La desconocida literatura brasile?a
PABLO DEL BARCO
Cerca del coraz¨®n salvaje,
Clarice Lispector. Traducci¨®n de Basilio Losada. Editorial Alfaguara. Madrid, 1977.
Clarice Lispector, narrativa brasile?a, la narrativa, o la literatura desconocida. Al margen, incluso, del fenecido y decadente boom latinoamericano. Cerca del coraz¨®n salvaje fue la primera muestra de la literatura brasile?a que pude saborear. Una sorpresa. Constataba all¨ª Joyce, Virginia Wolff, Faulkner, toda la pasi¨®n por la literatura norteamericana. Y, sobre todo, literatura sorprendida y sorprendente de nuestra adolescencia. Carmen Laforet. Nada.Clarice Lispector public¨® en 1943 este libro, su primera obra, diecisiete a?os, alumna de la facultad de Derecho, R¨ªo de Janeiro. Un raro proceso vital: nacida en Tchetchelnik, Ucrania, 1926, llevada reci¨¦n nacida a Brasil, degustadora de Hermann Hesse, Julien Green, Graciliano Ramos. Cerca del coraz¨®n salvaje fue rechazada por una de las mayores editoriales brasile?as. Inmediatamente, la concesi¨®n del Premio Gra?a Aranha. Clarice Lispector se consagra de golpe, como ficcionista maravillosa. Y es comparada a Guimar?es Rosa; al fin, alg¨²n conocido.
Hay que recordar siempre la semana de 1922 en S?o Paulo, la iniciaci¨®n del modernismo brasile?o. Conquistas formales en literatura y en artes pl¨¢sticas. Era el momento crucial de la brasile?izaci¨®n del arte brasile?o, la creaci¨®n de un lenguaje propio, el descubrimiento y la materializaci¨®n de una realidad. Desde entonces a hoy, una narrativa en realismo, o en realismo m¨¢gico, o realismo agresivo. Y siguiendo, desde el romanticismo y sus trabas del nacionalismo ¨¦tnico y cultural, la formaci¨®n de una expresi¨®n, y una literatura consiguiente, personal. Clarice Lispector particip¨® con Cerca del coraz¨®n salvaje en las reformas formales, en un sentido especialmente: el uso de la met¨¢fora transformante. No es s¨®lo la utilizaci¨®n como un elemento m¨¢s del lenguaje. Con Clarice los objetos toman vida y las met¨¢foras parecen tomarla de forma que llegan a integrarse en los personajes, a colaborar decididamente en la subjetivaci¨®n de los objetos o en la objetivaci¨®n de los personajes. Lenguaje total: la palabra con y en los hechos.
Lo que m¨¢s me impresiona: c¨®mo las cosas, los objetos, se integran en la narraci¨®n: ?El silencio se arrastraba zzz.? ?El guardarropa dec¨ªa ?qu¨¦? ropa-ropa-ropa.? ?Hubo un momento grande, parado, sin nada dentro.? ??Hab¨ªa alg¨²n medio para tener las cosas sin que las cosas la poseyeran??. Con ellos, a trav¨¦s de ellos, la narradora construye una realidad, una realidad que contrapone al realismo de los hechos. Algo tan profundamente ficcionado que la realidad fant¨¢stica se nos transforma en el mundo verdadero. Es decir, la existencia de las cosas por encima de su propia esencia. Y una clave para el enredo: borrar el pasado: ?Pero todo aquello -la infancia, la pubertad, la boda con Octavio- era mucho m¨¢s corto, una simple mirada sorprendida agotar¨ªa todos aquellos hechos.? Juana, la protagonista, se sit¨²a en medio de las cosas, un animal lleno de inconsecuencias, de ego¨ªsmo y vitalidad. Con una necesidad anti¨¦tica subvenida de la educaci¨®n moralista tradicional: ?La bondad me da ganas de vomitar.?
Todo parece surgir de un tiempo condicionado; la infancia: ?Y tambi¨¦n se pod¨ªa esperar el instante que llegaba..., que llegaba... y, de repente, se precipitaba en presente, y de repente se disolv¨ªa... y otro que ven¨ªa..., que ven¨ªa...? El tiempo salta de la creaci¨®n al recuerdo, de forma que el momento vivido se hace asfixiante, demoledor. Y no es porque la vida sea tan angustiosa que no quiera vivirla; Juana se desdobla a veces, queriendo gozar doblemente del espect¨¢culo de la existencia, a solas, desde su ventana, sinti¨¦ndose dentro m¨¢s que la realidad que sus ojos le entregaban. En soledad y melancol¨ªa. A lo largo de la narraci¨®n la protagonista va despoj¨¢ndose de su condici¨®n de mujer, de Juana -?ser¨¢ su esencia?- y afirm¨¢ndose en su existencia, o una substancia que existe: ?No era mujer, exist¨ªa y lo que hab¨ªa dentro de ella eran movimientos alz¨¢ndose siempre en transici¨®n.?
Lenguaje po¨¦tico, lenguaje que crea esa existencia porque va descomponiendo una realidad a trav¨¦s de un mosaico de espejos. La met¨¢fora, la delicadeza con que las cosas nos hablan, o susurran -unas cortinas sin viento que se inclinan reverentes- contribuyen a crear esa realidad -irrealidad m¨¢gica, sorprendente, bella, seductora-. Porque aqu¨ª el lenguaje contribuye a la ruptura de los hechos, un hilo argumental que Clarice L¨ªspector no impone, se va construyendo s¨®lo, lo van construyendo las cosas con su palabra, el espejo de Juana con sus preguntas, el tiempo con su ida y venida, luz contra sombra. Lamentablemente se han perdido muchos de estos aspectos por una traducci¨®n irresponsable. Pero, es una suerte poder leer en Espa?a este libro y acercarnos a la desconocida; importante y generosa literatura brasile?a.
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