Otra maniobra de la extrema derecha
LA OFENSIVA lanzada contra el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, vicepresidente primero del Gobierno y ministro de Defensa, desde los subsuelos del bunker es, a la vez, un paradigma de la estrategia, de la extrema derecha espa?ola y un s¨ªntoma de la extrema debilidad que la aqueja. El pretendido patriotismo de esos sectores minoritarios es una leyenda que no resiste el contraste con los hechos. No en vano el prudente SamueI Johnson observ¨®, en una ocasi¨®n, que la invocaci¨®n a la patria suele ser el ¨²ltimo, reducto en el que se refugian los bribones. Nuestros ultraderechistas contempor¨¢neos fueron, en la postguerra espa?ola, serviles y d¨®ciles lacayos de una potencia extranjera tan lejana de nuestras tradiciones -incluida la religiosa- y tan extra?a de nuestra sensibilidad y cultura como la Alemania nazi. Si Espa?a hubiera sido invadida o entregada a los ej¨¦rcitos alemanes, muchos de los que hoy reclaman la exclusiva del patriotismo habr¨ªan desempe?ado los mismos tristes papeles de traidores a la Patria que jugaron el se?or Quisling, en Noruega, o el se?or Laval, en Francia.Pero no hay necesidad de remontarse tan lejos. Los sentimientos de estos ?monopolizadores ? del patriotismo son profundamente internacionalistas para lo peor.Esa es la raz¨®n de que den su protecci¨®n a los fascistas italianos, perseguidos en su pa¨ªs por los tribunales de justicia, o que ofrezcan su solidaridad al Chile de Pinochet. En su doble condici¨®n, la ultraderecha no tiene patria: los activistas que realizan el trabajo sucio, porquee est¨¢n dispuestos a combatir contra la libertad en cualquier territorio; y los negociantes que se embolsan el dinero, porque sus lealtades nacionales cambian, cuando se trasladan de pa¨ªs sus inversiones.
El modelo de la actuaci¨®n de la ultraderecha es enormemente rigido. Consiste en promover los s¨ªntomas de la descomposici¨®n social del orden democr¨¢tico a base de simularlos. Si la carest¨ªa no es un problema dram¨¢tico, una huelga de productos b¨¢sicos desencadenada a tiempo intentar¨¢ crear la apariencia de escasez. Si todos los partidos y grupos pol¨ªticos -desde la derecha autoritaria hasta la izquierda maoista- se comprometen a respetar el juego parlamentario y son leales a sus compromisos, bandas de alucinados y de pistoleros a sueldo tratar¨¢n de montar, mediante atentados o secuestros, el desorden en la calle. Si. los mecanismos parlamentarios todav¨ªa en rodaje no son lo suficientemente eficacies y transparentes, una campa?a de prensa insistente y bien orquestada interpretar¨¢ esos inevitables defectos iniciales de funcionamiento comor prueba irrebatible de la inutilidad del sistema democr¨¢tico. Si la crisis econ¨®mica producida por la recesi¨®n mundial, el alza del petr¨®leo y la ineficacia de la anterior pol¨ªtica coincide con el restablecimiento en Espa?a de la democracia, se har¨¢ a ¨¦sta responsable de la inflaci¨®n, el desempleo y la balanza comercial desfavorable. Y todo esto con un solo objetivo: convencer a las Fuerzas Armadas de que es necesario alg¨²n tipo de intervenci¨®n ara salvar a la Patria del desastre.
Este -y no otro- es el contexto en el que se inscribe la ofensiva contra el-teniente general Guti¨¦rrez Mellado. Evidentemente la ocupacion, de la organizaci¨®n Pol¨ªt¨ªco-administrativa de las Fuerzas Armadas por un militar ilustre, que hace suya la doctrina, propia de cualquier pa¨ªs civilizado y desarrollado, de que el Ej¨¦rcito apoya al Poder constituido (formado por la Corona, un Parlamento elegido por sufragio universal y un Gobierno responsable ante esta Asamblea), es el mayor obst¨¢culo que esos incitadores al golpismo pueden encontrar.
Para sus fines, la ultraderecha no se limita, a falsear la situaci¨®n actuaI de nuestras Fuerzas Armadas, cada vez m¨¢s profesionalizadas y en su inmensa mayor¨ªa leales al Rey y a Ias instituciones elegidas por la soberan¨ªa popular. Adem¨¢s, lleva a cabo una gigantesca operaci¨®n de tergiversaci¨®n hist¨®rica, a resultas de la cual el Ej¨¦rcito Espa?ol ser¨ªa el inventor y depositario de la ideolog¨ªa extremista autoritaria.
Pero la historia no puede ser reescrita a golpe de deseos. Si bien la ultraderecha ha tenido a lo largo de la historia mantenedores y protectores dentro del Ej¨¦rcito, hay multitud de p¨¢ginas gloriosas firmadas por militares liberales como Espartero, O'Donnell y Prim.
Todo ello nos lleva a concluir que la campa?a de desprestigio lanzada contra el teniente general Guti¨¦rrez Mellado revela la caducidad de las ideas y actitudes de sus promotores-, y que el esfuerzo de modernizaci¨®n de las Fuerzas Armadas espa?olas, que haga posible una pol¨ªtica de defensa realista y eficaz, s¨®lo puede ser impulsada desde el Gobierno como expresi¨®n pol¨ªtica de los intereses del Estado. La defensa contra esta campa?a -en lo que fiene de resistencia al cambio no le corresponde al ministro, sino que debe ser obra de todo el Gabinete, y en primer lugar de su presidente. Y, frente a lo que esa campa?a, tiene de personal, la mejor defensa es, por supuesto, el desd¨¦n.
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