La muerte de la Universidad

Para quien haya le¨ªdo las declaraciones del presidente de las Cortes, Antonjo Hern¨¢ndez Gil, publicadas en EL PAIS el pasado domingo a prop¨®sito del acto de la Apertura de Curso de la Universidad Complutense en oposici¨®n a la noticia del ¨²ltimo acto de violencia de Gernica, le habr¨¢, sin duda, sorprendido la gran diferencia entre estas palabras y las que a veces se oyen sobre ?la muerte de la Universidad?.Cuando el se?or Hern¨¢ndez Gil dice que ha ?comprobado el gran esp¨ªritu universitario que fervorosamente ha iluminado el acto?, se refer¨ªa, con toda seguridad, a la interminable, encendida e ins¨®litas con que los Profegores del claustro universitario de la Complutense y los asistentes del acto puesto en pie, recibieron el discurso del profesor Vian Ortu?o rector de la Universidad, en el que dio cuenta de los problemas de la Universidad y pidi¨® una pronta definici¨®n de las Cortes sobre la funci¨®n universitaria, la naturaleza y los l¨ªmites de la autonom¨ªa de las Universidades. Se?al evidente de que la Universidad posee unas energ¨ªas no utilizadas y una disponibilidad desperdiciada que salen a la luz cuando alguien es capaz de hablar claro y de asumir, con todas sus consecuencias responsabilidades acad¨¦micas,sociales e hist¨®ricas de la Universidad.

S¨®lo con leer la cita de Ortega con la que el profesor V¨ªan abri¨® su discurso es suficiente para darse cuenta del tono de sus palabras y de la justeza de las declaraciones del presidente de las Cortes.

Una instituci¨®n en que se finge dar y exigir lo que no se puede, exi gir ni dar, es una instituci¨®n falsa y desmoralizada. Sin embargo, este principio de ficci¨®n inspira todos los planes y la estructura, de la actual Universidad.?

Jefe del Gabinete de Prensa. Universidad Complutense,