M¨¦xico y Espa?a: lecciones de un viaje
Hoy CONCLUYE el viaje del presidente de M¨¦xico, se?or L¨®pez Portillo, a Espa?a. Durante su estancia, relativa mente prolongada para una gira de ese tipo, el alto mandatario mexicano, ha encontrado la cordial acogida de nuestro pueblo. En el nivel oficial y p¨²blico, las atencio nes y deferencias de don Juan Carlos, las conversaciones con el presidente del Gobierno y algunos de sus miembros, las charlas con los principales dirigentes de las fuerzas pol¨ªticas extragubernamen tales. y la ovaci¨®n de los parlamentarios durante su comparecencia ante Jas Cortes con las pruebas del inter¨¦s con que la clase pol¨ªtica espa?ola contempla las relaciones con el m¨¢s importante de los pa¨ªses americanos de habla castellana.El viaje del se?or L¨®pez Portillo ha tenido una importante significaci¨®n hist¨®rica.
El brindis de don Juan Carlos durante la cena oficial del 8 de octubre cerraba el litigio que separaba a los dos Estados -la protecci¨®n dada al exilio espa?ol por el general L¨¢zaro C¨¢rdenas, en 1939, y mantenida por sus sucesores- de una forma tan noble como justa. Los espa?oles, se?al¨® el Rey, debemos ?permanente agradecimiento? a los mexicanos por la ?excepcional acogida? que dispensaron a los exiliados espa?oles que combatieron bajo la bandera de la Rep¨²blica. Tambi¨¦n, la visita del presidente de M¨¦xico ha servido de ocasi¨®n para hacer m¨¢s expl¨ªcitas las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica de la nueva Espa?a democr¨¢tica hacia Iberoam¨¦rica, expuestas en el discurso pronunciado, igualmente por el Rey, el 12 de octubre, en Canarias: la renuncia a ?la fase declarativa y l¨ªrica? que se encarnaba en el deteriorado concepto de Hispanidad: la sustituci¨®n de los v¨ªnculos jer¨¢rquicos asociadoscon la idea de ?Madre Patria? por la propuesta de una relaci¨®n de fraternidad; el llamamiento a la defensa del idioma com¨²n frente a las agresiones de que es objeto por los medios de comunicaci¨®n bajo control norteamericano; el reconocimiento de que ?nadie tiene el cetro del reino? constituido por el patrimonio ling¨¹¨ªstico y de que ?Hispanoam¨¦rica est¨¢ produciendo un nuevo renacimiento literario del castellano?; la convocatoria a la creaci¨®n de un gran organismo colectivo dedicado con exclusividad al foniento de la educaci¨®n, la cultura y la ciencia dentro de nuestra ¨¢rea idiom¨¢tica. El Convenio de Cooperaci¨®n Econ¨®mica entre M¨¦xico y Espa?a, del pasado mes de septiembre, puede servir de marco para el incremento de los intercambios comerciales entre ambos pa¨ªses, la creaci¨®n de empresas mixtas y la realizaci¨®n de proyectos de cooperaci¨®n econ¨®mica y tecnol¨®gica. Seguramente los logros no ser¨¢n espectaculares a corto plazo, tanto debido a la crisis econ¨®mica por -la que atraviesan ambos pa¨ªses, como a la necesidad de poner de acuerdo a los sectores susceptibles de complementarse y acoplarse. Pero, al menos, el camino est¨¢ iniciado. Esa crisis com¨²n que aqueja a la econom¨ªa mexicana y a la econom¨ªa espa?ola ha suscitado, sin duda, el inter¨¦s del presidente de M¨¦xico por las medidas que el Gobierno del se?or Su¨¢rez trata de aplicar. El se?or L¨®pez Portillo, que tiene fama de ser un administrador competente, ha recibido la econom¨ªa de su pa¨ªs casi en estado de bancarrota. Las inevitables repercusionles de la recesi¨®n mundial se vieron reforzadas por la pol¨ªtica del ex presidente Echeverr¨ªa, que irrit¨® con su demagogia a