El "caso" Tarradellas
Con retraso le¨ª el editorial de agosto sobre el ?caso? Tarradellas y ayer otro sobre la ?Diada?. En nombre de un grupo de compa?eros que seguimos el peri¨®dico, me permito felicitarles por haber adivinado buena parte del trasfondo que hay detr¨¢s de las bambalinas de Saint Martin-le-Beau.El ?caso? Tarradellas ha sido un fen¨®meno colectivo doble: por una parte de ocultaci¨®n de sus enormes ambig¨¹edades y defectos como pol¨ªtico; por otra, de alucinaci¨®n y mesianismo, en el que ha ca¨ªdo gente sencilla, e incluso preparada en su especialidad, pero sin sensibilidad pol¨ªtica ni conocimiento de la historia clandestina o del exilio de Catalu?a. Claro que un pueblo tan derrotado como el catal¨¢n ha intentado cerrar los ojos -me refiero a bastantes pol¨ªticos que saben el trasfondo- y agarrarse a un clavo que cre¨ªan que era un s¨ªmbolo, pero resulta que ard¨ªa y se han quemado de verdad. El problema del ?legitimismo? y de la continuidad de las instituciones ha provocado la indulgencia de algunos que no esperaban que Tarradellas fuera tan tenaz ni que llegara a convertirse en pe¨®n de Su¨¢rez. Pero el hombre es, sobre todo, cuco y marrullero, y s¨®lo sue?a en qu¨¦ le saluden los mozos de la escuadra, en la casa donde vivi¨® Maci¨¢ y en los honores. Por una parte, merece respeto, pero, por otra, merece una r¨¢pida jubilaci¨®n, con la que han especulado -err¨®neamente- ciertos pol¨ªticos. Yo, por mis dedicaciones, he manejado mucho material del exilio, y asusta ver c¨®mo, sistem¨¢ticamente, Tarradellas ha sido una fuente constante de querellas, un destructor de iniciativas y un enemigo de cualquiera que descollase.
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