Espa?a y Am¨¦rica Latina, en una sociedad independiente
Secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos
Hoy se habla de una creciente interdependencia de los pueblos, premonitora de una futura sociedad global. Esta idea, descansa en la certidumbre de que la historia evoluciona de modo irreversible, superando estructuras arcaicas y parroquiales.
Es obvio que el fen¨®meno de la interdependencia ha acelerado su marcha en los ¨²ltimos tiempos. A ello ha contribuido la participaci¨®n cada vez mayor de todos los pueblos en los acontecimientos mundiales, a trav¨¦s de los me dios de comunicaci¨®n; las migraciones de ingentes masas de, personas de, un lugar a otro del planeta; el desarrollo sin precedentes de la ciencia y la tecnolog¨ªa; la enorme expansi¨®n del comercio y la consecuente interacci¨®n de las econom¨ªas nacionales y regionales; y por ¨²ltimo, la presi¨®n demogr¨¢fica sobre los recursos y la producci¨®n de bienes y servicios. Todos los elementos anotados son instrumentos comunes de la promoci¨®n universal de una nueva sociedad. En el caso de Am¨¦rica Latina existen, adem¨¢s, otros agentes de interdependencia presente y futura. Me refiero, en primer t¨¦rmino, a su propia identidad como regi¨®n. La continuidad geogr¨¢fica es un factor de importancia considerable, pero m¨¢s decisiva a¨²n es la subyacente unidad cultura?, que discurre a trav¨¦s de la diversidad de los pueblos latinoamericanos.
La identidad cultural es, en conclusi¨®n, el punto de partida m¨¢s profundo de la interdependencia latinoamericana. Los pueblos de ese inmenso espacio f¨ªsico, que empieza en R¨ªo Grande y termina en la Ant¨¢rtida, est¨¢n en constante interacci¨®n, a trav¨¦s de dos lenguas muy pr¨®ximas y de expresiones sociales, intelectuales y morales que arrancan de ra¨ªces comunes. A ello nos referimos cuando usamos el t¨¦rmino, m¨¢s espec¨ªfico, de Iberoam¨¦rica.
Hay quienes califican la interdependencia como derrota de la aspiraci¨®n de los estadios nacionales por ser plenamente independientes y aut¨¢rquicos. No se debe hablar de derrota, sino del comienzo de una nueva era fundada en un orden m¨¢s humano y solidario.
Esta interdependencia exige una identidad madura, o en otros t¨¦rminos, la plenitud de s¨ª mismo, como pueblo y sociedad organizada. A partir de esa identidad, la articulaci¨®n de una sociedad nacional en otra m¨¢s vasta, regional o mundial, no puede ser sino el gran horizonte de su evoluci¨®n hist¨®rica. La permanencia y vigencia de los rasgos fundamentales de un pueblo y su proyecci¨®n
en todos los ¨¢mbitos de la vida social, es una condici¨®n sine quanon de la sociedad interdependiente del porvenir. Sin ello, la inclusi¨®n, sin m¨¢s, de un pueblo en ese proceso, entra?ar¨ªa una dependencia intolerable.
No creo necesario referirme a la autarqu¨ªa econ¨®mica. Solamente viejas exaltaciones nacionalistas, de ra¨ªz irracional, pueden imaginar pueblos aislados, con econom¨ªas autosuficientes y al margen del comercio internacional. Los problemas que hoy enfrentamos -nutrici¨®n, energ¨ªa, medio ambiente- nos exigen soluciones globales.
M¨¢s importante me parece analizar un aspecto poco estudiado de la interdependencia. Como ya he dicho, este es un fen¨®meno que no puede conducir a la disoluci¨®n de los car¨¢cteres nacionales esenciales, antes bien, ellos han de conservarse, como expresi¨®n del pluralismo, de la nueva sociedad global. Adem¨¢s, los primeros n¨²cleos de interdependencia han de producirse entre sociedades afines. Ello autoriza a pensar que nuestros pueblos arribar¨¢n, en un plazo no demasiado largo, a la integraci¨®n regional. All¨ª reside mi optimismo. Considero que el ideal bolivariano se har¨¢ realidad en un d¨ªa' no muy lejano.-
Podemos, adem¨¢s, extraer otra conclusi¨®n importante de este ?principio de afinidad?, como generador de interdependencia. As¨ª como las afinidades m¨¢s pr¨®ximas son las de los pueblos que forman la comunidad latinoam¨¦ricana, Europa tiene, en orden de precedencia, la prioridad inmediatamente siguiente.
Las afinidades expresan identidades f¨ªsicas y espirituales. Si Am¨¦rica Latina mira a su alrededor buscando un interlocutor comprensivo y un amigo con quien trabar y fortalecer sus necesidades de interdependencia, su voluntad espont¨¢nea le indicar¨¢ a Europa. Esta identificaci¨®n se debe a la obra fundadora de Espa?a y Portugal, y a trav¨¦s suyo, de las esencias europeas que permean la vida latinoarnericana.
Las afinidades acortan las distancias.Y esas afinidades existen con Europa, aun cuando todos somos en parte responsables de haber descuidado su cultivo durante los ¨²ltimos a?os.
La Organizaci¨®n de Estados Americanos. consagra en su Carta Magna el anhelo de. la integraci¨®n regional. Nuestra instituci¨®n es un centro de promoci¨®n de la interdependencia, y mi presencia en Euopa est¨¢ guiada por el af¨¢n de servir esa causa.
Parece excesivo que abuse, de.. la generosidad de este peri¨®dico para hablar de Am¨¦rica Latina, cuando la opini¨®n p¨²blica espa?ola est¨¢ urgida por afirmar su destino europeo. No hago sino cumplir. con Mi obligaci¨®n. de latinoamericano. Creo que la incorporaci¨®n plena de Espa?a en el escenario europeo ha de acercar las posibilidades de una interdependencia.
Entre Am¨¦rica Latina y Europa. Espa?a no puede soslayar su vocaci¨®n europea, pero tampoco su filiaci¨®n con Am¨¦rica Latina. Es por eso que suscribo plenamente la afirmaci¨®n del rey Juan Carlos ante el Congreso venezolano: "Espa?a, hist¨®rica, social y culturalmente, es inintelig¨ªble sin su vertiente americana". , Esa afinidade nos ata indisolublemente.
Esta misi¨®n que me trae a Europa comienza en Espa?a, en el origen.
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