los sectores econ¨®micos m¨¢s poderosos de M¨¦xico (el llamado ?grupo de Monterrey?), peejudic¨® al turismo con su condena del sionismo (las agencias de viaje norteamericanas declararon el boicot a M¨¦xico) y aument¨® el despilfarro y la corrupci¨®n en el manejo del gasto p¨²blico. Los ensue?os de Echev¨¦rr¨ªa de enlazar con la tradici¨®n revolucionaria cardenista y mejorar la situaci¨®n del campesinado quedaron en discursos ret¨®ricos y proyectos irrealizados; y terminaron con el procesamiento y encarcelamiento por cohecho, hace pocas semanas, de su ministro de la Reforma Agraria. Ahora, el se?or L¨®pez Portillo tiene que enfrentarse con una huelga de inversiones, una elevada fuga de capitales, un alt¨ªsimo endeudamiento exterior, un crecimiento demogr¨¢fico preocupante, elevados porcentajes de paro oficial y todav¨ªa m¨¢s elevados de desempleo encubierto, una considerable tasa de inflaci¨®n y nuevas amenazas para el peso. La prudencia en el gasto, el acuerdo con los grandes empresarios y el reforzamiento de la dependencia hacia Estados Unidos parecen ser la ¨²nica alternativa que le ha dejado su ante cesor. Y la naturaleza, unas esperanzadoras perspectivas para salir del estancamiento y el deterioro: las grandes reservas de petr¨®leo descubiertas en los ¨²ltimos a?os.
Tambi¨¦n la experiencia espa?ola del tr¨¢nsito de la autocracia a la democracia representativa y las elecciones libres puede resultarle interesante al m¨¢ximo mandatario mexicano. Su antecesor le ha dejado en lo pol¨ªtico un legado igualmente dif¨ªcil. El frenes¨ª viajero y tercermundista,del anterior presidente, la ruptura con el Chile de Pinochet o la moci¨®n condenatoria contra el r¨¦gimen de Franco en las Naciones Unidas, con ocasi¨®n de los fusilamientos de 1975, se compaginaban mal con las pr¨¢cticas de gobierno del se?or Echeverr¨ªa dentro de sus fronteras. Tal vez sus responsabilidades como ministro de la Gobernaci¨®n en la matanza de Tlatelolco, en 1968, pueden ser endosadas al entonces presidente y luego primer embajador en Espa?a, se?or D¨ªaz-Ordaz; pero la matanza del jueves de Corpus, la represi¨®n contra los disidentes, o la operaci¨®n de acabar con la independencia del diario Excelsior, se apuntan directamente en su cuenta. El se?or L¨®pez Portillo asumi¨® la presidencia cuando la caldera de las tensiones pol¨ªticas y los conflictos sociales estaba a punto de reventar. Su oportuno y sensato proyecto de legalizar plenamente a los partidos de la izquierda mexicana en un pr¨®ximo futuro constituye, en esa perspectiva, una inteligente forma de instalar una v¨¢lvula de escape en ese sistema pol¨ªtico explosivo y de permitir al PRI reanudar su papel de mediador entre las expectativas populares y las exigencias de los grandes intereses. Si sus proyectos de reforma pol¨ªtica son llevados hasta las ¨²ltimas consecuencias, la pr¨®xima visita del Rey o del presidente del Gobierno espa?ol ser¨¢ la ocasi¨®n para que saluden a Heberto Castillo, dirigente del Partido Mexicano de los Trabajadores, o al se?or Mart¨ªnez Verdugo, secretario general del Partido Comunista de M¨¦xico, situados hoy en esas mismas medias luces de permisividad e ilegalidad en la que estaban socialistas y comunistas durante m¨¢s de un a?o despu¨¦s del fallecimiento de Franco. El beso lanzado en las Cortes a Pasionaria por el se?or L¨®pez Portillo debe poder ser tambi¨¦n un gesto l¨ªcito en el M¨¦xico que ¨¦l preside.
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