N¨®minas secretas y control del gasto p¨²blico
LA PUBLICACION de una n¨®mina fantasma de la AISS (Administraci¨®n Institucional de Servicios Socioprofesionales, organismo residual que ha recogido los restos de la Organizaci¨®n Sindical) plagada de personas que tienen asignadas retribuciones legales, aunque no respondan al desempe?o de una actividad espec¨ªfica y concreta en dicho organismo, ha puesto a plena luz el espinoso pero inaplazable- tema del control del gasto p¨²blico. En unos momentos de grave crisis econ¨®mica, cuando el Estado debe hacer acopio de todos sus recursos para salir a flote, cuando adem¨¢s se pretende pedir al pueblo una serie de sacrificios importantes, es evidente que la Administraci¨®n debe empezar la primera a dar ejemplo, poner en orden sus propias cuentas y exponerlas con toda claridad a la opini¨®n p¨²blica, despu¨¦s de tantos a?os de gastos incontrolados y gesti¨®n irresponsable -pues no era responsable ante nadie- del poder ejecutivo.Este problema aparece m¨¢s claro, desde luego, en ejemplos como este primero que ha saltado a la luz, el. de un organismo creado apresuradamente para albergar transitoriamente un personal bastante considerable y un patrimonio no menos importante que debe pasar a manos de la representaci¨®n de la clase trabajadora lo antes posible. El sindicalismo vertical ha desaparecido, pero queda el problema de su patrimonio, y de sus 34.000 funcionarios que actualmente se intentan distribuir en distintos departamentos de la Administraci¨®n. Los fondos de la antigua cuota sindical, hoy tambi¨¦n desaparec¨ªda, s¨®lo alcanzar¨¢n, por lo que parece, para cubrir las necesidades de la AISS hasta finales de este mismo mes. ?Qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s? Los responsables del Ejecutivo pugnan por efectuar esta compleja distribuci¨®n de personal y de organismos. Las Cortes tienen en estudio, actualmente, la atribuci¨®n a la AISS de un suplemento presupuestario de unos 5.000 millones de pesetas para hacer frente a sus necesidades.
Nada hay que objetar a ello. Es de justicia que aquellos que accedieron a ese peculiar estamento de la Administraci¨®n por su aptitud profesional o que le han dedicado lo esencial de su actividad, no se vean privados, por estos reajustes administrativos en el tr¨¢nsito hacia estructuras m¨¢s democr¨¢ticas, de lo que por lo general constituye la base de su sustento. Pero precisamente por ello, y en contrapartida, se hace necesario un total y absoluto control del gasto p¨²blico, sea cual sea su ¨¢mbito de aplicaci¨®n. Y ello en contraste con las irregularidades que se puedan testimoniar.
Asignaciones honor¨ªficas o recompensas a lealtades personales o pedigrees de adhesiones son siempre una inmoralidad, m¨¢xime cuando se hace con fondos p¨²blicos. Las cuentas de la Administraci¨®n deben ser discutidas y aprobadas, partida por partida, con toda meticulosidad, por los representantes del pueblo, pues el Parlamento es el encargado de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. La opini¨®n p¨²blica debe conocer tambi¨¦n estas cifras, pues s¨®lo de este conocimiento puede nacer su confianza, y su aceptaci¨®n, en principio, de los sacrificios que se le van a pedir. Otro tema aparece en, el horizonte, como el de las cuentas de la Seguridad Socia! cuyos presupuestos, que rebasan los ochocientos millones de pesetas anuales, van a pasar al parecer del bill¨®n. ?Qui¨¦n controla estas cifras? Por lo visto ni siquiera el Ministerio de Hacienda, y desde luego no las Cortes, y hasta se intentan maniobras para que sea la propia Seguridad Social la que se controle a si misma por el intermedio de nuevos ¨®rganos que se pretenden crear al respecto. La Seguridad Social, sin embargo, merece una investigaci¨®n p¨²blica sobre el estado de sus cuentas, la Empieza de las mismas y las asignaciones del gasto. En cosas as¨ª radica la esencia del nuevo R¨¦gimen, y en la ocultaci¨®n de la corrupci¨®n y el abuso radicaba el asentamiento del antiguo.
Austeridad y limpieza se consiguen solamente con la publicidad y el control. Y para eso, entre otras cosas, Espa?a cuenta ya con un verdadero Parlamento.
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