?Asaltar el palacio de invierno?
Militante del PSOEA la vista de la actitud general de la izquierda espa?ola y, en particular, de las direcciones de sus principales partidos, los t¨ªtulos con que se abren estas reflexiones pueden parecer provocativos. Es posible. La cuesti¨®n, de todos modos, est¨¢ ah¨ª, pendiente de respuesta: ?ha llegado, de verdad, la hora de emprender la lucha pol¨ªtica por el socialismo en nuestro pa¨ªs?
El lector habr¨¢ ya adivinado que mi respuesta es, resueltamente, afirmativa. Y a?adir¨¦ que no ser¨ªa pecar por imprudencia suponer que la misma respuesta dan, en su fuero interno, al menos, un gran n¨²mero de compa?eros de militancia socialista y de comunistas espa?oles que contemplan perplejos, a veces irritados, desconcertados y vacilantes a menudo, pero casi siempre silenciosos, la actitud de timidez pol¨ªtica, de dejaci¨®n ideol¨®gica de nuestros dirigentes.
S¨ª, el socialismo es, hic et nunc, de actualidad. O, para decirlo con un s¨ªmil siempre gr¨¢fico pero cuyo car¨¢cter metaf¨®rico hay que explicar: ha llegado el momento de asaltar el Palacio de Invierno. Me explicar¨¦.
Por supuesto que ni por asomo pretendo que en nuestro pa¨ªs deba aplicarse la estrategia trotskista-leninista de la revoluci¨®n que condujo a la toma del poder por los bolcheviques en el Petrogrado de 1917. Si de tal cosa se tratara, la discusi¨®n no pasar¨ªa de aqu¨ª.
No. Para la inmensa mayor¨ªa de los militantes de la izquierda socialista (comunistas y socialistas stricto sensu) est¨¢ claro que en los pa¨ªses de capitalismo avanzado -luego, en Espa?a- no hay Palacio de Invierno que asaltar si portal se entiende el enfrentamiento directo y armado entre burgues¨ªa y proletariado, en situaci¨®n de guerra civil y de insurrecci¨®n popular. Como perspectiva hist¨®ricamente racional -si no como accidente- esa posibilidad parece haber desaparecido de la zona hist¨®rico-geogr¨¢fica a la que pertenecemos, y ello en virtud de profundos cambios estructurales en la situaci¨®n interior y mundial cuyo examen no podemos abordar aqu¨ª.
No, la estrategia insurreccional o de enfrentamiento armado, que puede muy bien seguir vigente en numerosas zonas subdesarrolladas del mundo, se ve hoy inevitablemente sustituida en nuestros pa¨ªses por un nuevo enfoque estrat¨¦gico, a¨²n casi in¨¦dito en el terreno de los hechos y te¨®ricamente poco elaborado: el del reformismo revolucionario, menos propiamente llamado v¨ªa democr¨¢tica o pac¨ªfica al sociafismo.y que quiz¨¢ podr¨ªa bautizarse con el nombre un poco ambiguo pero eficaz deeurosocialismo.
Marcha progresiva. hacia la sociedad socialista
Dicho de manera muy es- quem¨¢tica, se trata de una marcha progresiva hacia la sociedad socialista a base de una serie de reformas estructurales que vayan sustrayendo a la burgues¨ªa parcelas de poder y traspas¨¢ndoselas a las masas trabajadoras social y pol¨ªticamente organizadas. De modo que el acto revolucionario esencial que es el paso del poder de una a otra clase se producir¨ªa no de un golpe (simb¨®licamente: la toma del Palacio de Invierno) sino a trav¨¦s de un proceso m¨¢s o menos largo y complicado de expropiaci¨®n de la burgues¨ªa en el marco de una de mocracia lo m¨¢s avanzada posible y sin ruptura violenta (a menos que la provoquen los mismos exproiados).
La diferencia con la estrategia trotskista-leninista (la que se aplic¨® en Rusia) es evidente: se trata ni m¨¢s ni menos, en contra del f¨¢cil sarcasmo de Zinoviev, de ?asar al buey poco a poco?. Pero no menos acusado es el contraste con la perspectiva socia Ide mocr¨¢tica, expl¨ªcita o veraorizante: lo que se intenta no es reformar el capitalismo sino destruirlo, no es ser un ?buen administrador? de la sociedad burguesa (Blum) sino sustituirla por algo que no es s¨®lo un sistema radicalmente diferente de organizaci¨®n econ¨®mico-social sino, en su m¨¢s profunda virtualidad, una nueva civilizaci¨®n.
