La juventud, ante la nueva Constituci¨®n
Secretario general de la Federaci¨®n de Juventudes Liberales
Desde el ¨²ltimo 15 de junio una sociedad distinta parece que se vive en Espa?a. Se han sentado las bases de un sistema de gobierno democr¨¢tico y respiramos toda esa amplia gama de libertades que hacen posible el dif¨ªcil pero irreversible camino de nuestro pa¨ªs a la democracia.
Estamos viviendo un amplio proceso de cambio, en el que los motores principales son hombres cuyas fechas de nacimiento se encuentran al final o por encima de ese triste trienio que enfrent¨® a una parte de Espa?a con la otra.
Son j¨®venes los hombres que han hecho posible la transformaci¨®n y somos los j¨®venes quienes desprovistos de esa carga emocional que movi¨® a los participantes en la ¨²ltima contienda civil, vamos a continuar siendo los protagonistas de la vida p¨²blica espa?ola.
Por raz¨®n del acelerado ritmo de cambio, la sociedad necesita iniciativa, creatividad, alto grado de adaptabilidad, y en definitiva, valores j¨®venes. Es por ello por lo que el peso de los ?ancianos? en las sociedades tradicionales queda hoy desvirtuado. Porque la sociedad no va adelante s¨®lo por la fuerza de la experiencia, sino combinada ¨¦sta con el impulso de la juventud.
Los j¨®venes de hoy nos enfrentamos a la sociedad con un bagaje de madurez intelectual y un conocimiento sensiblemente m¨¢s alto que los que sustentaban los j¨®venes de otras ¨¦pocas.
La prolongada y masiva escolarizaci¨®n, los desplazamientos geogr¨¢ficos, etc¨¦tera, dotan al joven de una capacidad incluso mayor a la de la generalidad de la poblaci¨®n adulta actual.
Los j¨®venes producen
Pero la juventud espa?ola, y m¨¢s en concreto la comprendida entre los dieciocho y veinte a?os, no s¨®lo se enfrenta con la sociedad con una relevante preparaci¨®n intelectual y cultural, sino que, adem¨¢s en proporciones, superiores al 60%, participa plenamente en el desarrollo de la riqueza nacional a trav¨¦s de su trabajo, y frecuentemente en puestos de mayor esfuerzo y peor remunerados.
Toda esta participaci¨®n en las responsabilidades, incluso tributarias, no tiene, en cambio, una contrapartida en el reconocimiento de los plenos derechos pol¨ªticos.
Las ¨²ltimas elecciones legislativas han dejado fuera de la posibilidad de cumplir con el derecho al voto a esa gran parte de la poblaci¨®n comprendida entre los dieciocho y veinti¨²n a?os, que no s¨®lo est¨¢n presentes en la sociedad en una situaci¨®n de capacidad personal sensiblemente m¨¢s desarrollada que en otras ¨¦pocas, sino que, adem¨¢s, por su peculiar socializaci¨®n desenvuelve orientaciones sociales m¨¢s ajustadas al momento de evoluci¨®n social y t¨¦cnico, y por tanto, m¨¢s funcionales que las contrastadas en las generaciones mayores.
Quienes han impedido la ampliaci¨®n de los derechos pol¨ªticos a los j¨®venes de dieciocho a?os, en virtud de miedos electorales, y viendo la posibilidad de una radicalizaci¨®n del voto han atendido s¨®lo a criterios paternalistas y a esquemas electorales m¨¢s acordes con el anterior r¨¦gimen que con un sistema democr¨¢tico occidental.
Se pide constantemente ?adhesi¨®n? a la juventud, pero se impide al mismo tiempo su participaci¨®n en la vida pol¨ªtica activa. Un peque?o an¨¢lisis de nuestra legislaci¨®n vigente nos descubre que el nivel pol¨ªtico decisorio es un campo vetado a la juventud.
Edad-madurez como anacronismo
Todo el ordenamiento. jur¨ªdico vigente est¨¢ basado en una clara interdependencia ?edad-madurez?. Esta suposici¨®n impl¨ªcita en nuestras leyes de que existe una relaci¨®n entre la edad del joven y su madurez es un anacronismo que no se corresponde con un estado moderno occidental. Europa ha asumido recogiendo en sus distintos ordenamientos todos los derechos pol¨ªticos de la juventud, Francia en 1974, Italia en 1976, Holanda en 1972, Gran Breta?a en 1969, Portugal a partir de la revoluci¨®n del 25 de abril, Suecia en 1976 y as¨ª sucesivamente hasta completar toda la lista de naciones europeas con la excepci¨®n del ciudadano belga, que requiere tener cumplidos veinticinco a?os para acceder al Parlamento.
Todo lo anterior nos lleva a exigir que la nueva Constituci¨®n que pr¨®ximamente se deb¨¢tir¨¢ en las C¨¢maras, reconozca el ejercicio de los derechos pol¨ªticos a los dieciocho a?os, extendiendo, por otra parte, este reconocimiento en la mayor¨ªa de edad civil y penal. Cerca de dos millones de espa?oles que trabajan, estudian y aportan un considerable esfuerzo al engrandecimiento de nuestra Patria aguardan con confianza.
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