Un proyecto socialista para Espa?a
?Son coherentes con la fundamental exigencia del proyecto eurosocialista -la creaci¨®n y el fomento incansables, de una conciencia socialista popular- los actos y las declaraciones de la gran mayor¨ªa de nuestros dirigentes de izquierda? Como militante del principal partido de la izquierda, me duele tener que contestar que no, tajantemente que no.El hecho es que los partidos del eurosocialismo espa?ol, en el sentido-que doy a este t¨¦rmino (PSOE, PCE, PSP, PSC, PSUC ... ) parecen guiarse por una pre ocupaci¨®n no confesada (estas cosas no se confiesan) pero manifiesta: que nadie se entere de puertas para fuera que son socialistas y, como tales, radicalmente opuestos a la actual sociedad.
Ocasiones excepcionales se han dejado pasar sin que la izquierda las aprovechara para empezar a sembrar en la conciencia popular la idea de un proyecto socialista que, sin negarla sino al contrario, profundiz¨¢ndola y autentific¨¢ndola, va mucho m¨¢s all¨¢ de la democracia gen¨¦rica de que hoy todo el mundo sin distinci¨®n ni matiz se declara campe¨®n.
Ocasi¨®n singular era la campa?a electoral. Y en el recuerdo de todos est¨¢ la mon¨®tona cantilena de los partidos concurrentes en la que la voz propia de la izquierda se dilu¨ªa en un jarabe dulz¨®n de indistinto democratismo, s¨®lo salpicado aqu¨ª y all¨¢ por unas gotas de populismo. Del sociallsino, de sus respuestas a los problemas actuales, de sus perspectivas de futuro, nada, o casi nada.
Ocasi¨®n excelente -y permanente- la ofrece el Parlamento, que una izquierda serena y resuelta, sin infantil bravuconer¨ªa, pero tampoco sin timideces, puede utilizar como tribuna privilegiada para criticar el sistema y para despertar y desarrollar la conciencia socialista de los trabajadores.
?Y qu¨¦ ha hecho la izquierda espa?ola en el reci¨¦n estrenado Parlamento? Por lo menos hasta ahora, no pasar, en el mejor de los casos, de ocupar posiciones (a veces con procedimientos discutibles) y de instalarse m¨¢s o menos h¨¢bilmente en un nivel de discusi¨®n t¨¦cnico-jur¨ªdica en el que dif¨ªcilmente podr¨¢ desbordar a la derecha disfrazada de centro; y, en el peor, de un nada ejemplar compadreo con el Poder. De socialismo, ni sombra.
El resultado de esta renuncia pol¨ªtico-ideol¨®gica es que la izquierda espa?ola est¨¢ dando ante la opini¨®n p¨²blica la impresi¨®n de ser, como escrib¨ªa hace unos d¨ªas Ignacio Sotelo en Diario 16, ?el ala progresista de la burgues¨ªa?, dej¨¢ndose as¨ª integrar y recuperar por esta democracia de los listos que nos preparan los Adolfos, Rodolfos y cong¨¦neres, ilustres y conocidos luchadores de la libertad que durante decenios se disfrazaron de servidores de la dictadura (para escapar a sus persecuciones, sin duda). Los ?listos? lo est¨¢n haciendo, desde el punto de vista de los intereses de la burgues¨ªa espa?ola, soberbiamente bien (para eso son realmente listos y no unos redomados majaderos como la gran mayor¨ªa de los prebostes franquistas y neofranquistas). Y el colmo de su listeza ser¨¢ convencer duradera mente a la izquierda parlamen tana, ya de s¨ª predispuesta, para que entre de lleno en su juego de listeza, en el que ellos tendr¨¢n siempre las de ganar, simplemente porque disponen del poder. Resultado de todo est¨® es qu la confrontaci¨®n ideol¨®gica seg¨²n escrib¨ªa recientemente Jos¨¦ Luis Aranguren en estas mismas p¨¢ginas, ?se ha transformado en competici¨®n? (en el sentido deportivo del t¨¦rmino) y que en el escenario de la ?pol¨ªtica-espect¨¢culo? espa?ola se nos ofrece una ?representaci¨®n cuasi-teatral -y m¨¢s bien mala- de la democracia?. Corno dice graciosamente un amigo m¨ªo e ilustre m¨¦dico: ?La izquierda es panola es un tigre de papel bajo la mesa de Su¨¢rez?.
Pero ?hay, en la Espa?a de hoy, otro juego posible, distinto del juego con cartas marcadas de lo ?listos?? No me cabe la menor duda. Ese juego es el que propugna y permite la estrategia del reformismo revolucionario tal corno ha quedado anteriormente esbozada. El supuesto b¨¢sico de esa estrategja es este: en la medida misma en que el pueblo espa?ol est¨¢ maduro para la democracia, lo est¨¢ tambi¨¦n para el socialismo.
Quiere decirse que, o el socialismo empieza a construirse ahora mismo, o no se construir¨¢ jarn¨¢s. La tesis de las dos etapas que ha sido en general nefasta para el movimiento socialista mundial, es particularmente incompatible con la estrategia eurosocialista. Y esa es justamente la tesis m¨¢s o menos impl¨ªcita nu nca claramente elaborada ni expuesta, que gu¨ªa la actuaci¨®n de nuestros partidos de izquierda ?Ahora se trata s¨®lo de consolidar la fr¨¢gil democracia espa?ola?, afirma Felipe Gonz¨¢lez. Y, como un eco, Santiago Carrillo remacha que debemos esperar a que ?se restablezcan las libertades. Ma?ana se plantear¨¢ el problema de la marcha hacia el socialismo ?.
