Laureano superstar
?Qu¨¦ man¨¢ para los historiadores el que nos depara, casi con ritmo mensual, esa historiograf¨ªa b¨¢sica de las memorias! Se ha dicho que Espa?a es un pa¨ªs sin memoria y sin memorias; ante la evidente correcci¨®n del segundo t¨¦rmino, confiemos tambi¨¦n en la distorsi¨®n del primero. Los estudiosos de la Segunda Rep¨²blica hemos tenido que esperar d¨¦cadas y d¨¦cadas para adentrarnos en los recuerdos de don Niceto Alcal¨¢ Zamora, don Manuel Aza?a (salvo los cuadernillos raptados y truncados en un doble acto de guerra incivil), don Jos¨¦ Mar¨ªa Gil-Robles, don Carlos Pi y Su?er, y don Juan Sime¨®n Vidarte, por citar s¨®lo a cinco estrellas del recuerdo hist¨®rico; pero los exploradores de la historia franquista recibimos frecuentes impulsos m¨¢s que tentadores, ya casi obligatorios, para improvisar una primera perspectiva cuando en cuesti¨®n de meses nos cae sobre la mesa la inmensa y bienaventurada indiscrecci¨®n de don Francisco Franco-Salgado Araujo y esta incre¨ªble, pero cierta larga marcha hacia la monarqu¨ªa, de don Laureano L¨®pez Rod¨®; en el doble sentido que brinda la vaguedad de la sintaxis, si se nos permite la agradecida irreverencia.A las seis horas de que las Conversaciones privadas salieran de la encuadernaci¨®n ya ten¨ªan ustedes mi modesta interpretaci¨®n sobre lo que dijo, y lo que se le escap¨® a un ilustre ayuda de c¨¢mara; y a tal interpretaci¨®n me atengo. En cambio, he esperado semanas y meses antes de opinar en p¨²blico sobre el libro de L¨®pez Rod¨®; porque antes he debido rellenar centenares de fichas, y deshacer media docena de bol¨ªgrafos entre sus apretadas l¨ªneas. Y eso que el libro, de entrada, casi decepciona. El estilo es pl¨²mbeo; se insertan, en los primeros pliegos, montones de documentos secretos que ya eran conocid¨ªsimos y estaban publicad¨ªsimos hace a?os y a?os; pero el libro segu¨ªa en el atril, porque la fenomenal revelaci¨®n documentada en septiembre de 1942 (p¨¢gina 31), sobre la intervenci¨®n -que el propio Serrano S¨²?er desconoc¨ªa del entonces joven Carrero en la defenestraci¨®n del cu?ad¨ªsimo y su inmediata propuesta a Franco para que entablase relaciones sucesorias con don Juan de Borb¨®n, promet¨ªa cosas decisivas despu¨¦s de un poco de ganga.
La larga marcha hacia la Monarqu¨ªa
Laureano L¨®pez Rod¨®. Editorial Noguer. Barcelona, 1977.
Y poco despu¨¦s de los sucesos de 1945 se opera el milagro. El estilo personal de don Laureano se mantiene con la misma densidad citada, pero las cosas que cuenta, los secretos que revela y explica, los personajes que enjuicia, los engarces ocultos que nos muestra, y hasta la amplia gama de omisiones que intenta adquieren tal ritmo de apasionamiento, que el libro se lee solo los documentos cobran vida las p¨¢ginas se releen ante, la incredulidad, pronto desvanecida por el inconfundible sello de autenticidad que emana de cada l¨ªnea, aunque se matice a veces por cada entrel¨ªnea. Ya la conclusi¨®n brota clara, evidente. Estamos ante el libro m¨¢s importante sobrela historia del r¨¦gimen anterior; casi toda la historia pol¨ªtica del r¨¦gimen anterior (sobre todo, a medida que nos acercamos a la d¨¦cada prodigiosa, como la ha llamado- creo que Alberto Coraz¨®n), puede escribirse sobre la trama de este libro; y no se puede dar un paso en esa historia sin considerar y dominar a este libro como clave.
