Sobre la arquitectura del hierro
Son los, al parecer, fundados rumores en torno a la demolici¨®n de la estaci¨®n ferroviaria de Atocha (junto con las de Delicias y Pr¨ªncipe P¨ªo) los que me inducen a recoger este pu?ado de evocaciones que asignan a la obra de nuestro Alberto del Palacio un lugar de privilegio en la historia de la arquitectura del hierro y el cristal.Con el hierro y el vidrio, tres eran los tipos de construcciones principales: los invernaderos, los mercados y las estaciones ferroviarias. Los tres, aunque mucho m¨¢s palpablemente en los dos ¨²ltimos casos, eran edificios civiles, cuya necesidad ven¨ªa impuesta directamente por el gigantesco desarrollo de las ciudades tras la primera revoluci¨®n industrial. Los tres cumpl¨ªan, tambi¨¦n, unas caracter¨ªsticas ambientales parecidas: mantener en el interior la m¨¢xima intensidad posible de luz, lo que era logrado gracias a la transparencia numeros¨ªsima del vidrio y a la estabilizaci¨®n que posibilitaba el hierro; una eliminaci¨®n de la distancia entre el espacio interior y el exterior, ya que la superficie de vidrio era, con mucho, superior a la masa de hierro que la sosten¨ªa y, finalmente, con la nueva t¨¦cnica era posible alzar edificios de enorme volumen que, sin embargo, presentaban una imagen de ingravidez, imposible de conseguir con los materiales tradicionales.
No ser¨ªa, sin embargo, este un logro f¨¢cil. En palabras de Pevsner: ?Es dif¨ªcil determinar cu¨¢ndo esa actitud positiva (considerar el metal agradable a la vista) apareci¨® por primera vez, es decir, cu¨¢ndo a los dise?adores comenz¨® a gustarles el aspecto de las estructuras de hierro. Nos inclinar¨ªamos a decir que en los puentes de hierro, tal vez porque para nosotros son tan irresistibles est¨¦ticamente su elasticidad y su elegancia ... ? La frase es bastante exacta. De los primeros puentes construidos en hierro, en general abovedados, como el levantado entre 1777 y 1781 sobre el r¨ªo Severn, con una luz de 30,48 metros, y gracias posiblemente a las aportaciones elaboradas en las construcciones de puentes de suspensi¨®n, se lleg¨® hacia 1840 a la construcci¨®n de luces de hasta 214 metros, como es el caso del ?Clifton Suspension Bridge?, proyecto de Brumel.,
Junto a estos logros, el magn¨ªfico aspecto interior de algunos mercados y de las nuevas estaciones de ferrocarril, dej¨® el ambiente preparado para que fuera posible el Crystal Palace.
Iniciada la escalada de edificios cada vez m¨¢s grandes, de construcciones-s¨ªmbolo que resumieran todo el pensamiento esot¨¦rico y progresista de ese medio siglo final del XIX, no cabe duda de que los logros mayores, los m¨¢s t¨®picos, se conseguir¨ªan en Francia. Contamin construye, en 1889, la inmensa ?Halle des Machines? para la Exposici¨®n Universal, en Par¨ªs, y Eiffel, por el mismo motivo, levanta su famosa torre. Los trescientos metros de altura de ¨¦sta la convierten a los ojos del mundo, en el s¨ªmbolo perfecto del progreso conseguido en el siglo: ?Vea el mundo hasta d¨®nde hemos conseguido alzarnos! ?Jam¨¢s edad alguna mir¨® desde tan alto! ?Jam¨¢s edad alguna corri¨® tan aprisa como ¨¦sta!
Un mundo que tan s¨®lo empezaba a dominar sus propias herramientas no pod¨ªa ser sino optimista. El pesimismo generalizado o el fr¨ªo an¨¢lisis pudieran frenar el tronar de las nuevas m¨¢quinas. Ello era indeseable, por tanto, imposible.
Edad esta que se puede considerar, pese a todo, heroica. Sirva como ejemplo de ello las exaltadas frases que a?os despu¨¦s dedica Lewis Muniford al modo de producci¨®n de los colosos de hierro:
?Los hombres arriesgaban su vida cada d¨ªa con soberbia indiferencia, fundiendo el hierro, martilleando y remachando el acero, trabajando en estrechas plataformas y ligeras vigas, y all¨ª hab¨ªa poca desigualdad en el curso de la producci¨®n entre el ingeniero, el capataz y los dem¨¢s simples obreros; cada uno ten¨ªa su parte en la tarea com¨²n; cada uno se encaraba con el peligro. Cuando el puente de Brooklyn se construy¨®, fue el maestro mec¨¢nico, no un obrero cualquiera, quien primero prob¨® el carro que se usaba para tensar el cable.?
Y contin¨²a: ?El buque y el puente fueron las nuevas sinfon¨ªas en acero. Hombres duros y ce?udos las produjeron: esclavos del salario o maestros de obra. Conocieron la alegr¨ªa del esfuerzo creador. Al serles comparadas se esfumaban las artes de sal¨®n. El olor masculino d¨¦ la forja era un perfume m¨¢s suave que cualquiera de los que gustaban las se?oras.?
