El Sahara y el error de la izquierda espa?ola
Redactor de ?L'Opinion?Demostrando una grave ignorancia de las realidades pol¨ªticas e hist¨®ricas marroqu¨ªes, la izquierda espa?ola contin¨²a considerando obstinadamente, las provincias saharianas de Marruecos con las anteojeras del r¨¦gimen de Argel. Esta lamentable tenacidad en el error se ha manifestado repetidas veces a trav¨¦s de declaraciones y tomas de postura de las organizaciones de izquierda en Espa?a, tal como muestra el ¨²ltimo comunicado com¨²n firmado por los principales partidos de la oposici¨®n, es decir, el PSOE del se?or Felipe Gonz¨¢lez, el Partido Comunista del se?or Santiago Carrillo, el Partido Socialista Popular del profesor Tierno Galv¨¢n, etc¨¦tera. En este comunicado, las formaciones citadas volv¨ªan a poner en cuesti¨®n de manera categ¨®rica el acuerdo tripartito hispano-marroqu¨ª-mauritano de Madrid del 14 de noviembre de 1975 sobre el Sahara, acuerdo que, conviene recordar, ha sido ratificado por la ONU.
Revelando en este caso una concepci¨®n muy extra?a de la din¨¢mica hist¨®rica, los partidos de la izquierda espa?ola niegan toda legitimidad a Marruecos y a Mauritania sobre sus provincias saharianas. Creyendo haber descubierto una nueva causa tercermundista ?noble?, esta izquierda en realidad, no cesa de hacer suyas imperturbablemente las tesis prefabricadas del r¨¦gimen de Argelia, sin cuidarse de verificar la autenticidad o la veracidad de los dossiers que se les presentan, ?qu¨¦ importan la verdad o el derecho si de un lado hay una monarqu¨ªa, por tanto, necesariamente reaccionaria, y del otro los "socialistas" argelinos progresistas y revolucionarios? Bas¨¢ndose as¨ª en un esquematismo ciego que engloba a la vez la cuesti¨®n de la unidad territorial de Marruecos y los juicios de valor sobre su r¨¦gimen pol¨ªtico, la izquierda espa?ola escamotea completamente la problem¨¢tica maghrebina. En efecto, seguros en su visi¨®n man¨ªquea, los dem¨®cratas espa?oles no dudan en sostener la tesis de un ?pueblo-naci¨®n? saharaui creado en el tiempo r¨¦cord de dos a?os. ?Entidad nacional aut¨®noma? que no es de hecho m¨¢s que una confederaci¨®n tribal. A este respecto conviene recordar lo que ha dicho el eminente historiador marroqu¨ª Abdallah Laroui, hombre de izquierdas: ?expresar una ambici¨®n tribal, suma totalmente normal en un medio des¨¦rtico, en t¨¦rminos de nacionalismo saharaui es una impostura con la que no estamos dispuestos a colaborar. El territorio del Sahara no podr¨ªa pertenecer en exclusividad a una confederaci¨®n tribal, ni siquiera a la totalidad de las que lo nomalizan; los derechos de sus habitantes ciertamente deben ser defendidos, pero no hasta el punto de caer en la utop¨ªa de los ? Estados tribales?. Consecuencia que ser¨ªa bastante parad¨®jica si, al mismo tiempo, ello se le niega al ?estado-naci¨®n?, a?adiendo ?en la hip¨®tesis extrema de que, como el caso de los Frytheens, los saharauis hubieran probado una aut¨¦ntica voluntad de autonom¨ªa, seguir¨ªa siendo s¨®lo un movimiento separatista que, para ser cre¨ªble, deber¨ªa afirmar su in dependencia de cara a todos. Sus jefes deber¨ªan demostrar que no sirven esencialmente a los ene migos de la naci¨®n de la cual se quieren separar. O si no, ?d¨®nde est¨¢ la prueba de que los pretendidos nacionalistas son libres en sus movimientos? Si se dice que son demasiado d¨¦biles para defenderse por s¨ª mismos, se vuelve al punto de partida y se reconoce su incapacidad para organizarse en Estado aut¨®nomo?.