La contradicci¨®n mecanicista es flagrante: nos pasamos la vida machacando que democracia y socialismo son dos cosas ¨ªntimamente unidas y, justo cuando llega la hora de empezar a construir la primera, nos olvidamos completamente del segundo.
El resultado, para el militante sinceramente socialista, es la cl¨¢sica ?esquizofrenia ideol¨®gica? de los partidos de izquierda: consolarse de las miserias,del presente burgu¨¦s con el so?ado esplendor de la futura ciudad fraterna. Entre aqu¨¦l y ¨¦sta, un abismo insalvable. Es decir, exactamente el mecanismo de la alienaci¨®n religiosa descrito por Marx.
La ¨²nica manera de escapar de ese desdoblamiento, y de la consiguiente ineficacia de la organizaci¨®n socialista, es saber ligar dial¨¦ctica e ¨ªntimamente las tareas del presente con las perspectivas de futuro, de modo que ¨¦stas se hallen m¨¢s o menos expl¨ªcitamente prefiguradas en aqu¨¦lllas. Y ello s¨®lo se consigue si el partido obrero posee un proyecto estrat¨¦gico concreto de transici¨®n al socialismo, proyecto al que subordina en¨¦rgicamente toda su vida interna y toda su actuaci¨®n p¨²blica.
Y aqu¨ª est¨¢ justamente nuestro tal¨®n de Aquiles, la explicaci¨®n ¨²ltima de la actitud de dejaci¨®n pol¨ªtico-ideol¨®gica de nuestros partidos de izquierda: carecen de ese proyecto concreto y, lo que es m¨¢s grave, dan la impresi¨®n de que no quieren tenerlo. La soluci¨®n, generalmente t¨¢cita, suele ser: ya veremos ma?ana.
Y, sin embargo, no hay un momento que perder. Y no lo hay porque la elaboraci¨®n te¨®rico-pr¨¢ctica de ese proyecto reformista-revolucionario en las circunstancias de nuestro pa¨ªs es una tarea sobremanera ardua, tortuosa, llena de asechanzas y tropiezos posibles, de largo, muy largo aliento. Hay que emprender inmediatamente la vasta, prolongada y dif¨ªcil tarea de crear las condiciones ideol¨®gicas y pol¨ªticas sin las cuales no surgir¨¢ en Espa?a esa conciencia socialista mayoritaria y hegem¨®nica capaz de imponer las soluciones del socialismo progresiva y democr¨¢ticamente, sin violencia ni insurrecci¨®n popular (no digo sin subversi¨®n burguesa, porque eso no depende de las fuerzas del socialismo).
En modo alguno hay que menospreciar las tareas presentes, que pueden ser de suma importancia, en particular las relativas a la construcci¨®n de una democracia espa?ola. Pero lo fundamental para la izquierda socialista es que su capacidad de proposic¨ª¨®n no se agote en el nivel de las propuestas de la derecha burguesa sino que constantemente las desborde y muestre a las claras ante la conciencia popular las alternativas del socialismo. Lo fundamental es que, por ejemplo (y es s¨®lo un ejemplo), al proyecto de Constituci¨®n que finalmente impondr¨¢ la derecha en el Parlamento la izquierda sepa contraponer las l¨ªneas maestras de una Constituci¨®n m¨¢s progresiva, abierta al socialismo. Y que lo haga coram populo, ante la conciencia popular, sin los tapujos, concili¨¢bulos, convent¨ªculos ni compadreos que minan por dentro la democracia, dando exactamente cuenta de todo a los trabajadores (sus ¨²nicos mandantes).
Ser¨¢ preciso que todos los militantes -dirigentes o no y tambi¨¦n los que no militen- pongamos manos a la obra y que en la izquierda espa?ola se instaure urgentemente un debate franco y leal sobre las condiciones indispensables que ha de reunir un proyecto socialista en la Espa?a actual: democracia interna (a¨²n tan en mantillas, y no s¨®lo, ?ay!, en el PCE), unidad pol¨ªtica de las fuerzas obreras y populares, elaboraci¨®n de un modelo de sociedad socialista avanzada ajeno al de la socialdemocracia proimperialista a lo Schmidt (modelo de capitalismo tecnoburocr¨¢tico ?humanizado?) y al del seudosocialismo sovi¨¦tico (modelo de capitalismo burocr¨¢tico de Estado), programa de transici¨®n, apoyo internacional, etc¨¦tera.
As¨ª podremos comenzar a construir entre todos el proyecto que nos falta y cuya ausencia no podr¨¢ enc¨²brirse con verbalismo revolucionario para las fiestas de confraternidad entre militantes ni con gestos m¨¢s o menos ?est¨¦ticos? y ?jacobinos? de negar aplausos a altos dignatarios del Estado.
Lo dem¨¢s es esperar a que la breva (el Poder) caiga madura en la mano. ?Y para qu¨¦?
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