La gira de los cuatro
El 22 noviembre el presidente Carter emprender¨¢ un viaje de once d¨ªas que le llevar¨¢ a visitar once pa¨ªses situados en cuatro continentes. El objetivo de la gira fue explicado por el asesor presidencial para la Seguridad Nacional, BrzezInski, diciendo que buscaba "promover la clase de universo en que desearnos vivir" y ?simbolizar la cooperaci¨®n americana con sisternas diferentes del nuestro?. Aparte de haber constituido una sorpresa en Estados Unidos, donde se recuerda que a comienzos de su mandato Carter expres¨® su escasa simpat¨ªa por los viajes presidenciales, las visitas del primer mandatario americano a pa¨ªses tan diferentes como Brasil, Nigeria, Polonia y B¨¦lgica no parecen haber despertado por el momento, gran expectaci¨®n. Quiz¨¢ el inter¨¦s crezca cuando se acerque la fecha de partida pero en todo caso no cabe ignorar desde ahora su importancla como reflejo de una nueva concepci¨®n de la pol¨ªtica exterior americana.La larga permanencia de Kissinger al frente de la misma hab¨ªa impuesto unos moldes bastante r¨ªgidos cuya clave explicativa resid¨ªa en conseguir un entendimiento con la Uni¨®n Sovi¨¦tica como medio de asegurar una relativa estabilidad en los asuntos mundiales. Este esquema de di¨¢logo entre las dos superpotencias como llarant¨ªa de la paz mundial trajo como corolario la nece sidad de inantener entre ellas un equilibrio de armarrien los, especialmente de tipo nuclear. El equilibrio era l¨®gicamente inestable y cualquier modificaci¨®n del mismo por m¨ªnima que fuese se traduc¨ªa en un pretexto para contin uar la carrera de armamentos.
A esta concepci¨®n de la pol¨ªtica exterior Carter y su asesor para la Seguridad Nacional pretenden oponer otra cuvo marco sea m¨¢s global y que ofrezca oportunidades a los americanos para presentarse como naci¨®n amante y- defensora de los derechos humanos en lugar de como garante universal de todo tipo de reg¨ªmenes dictatoriales en su b¨²squeda exclusiva de un equilibrio rnundial de poder.
Contemplada desde este prisma, la gira de Carter cobra una relevancia muy superior a la de un simple viaje de buena voluntad o a la de pretexto buscado para alejarse por unos d¨ªas de la enrarecida atm¨®sfera de un Washington que comenta todav¨ªa la dimisi¨®n del director de la Oficina de Presupuestos, un amigo personal del presidente. Es, en realidad, un intento de tomar contacto con algunos de los problemas que definen los objetivos b¨¢sicos de la pol¨ªtica exterior americana y de comenzar a indicar sus prioridades.
Al visitar un pa¨ªs como Nigeria en palabras de Brzezinski, ?un pa¨ªs africano muy importante que ejerce una influencia moderadora? en los asuntos de ese continente- Carter desea indudablemente mostrar de forma discreta su repulsa a los reg¨ªmenes que, como Africa del Sury Rodesia, siguen constituyendo un tbco potencial de peligro global y un pretexto para el intervencionismo sovi¨¦tico. En la misma l¨ªnea explicativa puede encuadrarse la estancia en Brasil, naci¨®n clave en Am¨¦rica del Sur, con la cual Estados Unidos parecen decididos a seguir manteniendo estrechas relaciones que no Impidan la cr¨ªtica a su desprecio por los derechos humanos.
Las visitas a los pa¨ªses europeos presentan otra dimensi¨®n. Bruselas es la sede de la OTAN y de la CEE; Polonia ha mostrado espor¨¢dicamente una cierta independencia respecto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y es, adem¨¢s, la madr patria de m¨¢s de dos millones de electores americanos. La visita a Francia es, no obstante, la que presenta mayor inter¨¦s. A tres meses escasos de unas elecciones que pueden llevar a la izquierda al poder, constituir¨ªa la primera prueba real respecto al grado de tolerancia de Estados Unidos respecto al eurocomunismo. A pesar de la invitaci¨®n a Santiago Carrillo y de las repetidas declaraciones de BrzezInsk¨ª, est¨¢ a¨²n por ver cu¨¢l la reacci¨®n arnericana cuando los comunistas se sienten democr¨¢ticamente en las poltronas de un Gobierno europeo.
Por ¨²ltimo, tan importante como los pa¨ªses incluidos en la gira de Carter son los que no visitar¨¢. Es significativo que el presidente no se detenga en ninguna de las naciones implicadas en el conflicto de Oriente Pr¨®ximo. La reciente visita de Dayan no parece haber modificado la actual posici¨®n americana, cada vez m¨¢s alejada de un apoyo incondicional a las tesis israel¨ªes, pero sin atreverse a romper abiertamente con ellas.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica queda deliberadamente fuera del itinerario presidencial, acaso porque las relaciones con la otra gran superpotencia est¨¢n atravesando una fase delicada de remodelaci¨®n a la que no son indiferentes ni el deseo americano de hallar soluciones globales al problema de proliferaci¨®n de armas nucleares ni el apoyo a los disidentes sovi¨¦ticos. El evitar Mosc¨² era condici¨®n necesaria, y en ello no hay paradoja alguna, para no tener que desplazarse a Pek¨ªn. No se olvide que toda posibilidad de entendimiento entre Washington y Mosc¨² despierta inmediatamente el recelo chino. Las impresiones de la reciente visita del secretario de Estado, Vance, no han debido ser muy optimistas, y no conviene dar pretextos a un nuevo endurecimiento de la posici¨®n de Pek¨ªn. Con China la t¨¢ctica americana parece ser la de derrochar paciencia y esperar que Taiwan caiga como una fruta madura.
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