Hoy, despu¨¦s de haber ignorado el problema del Sahara durante decenios, ¨¦poca en que las fuerzas nacionalistas marroqu¨ªes no cesaban de reivindicar leg¨ªtimamente las provincias saharianas la izquierda espa?ola descubre de pronto (a remolque de la derecha, no hace falta recordarlo) el asunto del Sahara y se lanza febrilmente al respaldo incondicional de un supuesto movimiento de liberaci¨®n creado gracias a los cuidados del r¨¦gimen de Argel. Descubrimiento bien tard¨ªo, pues en 1974 este problema del Sahara no figuraba ni siquiera en el programa de la Junta Democr¨¢tica espa?ola. Sin embargo, de inmediato, la verdad s¨®lo sale de la boca del coronel Boumedian, y todos los medios valen para contestar la irrefutable realidad hist¨®rica, jur¨ªdica, pol¨ªtica y econ¨®mica de la presencia de Marruecos en sus provincias del Sahara. Pero quiz¨¢ sea necesario, de cara a todos aquellos que parecen estar tan mal informados de los hechos magreb¨ªs, recordar lo que dec¨ªa el jefe del Estado argelino sobre el Sahara con motivo de la reuni¨®n de la liga de los Estados ¨¢rabes en octubre de 1974 en Rabat. El coronel Boumedian dec¨ªa textualmente esto: ?El problema interesa en lo sucesivo a Mauritania y a Marruecos. Digo que estoy de acuerdo y que no existe ning¨²n problema al respecto.... si los hermanos presidente y rey consagran esta f¨®rmula para la entente entre los dos pa¨ªses... para iniciar la liberaci¨®n y la delimitaci¨®n de lo que vaya a ser la zona marroqu¨ª y la zona mauritana, yo estar¨¦ entre los que consagren esta f¨®rmula... Nosotros estamos con Marruecos y Mauritania por la liberaci¨®n de cada parcela de tierra, no s¨®lo del Sahara occidental o del Sahara todav¨ªa bajo dominaci¨®n espa?ola, sino tambi¨¦n en lo que se refiere a Ceuta, Melilla y todas las islas todav¨ªa bajo dominaci¨®n espa?ola ... ? ?No se puede ser m¨¢s expl¨ªcito! A se?alar, para aclarar la linterna de aqu¨¦llos a los que se ha dado gato por libre tan h¨¢bilmente, el hecho de que el jefe del Estado argelino no evocara ni una sola vez la existencia de un ?pueblo saharaui? ni de un ?Polisario?, todo lo cual no impide que, a pesar de este tipo de acrobacias indignas de un r¨¦gimen que pretende ser un ejemplo dentro del tercer mundo, la prensa espa?ola cercana a los medios de izquierda, a¨²n reconociendo ciertas disensiones internas dentro del Polisario y sus repetidos fracasos diplom¨¢ticos, siga hablando de imaginarias deserciones y de incorporaciones de soldados marroqu¨ªes al ?Polisario?, de la cifra irrisoria de 8.000 soladados marroqu¨ªes muertos en el Sahara, y no dude en referir las amenazas proferidas por el ?Polisario? contra los camioneros espa?oles que trabajan en los fosfatos de Bu-Craa.
En lugar de movilizarse en favor de una causa fatalmente abocada al fracaso; dado que est¨¢ viciada en su mismo origen har¨ªan mejor esos sectores de la izquierda espa?ola hablando, aunque fuera en sordina, de Ceuta y Melilla. ?D¨®nde est¨¢n entonces los nobles principios anticolonialistas? ?Por qu¨¦ este extra?o silencio sobre las dos ciudades marroqu¨ªes? ?Lo que es v¨¢lido por Gibraltar puede no serlo en el caso de Ceuta y Melilla? ?Estar¨¢ el PSOE, por ejemplo, m¨¢s a la derecha que Fraga Iribarne? Pero si quiz¨¢ se prefiere plegarse a determinadas presiones, la coyuntura ?obligar¨ªa a tantas cosas! Como, por ejemplo, la intensa campa?a anti-marroqu¨ª en las Canarias; campa?a que une impl¨ªcitamente la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre sus provincias saharianas a las dificultades inherentes a la estructura capitalista de la industria de pesca canaria.
En lugar de comprometerse, con una causa cada d¨ªa, socavada por sus contradicciones, los partidarios del Polisario har¨ªan mejor dando la palabra a los aut¨¦nticos revolucionarios, los palestinos, a los que se ha condenado al m¨¢s indelicado de los ostracismos a ra¨ªz del famoso congreso del partido del se?or Gonz¨¢lez.
Para acabar, dir¨¦ que es desolador para todos los que entre nosotros celebran con viva simpat¨ªa la llegada de la democracia a Espa?a y para el combate cotidiano de la izquierda espa?ola por abatir las abyectas secuelas de la dictadura franquista, el ver c¨®mo estos dem¨®cratas espa?oles vuelven a caer en los mismos errores cometidos por sus antecesores de la ¨¦poca de la guerra del Rif, cuando los excesos del colonialismo espa?ol fueron lamentablemente avalados por los partidos republicanos. ?Cuarenta a?os m¨¢s tarde se va todav¨ªa a dejar que subsista la misma desgraciada equivocaci¨®n?
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