Cardenal Taranc¨®n: "El papel del Gobierno en la ense?anza tiene sus l¨ªmites"
?Todos estamos de acuerdo en que la cultura y la educaci¨®n son elementos esenciales y primarios para el bienestar y desarrollo de un pueblo. Es l¨®gico, por tanto, que el Gobierno se preocupa seriamente de la difusi¨®n de la cultura?, afirma el cardenal Enrique Taranc¨®n, en su carta cristiana de esta semana, que publica la revista Iglesia en Madrid, dedicada en esta ocasi¨®n al ?papel del Gobierno?.Pero ?la misi¨®n del Gobierno -precisa el arzobispo de Madrid- es fomentar la cultura, no crear la cultura o matizarla con su ideolog¨ªa peculiar; facilitar la educaci¨®n de todos, no imponer una clase de educaci¨®n determinada?.
?Por eso -dice la carta m¨¢s adelante-, es l¨®gico tambi¨¦n que el Gobierno distribuya de tal manera las aportaciones de la soci¨¦dad que exista una aut¨¦ntica igualdad de oportunidades para todos los padres y grupos sociales en orden a la educaci¨®n de sus hijos. ?
En consecuencia, el cardenal explica que ?el primer deber del Estado es procurar que existan los suficientes puestos escolares para que ni uno solo de los ni?os y j¨®venes queden marginados de la tarea educativa?.
Vigilancia sobria
Y es natural y leg¨ªtimo que el Gobierno ejerza una vigilancia eficaz, aunque sobria, para garantizar el buen uso de esos bienes econ¨®micos que se emplean con esa finalidad. Y nadie puede reprochar al Gobierno que exija unas ciertas condiciones pedag¨®gicas y t¨¦cnicas a las que deben ajustarse obligatoriamente las escuelas, sean de la clase que fueren.??Pero el Gobierno -dice textualmente el cardenal- no es maestro de ciencia, de letras, de religi¨®n. No puede imponer una orientaci¨®n cient¨ªfica, una forma literaria ni una creencia religiosa. Demasiadas veces, prejuicios nacionalistas o conceptos totalitarios han pretendido valerse de la ciencia, de la literatura o de la religi¨®n para apoyar sus propias ideolog¨ªas. Y esta conducta no es honrada.?
El Gobierno s¨®lo es administrador
La carta contin¨²a afirmando que ?cuando se habla, algunas veces, de la ense?anza estatal o estatista se da a entender que el Gobierno tiene todos los derechos en orden a la ense?anza y educaci¨®n, lo cual es absurdo. Ni a¨²n puede admitirse esa frase vulgar de que "el que paga, manda". Porque el Gobierno no es m¨¢s que el administrador de los bienes que le proporcionala sociedad. Ha de ser ¨¦sta, la sociedad, y, por tanto, los distintos grupos que la integran, la que puede exigir que se respeten sus derechos en la utilizaci¨®n de los recursos que ella misma ha facilitado?.
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