El caso espa?ol: Alberto del Palacio Elissague
Espa?a, que vive con retraso -y ello donde la vive- la revoluci¨®n industrial, se incorpora con retraso tambi¨¦n a la construcci¨®n en hierro.
El arquitecto m¨¢s importante del fen¨®meno ser¨¢ Alberto del Palacio. Palacio va a cumplir su vocaci¨®n de arquitecto del hierro alcanzando casi tantos tipos de construcciones como al material le eran propios: invernaderos, Palacio de Cristal del Retiro madrile?o, en colaboraci¨®n con Ricardo Vel¨¢zquez; puentes, el primer puente transbordador del mundo, Puente Transbordador de Vizcaya; estaciones de ferrocarril, la Estaci¨®n del Mediod¨ªa (Atocha), bajo proyecto de Eiffel. Tan s¨®lo qued¨® fuera de su mano la construcci¨®n de un mercado.
Curiosamente, su obra m¨¢xima ser¨¢ un puente, como aquellos que Pevsner dec¨ªa que hab¨ªan servido para que acept¨¢ramos el hierro al descubierto. El Puente Transbordador cubre, una anchura de 180 metros, a una altura de 45 para que aun los barcos m¨¢s altos pudieran transitar bajo ¨¦l en cualquier condici¨®n del mar. Los problemas t¨¦cnicos a solventar, cara a sujetar el conjunto todo en tan s¨®lo los dos pilares colocados cada uno a un lado de la r¨ªa y el posterior alzamiento de los cables el tablero fueron relatados con todo detalle por Lorenzo de Tejeira y Magnin en un texto editado en 1893 y recogido en la revista Nueva Forma. En un lenguaje mucho m¨¢s llano, el propio Palacio, en su texto Puente colgante entre Portugalete y Las Arenas. Dificultades que presentan las cosas nuevas, relata as¨ª algunas de las dificultades habidas en la Construcci¨®n: ?Pero hay que considerar que toda esta pesada construcci¨®n hab¨ªa que ejecutarla sin el apoyo de andamios de ninguna clase, es decir, al aire, como si fuera, una tela de ara?a, para lo cual fue preciso construir primero los elevados pilares met¨¢licos de apoyo en los dos extremos, luego lanzar por encima de ellos unos cohetes de p¨®lvora arrastrando por su cola una hebra de bramante fino y al recogerlo pasar otra m¨¢s gruesa y resistente, y despu¨¦s un cable muy fino de acero de alta tensi¨®n, la tralla, que sirviera de apoyo para pasar uno de los cables gruesos definitivos, y luego otro, y otro ... ?
En el a?o 1893, Fernando Arnodin, a la saz¨®n constructor, sin t¨ªtulo universitario alguno, compra a Alberto del Palacio la patente n¨²mero 14.426, de fecha 18 de mayo de ese a?o; la patente del puente transbordador que se hab¨ªa terminado de construir por entonces. Arnodin har¨ªa, con aquella compra, uno de los mejores negocios de su vida. Aprovechando la patente -y muy posiblemente contando con las aportaciones cr¨ªticas de Palacio, como parecen demostrar algunas cartas cruzadas entre ambos- construir¨ªa los puentes transbordadores de Rouen (1899), Rochefort, Nantes y Marsella (1905) y Burdeos (1924) y pasar¨ªa a la historia de la arquitectura como el inventor y pionero de ellos, mientras el nombre de Palacio ca¨ªa en el olvido.
M¨¢s conocido que el puente son los edificios antes mencionados, menos el sanatorio del doctor Ezquerdo o la f¨¢brica de l¨¢mparas Osram, ambos en Madrid; y mucho menos conocidos resultan los tranv¨ªas a¨¦reos de mineral de la cuenca minera de Bilbao, debidos, as¨ª como los primeros proyetos, de tranv¨ªas a¨¦reos con vuelco autom¨¢tico de las vagonetas, a Alberto del Palacio.
El orbimensor, hombre, a fin de cuentas, ¨ªntimamente enraizado en el XIX, tiene, tambi¨¦n ¨¦l, vocaci¨®n de resumir el pensamiento de su ¨¦poca en construcciones-s¨ªmbolo. Ejemplo de ello ser¨ªan sus proyectos para el ?Monumento a los fueros vascongados?, o el "Monumento a Crist¨®bal Col¨®n", del que Palacio escribe: ?La idea del monumento es un globo terraqueo apoyado en una inmensa plataforma que le sirve de peana sus tentadora de cien metros de altura, y rematada en su alto por una carabela Santa Mar¨ªa a tama?o natural, Col¨®n y su tripulaci¨®n en figuras de cera, culminado en un gran faro... El ecuador es una plataforma de un kil¨®metro de longitud. En el interior del globo se reproduc¨ªa la b¨®veda celeste en el momento del desembarco.... para la parte externa de la esfera brillar¨ªan los mares y continentes con sus relieves ...?
Edad heroica, dec¨ªamos. El XIX, tantas veces vilipendiado, esconde, sin embargo, las se?as; de identidad del tiempo presente. Sorprend¨¢monos, Pues del desprecio que se mantiene hacia las obras de un tiempo, que por cercano, a¨²n no es considerado de antigua edad.
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