Personajes claves del franquismo
Estos son los papeles de don Luis Carrero Blanco; entre los que se han deslizado reservad¨ªsimas minutas de conversaciones con Franco, conversaciones del futuro Rey, cartas personales de don Juan Carlos; estas son algunas actas de lo m¨¢s esencial que ocurr¨ªa en muchos Consejos de Ministros sobre la sucesi¨®n; esta es una fr¨ªa, pero profunda, galer¨ªa de los personajes ciave del franquismo, empezando por el propio Franco, del cual ha trazado L¨®pez Rod¨®, quiz¨¢ sin propon¨¦rselo, un retrato fabuloso; que si se contrasta con el que se le escapa al propio Franco en las conversacionescon su primo, resulta pr¨¢cticamente definitivo, y muy alejado de las caricaturas propuestas por los se?ores Gil-Robles y Serrano S¨²?er en sus por lo dem¨¢s interesant¨ªsimas obras. El momento humor¨ªstico -que es quiz¨¢ el ¨²nico arrebato de humor del libro, pero que nos deja sin, aliento por el contraste- salta en 1968, cuando el minist ro del Desarrollo acude a su experiencia gallega -fue catedr¨¢tico en Santiago, como se sabe- para aconsejar a don Juan Carlos sobre la forma de obligar al Caudillo para que se pronunciase sobre la sucesi¨®n. (Carrero, seg¨²n L¨®pez Rod¨®, traduc¨ªa para que pariese.) ?No hay que arrastrarle de frente; los campesinos de Galicia, cuando quieren meter un cerdo en la cochiquera, con perd¨®n para el Jefe del Estado, le tiran del rabo hacia atr¨¢s, y entra flechado.?Ser¨ªa imposible rese?ar los momentos de mayor tensi¨®n hist¨®rica, y los de mayor contribuci¨®n hist¨®rica del libro. Recordemos, entre docenas de casos interesantes, los diversos movimientos pol¨ªticos en el seno del Ej¨¦rcito (cartas de Asensio Ponte a Varela); la propuesta de Franco a don Juan -incluso despu¨¦s del manifiesto de Lausana- para que fijase su residencia en Espa?a, con la expresa intenci¨®n de realizaicon ¨¦l una especie de lo que luego ser¨ªa su elucidarium principis; la aceptaci¨®n secreta de don Juan Carlos a la sucesi¨®n, aludiendo a su disponibilidad de soldado, en una conversaci¨®n con Franco despu¨¦s de los primeros escarceos del Pardo y La Zarzuela con Estoril; el relato circunstanciado (y por varios conceptos impresionante) de la conversaci¨®n de dos viejos militares amigos, Franco y don Camilo, la v¨ªspera de que el ministro de la Gobernaci¨®n cumpliera ochenta a?os, conversaci¨®n decisiva en todo el espinoso asunto de la sucesi¨®n; el minticioso seguimiento del problema carlista, desde dentro y desde fuera del r¨¦gimen; y por supuesto, todos los antecedentes, documentos, circunstancias y consecuencias de la presentaci¨®n y jura del pr¨ªncipe en las Cortes de 1969. Despu¨¦s no decae el inter¨¦s, hasta la misma muerte de Franco, con la que se cierra simb¨®licamente esta obra excepcional.
Hay tambi¨¦n distorliones. La todav¨ªa sobre sobrecogedora aproximaci¨®n, al rebato de Alianza Popular, de los dos bandos en el caso Mat¨¦sa, por ejemplo, ha hecho que L¨®pez Rod¨® retire aportaciones muy suculentas sobre ciertos personajes que entonces eran menos amigos suyos: aunque don Laureano refuta convincentemente esa acusaci¨®n editorial. Queda clara la contribuci¨®n de don Camilo Alonso a la larga marcha, pero se dif¨²minan, no s¨¦ si a prop¨®sito, otras muy esenciales, como la de Antonio Iturmendi, cuyos papeles est¨¢n retenidos por sus herederos, quienes tal vez se animen ahora a publicarlos. En fin, esto no es un an¨¢lisis, sino una simple orientaci¨®n para que el lector comprenda la fiesta hist¨®rico-pol¨ªtica que le espera si, con las indicadas cautelas, se adentra en este asombroso relato. Que necesitar¨ªa una segunda parte: el an¨¢lisis de c¨®mo, tras triunfar la larga marcha en sentido personal, sali¨® exactamente al rev¨¦s, pero en sentido pol¨ªtico. Un t¨ªtulo sugerimos: C¨®mo se desat¨® lo bien atado. L¨®pez Rod¨®, y su cuajada agenda, tienen datos interesantes para esa nueva aventura.
Babelia
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