas como el sicoan¨¢lisis, la antisiquiatr¨ªa, las t¨¦cnicas de liberaci¨®n verbal o corporal y muchas otras.
Conflictos sociales
La postura que todas estas corrientes encarnan, en mayor o menor grado, es la de considerar que el individuo humano no es una entidad aislada bioqu¨ªmica sino parte de un todo social en permanente proceso dial¨¦ctico de interacci¨®n. Todo lo que sucede dentro, a nivel biol¨®gico, est¨¢ influyendo sobre los dem¨¢s, a nivel de actuaci¨®n. Y todo lo que sucede fuera del organismo, a nivel de relaciones interpersonales de diverso origen -familiar, social, pol¨ªtico, laboral- est¨¢ siendo constantemente traducido a nivel org¨¢nico y bioqu¨ªmico. No es que la mayor o menor producci¨®n de adrenalina desencadene la agresisino, adem¨¢s de eso, lo que sucedees que las situaciones conflictivas hacen a algunos indivi duos fabricar m¨¢s o menos adrenalina para responder con m¨¢s o menos agresividad.
Sucede, sin embargo, que las consecuencias a las que se llega desde esta otra perspectiva del conflicto mental son de gran repercusi¨®n social y pol¨ªtica. Mientras los defensores de las concepciones m¨¢s organicistas no tienen por qu¨¦ recriminar nada a los dirigentes de las instituciones familiares, sociales, religiosas -?qu¨¦ culpa van a tener ellos de lo que les pasa a los locos y a sus hormonas!-, desde las concepciones m¨¢s interpersonalistas los dirigentes de esas inst¨ªtuciones tienen mucho que ver con la locura y su mundo. Vemos as¨ª, en sorprendente coincidencia, obtener la misma consideraci¨®n y paz social a los psiquiatras tradicionales en la URSS de Breznef, la Argentina de Videla o la Espa?a de Franco, mientras asistimos al espect¨¢culo, tambi¨¦n curiosamente coincidente, de la retirada de libros de Freud de las librer¨ªas sovi¨¦ticas, el encarcelamiento de sicoanalistas argentinos o la disoluci¨®n por la polic¨ªa de sesiones de sicoterapia de grupo en cl¨ªnicas madrile?as
Mientras una siquiatr¨ªa es aceptada siempre por la autoridad la otra es permanentemente perseguida. El poder prefiere lo internamientos, las pastillas y los L¨®pez Ibor frente a los peligros revolucionarios de las siquiatr¨ªas cr¨ªticas. El congreso de Honolul¨² va a presenciar, m¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota de la condena de los m¨¦todos de la URSS o Argentina -sin que el tema deje de ser muy grave- el enfrentamiento de dos posturas interpretativas y terap¨¦uticas: la que considera al loco un desgraciado al que aislar y compadecer o la que le considera un v¨ªctima de la locura no asumida por los otros.
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