Lo que me interesa desiacar aqu¨ª es un factor que me parece de m¨¢xima importancia para esa nueva estrategia: el de la conciencia socialista. Pues bien, pienso que si hay un Palacio de Invierno que las fuerzas del reformismo revolucionario deben conquistar, no es otro que la conciencia popular, la conciencia de las clases trabajadoras y de sus aliados hist¨®ricamente posibles.
En la perspectiva marxista cl¨¢sica la idea de una crisis catastr¨®fica de? capitalismo, trampol¨ªn dir¨ªamos casi ?mec¨¢nico? para la conquista del poder por la clase obrera, velaba en gran medida la importancia central de la conciencia socialista de las clases explotadas. De alg¨²n modo se pensaba que el desenlace fatalmente desastroso del sistema forzar¨ªa al proletariado de manera casi autom¨¢tica y ?natural? a conquistar el poder y construir sobre las ruinas. Hoy la situaci¨®n es muy distinta en los pa¨ªses capitalistas desarrollados. Por una serie de razones hist¨®rico-sociol¨®gicas (mecanismos de autocorrecci¨®n del capitalismo de Estado, transferencia del peso principal de la explotaci¨®n a las zonas subdesarrolladas del mundo a trav¨¦s del mercado imperialista mundial, etc¨¦tera), la crisis del sistema parece perder su car¨¢cter catastr¨®fico para convertirse en crisis larvada, esmaltada de constantes peripecias y altibajos, seguramente no menos destructora pero en todo caso mucho m¨¢s sutil y ?subterr¨¢nea? que tal como la ve¨ªa el esquema cl¨¢sico.
De ah¨ª que la conciencia socialista, que discierne claramente esa crisis destructora del sistema y contrapone a ¨¦ste otro muy diferente, recobre su posici¨®n, central en la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica del movimiento obrero. Consecuencia: la primera tarea de ¨¦ste -aqu¨¦lla a la que no debefaltar nunca, de lague no debe excusarse en ning¨²n momento y bajo ning¨²n pretexto - es la del ?pedagogo colectivo?, contraparte o secuela natural del gramsciano ?intelectual colectivo?. El partido obrero debe ser capaz de elaborar un an¨¢lisis cabal de la sociedad y del mundo en que act¨²a y, paralelamente, formar la conciencia de las masas trabajadoras inculc¨¢ndoles constante e infatigablemente las respuestas socialistas a esa sociedad y sus problemas.
Porque debemos partir de este supuesto: en la sociedad capitalista avanzada, el socialismo s¨®lo podr¨¢ llevarse a la realidad si cuenta con el apoyo consciente y decidido de una gran masa de la poblaci¨®n: lo esencial de la clase obrera industrial, una buena parte de los t¨¦cnicos y profesionales, los campesinos sin tierra e incluso una buena parte de los peque?os y medios propietarios agr¨ªcolas. El proyecto eurosocialista debe pues contar con el respaldo de la parte m¨¢s oprimida o din¨¢mica de, las llamadas ?clasa medias? o, en el peor de los casos, con su neutralidad (su hostilidad resuelta puede serle fatal: v¨¦ase el caso de Allende en Chile).
Sin ese respaldo masivo la respuesta de la burgues¨ªa, amenazada de expropiaci¨®n (aunque sea a plazo), ser¨¢ normalmente brutal aqu¨ª como en Par¨ªs, Roma, Tokio o Santiago de Chile, y ser¨¢ siempre victoriosa. No es el 50% m¨¢s uno de los votos lo que disuadir¨¢ al capital y a sus ?perros guardianes? de aniquilar de ra¨ªz todo intento d¨¦ construir democr¨¢ticamente el socialismo sino la perspectiva de tener que enfrentarse con la gran masa de la poblaci¨®n. El proyecto curosocialista necesita no una simple mayor¨ªa electoral (aunque ¨¦sta sea ria¨ªtiralmente necesaria) sino una mayor¨ªa sociol¨®gica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.