M¨¢s de treinta mil infraviviendas
(Ex delegado provincial de la Vivienda)Sin la radicalizaci¨®n de los ghettos y apparthaids de otras ciudades como Nueva York, Chicago, Londres, etc¨¦tera, ni tener el pintoresquismo fatalista y tr¨¢gico de los tugurios suburbiales de Shanghai, Cant¨®n, Hong-Kong, Bangkok, Singapur, Bombay, Calcuta, etc¨¦tera, ni tampoco la triste celebridad de las favelas y mocambos del Brasil, de los ranchos de Venezuela y Santo Domingo, de las callamas de Argentina o de las villas miseria de Chile, lo cierto es que, desafortunadamente, Madrid tiene varios millares de chabolas infrahumanas. Sin contar con aquellos supuestos de infravivienda vertical, en nuestra capital pueden detectarse unos 226 -n¨²cleos de chabolas, hasta alcanzar ese total de m¨¢s de 30.000.
Para apreciar geegr¨¢ficamente la distribuci¨®n de los n¨²cleos de chabolas cabe dividir el territorio madrile?o en seis grandes zonas o, mejor sectores circulares, delimitados por el trazado radical de carreteras que arrancan desde la Corte. En la primera zona, la m¨¢s extensa, entre las carreteras de La Coru?a y San Sebasti¨¢n, comprensiva de los distritos de Tetu¨¢n y Fuencarral (246 kil¨®metros; m¨¢s de 300.000 habitantes), se localizan 42 n¨²cleos chabolistas, que suman unas 6.500 unidades. En la segunda, entre las carreteras de San Sebasti¨¢n y Barcelona, y formada por los distritos de Chamart¨ªn y Hortaleza (75 kil¨®metros; casi 300.000 habitantes). se advierten 44 n¨²cleos, que suman unas 4.000 cha,bolas. Otras tantas unidades habr¨¢ en los 36 n¨²cleos de la tercera zona integrada por San Blas, Moratalaz y Ciudad Lineal (73 kil¨®metros; m¨¢s de 500.000 habitantes; entre las carreteras de Barcelona y Valencia). En cambio, llegan a 11.500 las chabolas que se agrupan en 55 n¨²cleos de la cuarta zona, que siguen la proyecci¨®n radial hasta la carretera de Andaluc¨ªa y se compone de los distritos de Vallecas y Mediod¨ªa (73 kil¨®metros; casi 400.000 habitantes). Entre las carreteras de Andaluc¨ªa y Toledo se conforma la quinta zona, de Villaverde (quince kil¨®metros; unos 200.000 habitantes), que cuenta con diecinueve n¨²cleos chabolistas, que suman aproximadamente 5.000 unidades. Y, finalmente, desde la carretera de Toledo hasta la de Extremadura, una sexta zona, que abrazar¨ªa La Latina y Los Carabancheles la m¨¢s populosa (34 kil¨®metros; m¨¢s de 550.000 habitantes), acusa la existencia de treinta n¨²cleos, con unas 2.000 chabolas.
Una apreciaci¨®n cualitativa del fen¨®meno llevar¨ªa a distinguir, dentro del conjunto, cerca de 3.000 chabolas como de tipo infimo. Su determinaci¨®n no es f¨¢cil, pero cabe enumerar alguno de los n¨²cleos que con mayor seguridad alberguen estos supuestos de m¨ªnima calidad o de m¨¢xima miseria. As¨ª, los conjuntos de La Cruz del Cura y Monte Carmelo, en la primera zona; de El Caj¨®n, Valdevivar y El Querol, en la segunda; El Cerro del Ma?o y el de la Vaca, en la tercera; el Cerro del T¨ªo P¨ªo, el Pozo del T¨ªo Raimundo, la China y la Celsa, en la cuarta; Santa Petronila, en la quinta, y en la sexta zona, el Cerro de la Mica, el Arroyo de Valdecelada, el Barrio de Goya o el Barrio de Jauja.
A grandes rasgos, cabr¨ªa apuntar que cuando a la causa de marginaci¨®n, basada en la inestabilidad del empleo o modestia extrema del salario, se agrega la basada en alg¨²n tipo de discriminaci¨®n, aumenta la miseria del habit¨¢culo y de su entorno. Es decir, si a la dedicaci¨®n a actividades tales como la traper¨ªa y la chatarra, por parte de los residentes en el n¨²cleo chabolista, se suma, por ejemplo, la condici¨®n de gitanos de todos o algunos de sus componentes, entonces el conjunto suele verse, de hecho, m¨¢s injustamente aislado. Por ello, a los renombrados lugares de gentes dedicadas a la busca, descritos en la literatura barojiana, han de unirse ahora los de gentes que son objeto de diversas formas espec¨ªficas de marginacion.
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